Ceremonia de ingreso de don Victoriano Salado Álvarez (Parte 2)

Viernes, 07 de Septiembre de 1923.

Lo único que algo se parece a nuestro modo de hablar es: I. — La forma árabe que anotaDozy, jaule (el diptongo au se convierte en ou en la lengua vulgar), que es como llaman los árabes a todas las gentes a quienes dirigen la palabra. II. —La acepción de rufián que da Salillas. (Vocabulario de Caló Jergal, 230).

En California se usaba y se usa la acepción mejicana, y quedan de él rastros de las designaciones geográficas como Chulavista, pueblo situado a poca distancia de San Diego.

Cuera. La jaquetilla (a veces perfumada con ámbar), que se usaba sobre el jubón, se vino a convertir en California en chaqueta de gamuza u otra piel que usan las tropas presidiales que persiguen a los bárbaros (Bancroft). Quizá haya sido por la razón que da Covarrubias que “de las pieles de los búfalos se hacen coletos tan fuertes que la punta de una espada o lanza no los pasa, y llámanse cueras de ante porque arman con ellas el pecho y la delantera del cuerpo.

 

Recia cuera el soldado reforzaba
O el perpunte que usaba el asturiano.

Barón de Biguezal. Cerco de Zamora.

 

...Quién puede?
sobre la
 
cuera y la enmallada cota
vestir ya el duro y centelleante peto?

Jovellanos, Sátiras.

 

Vallado, en el oeste americano, no es como en España, cerco de tierra y arbustos que se levanta para defensa de un sitio, sino como en Méjico, zanja profunda que tiene en una de sus orillas la tierra que de ella se ha extraído. (bancroft).

Petaca se usa como en Méjico y significa baúl o maleta. En España se llama petaca a la caja de cuero u otro material en que se guarda el tabaco. La acepción mejicana es perfectamente legítima. Engelman supuso que venía del árabe bitaca, que procede del griego pital takion, trozo de papel o carta. Müller, que creía translaticia la acepción, cita la transformación de alcartaz ocorneta; pero fue rectificado por Dozy y Díez, (éste pone como equivalente portmanteau y wallet). Es del mejicano petlatlacalli, que precisamente significa cofre (Dozy, p. 385).

El chapopote, asfalto, se aplica a la brea, del mismo modo que entre nosotros. (Ramírez,Noticia de la Riqueza Minera de México). También se llama así en Cuba y en Santo Domingo.

 

Nombres geográficos

 

Es imposible calcular el número de nombres geográficos españoles y mejicanos que existen en los Estados Unidos. Ocho Estados americanos llevan nombres españoles o puestos por españoles, a saber: Tejas, Nuevo Méjico, Arizona, California, Florida, Nevada, Montana y Colorado, que atestiguan suficientemente el influjo de nuestra lengua en la parte que dominaron los españoles.

Nombres castellanos, indígenas castellanizados o mejicanos, existen en estas regiones con profusión extraordinaria. “Todavía, dice la Sra. Van Griffith Sánchez, respira y vive en esos nombres el alma de nuestro romántico pasado y suena como el eco que llega a través de las edades a hablar del tiempo en que el salvaje edificaba sus chozas en forma de colmenares a la orilla de los ríos y se oía por el Camino Real el retintín de las espuelas del caballero español”.

Y esos nombres son tan gratos, que uno de los maestros de la prosa inglesa dice con justificado entusiasmo:[61]

“Nadie que se ocupe en cosas de literatura puede dejar de complacerse en el sonido de las palabras; y no existe en el mundo lugar alguno en que la nomenclatura sea tan rica, poética, graciosa y pintoresca como en los Estados Unidos de América... Los nombres de los estados y territorios forman por sí solos un coro de los más dulces y románticos vocablos... Hay pocos poemas que contengan música más exquisita que los de aquella tierra cantante y armoniosa; y si brota del continente occidental el nuevo Homero, su verso será el más rico, sus estancias cantarán por sí mismas con los nombres de estados y ciudades que cautivarían la fantasía”.

Como es claro, no siempre recuerdan esos nombres cosas gratas ni fueron impuestos por nosotros. “Los campos de batalla de la guerra de México se conmemoraron en dieciocho Buenas Vistas, dieciséis Monterreyes, nueve Palos Altos y tres Resacas, y los nombre de los héroes dieron origen a una región de Tayolrs y TaylorsvillesWorth y WorthvillesPierces y Piercevilles, PiercetownPierceland y Piercepoint; hay algunos Polks y PolksvillesPolktownPolk CityPolk PatchPolk President y Polk Run, además de dos Quitman”. (Bartlet, Introducción, p. XXXVI).

Los de localidades son generalmente nombres de santos, bien el del día en que se efectuó el descubrimiento o se hizo la fundación, bien el del patrono del conquistador o misionero. Es difícil clasificarlos porque como dijo Mark Twain, casi hay en estas regiones tantas ciudades santas como personas pecadoras.

Eran a veces los soldados quienes imponían los nombres, y entonces resultaban éstos más pintorescos e interesantes. Llamaron los conquistadores Río de la Merced, en California, al primer lugar en que pudieron encontrar agua potable; Río del Pájaro, a aquel en que vieron una ave de gran tamaño —quizás el buitre americano—; Cañada del Hambre, a un sitio en que estuvieron a punto de perecer de inanición; Roblar de la Miseria a uno en que estuvieron en circunstancias apretadas; Cañada de los Llorones, al punto en que los recibieron varios indios que al mirarlos se deshacían en llano. Los lugares en que topaban con corrientes de agua eran especialmente señalados: Agua AmargosaAgua CalienteAgua CayendoAgua DulceAgua FríaAgua HediondaAgua MansaAgua PuercaAgua Tibia, etc., etc.

Pocas veces conmemoraban personajes o hechos históricos como MonterreyCabrillo,CoronadoArgüelloCarne HumanaLas Calaveras.

Con frecuencia hacían alusión a plantas, animales u otros objetos que abundaban en el lugar o lo determinaban: Los AlamitosAlcatrazEl AlisalAtascaderoLos BerrendosLos Berros,Bolsa del ChamizalEl Mezquite.[62]

Los nombres de bahías, puertos, arroyos, ríos, cañadas, llanos, rincones, rinconadas y demás señales materiales abundan grandemente.

No faltan los patronímicos de personas: López, Estrada, González, Jimeno, Lugo, etc., ni son escasos los de denominación reciente como Allessandro, ridículo nombrecillo que le aplicó Mrs. Jackson al héroe de su linda novela Ramona.[63]

Los nombres de las lenguas indígenas de estas partes no caen bajo mi jurisdicción; pero debo advertir que muchos son de procedencia netamente española. Hay monografías muy extensas y completas sobre los indios de California, como las de Bailley, Powers, Merriam, Barret, Mivook Mastin, Garmet y Kroeber; pero sólo tengo a la mano la de este último.

Debo advertir que los nombres que se toman por indígenas son procedentes del español o de otras lenguas.

Cayuco (embarcación), es probablemente de los idiomas de las islas.

Chimiles puede ser muy bien el quimilli, y Cuati el cuate aztecas.

CiscoCortinaGuijito (¿Guajito?), MarínPalaRecuaRequa son castizamente españoles.

Hay nombres usadísimos en Méjico cuya significación aquí se ignora, por ejemplo Toluca y Pirú; otros son tan conocidos como Tamales, Tomales y Coyote. Este último lo atribuye Garmetal dialecto cushima y de otras tribus que habitan el Valle de Sacramento.

Tepusquet, probablemente es azteca (oro de tepuzque se decía en el siglo de la Conquista, es decir, oro mezclado con cobre), aunque Kroever declara desconocer el significado.

 

Diferencias fonológicas

 

Las diferencias fonológicas entre el español clásico y el que en estas partes se habla, las resume así Talichet: “Han obscurecido o desvanecido las vocales finales, así San Antonio es San Antón”.

“Las consonantes han sufrido grandes variaciones. La d queda elidida especialmente en las sílabas finales, cuando se halla entre vocales: salaocolorao”. Es defeco andaluz y quizás peninsular, aunque no se incurra en él en todo Méjico. En el sur de los Estados Unidos existen dos escuelas, si podemos hablar así: la una suprime la d, ésta es la de los antiguos habitantes del territorio o sus descendientes. La otra pronuncia la como el diptongo ai, sin evitar la d. Se exceptúa pelado, hombre del bajo pueblo de México, que en todos los Estados Unidos se pronuncia pelao. “La c y la z se pronuncian lo mismo que en Méjico y el resto de Hispano América”.

Este defecto, si lo es, data nada menos que del siglo de la Conquista. Fray Pedro de Córdoba (citado por Viñaza, col. 2083), trae este pasaje y en su Arte en Lengua Zapoteca, México, 1578: “Porque entre nosotros y en Nueva España es lo mismo: que los de Castilla la Vieja dicen hacer y en Toledo hazer. Y dicen xugar y en Toledo jugar. Y dicen yerro y en Toledohierro. Y dicen alagar y en Toledo halagar y otros muchos vocablos que dexo por evitar prolixidad”.

“La j y la g han perdido su aspiración gutural o se reducen a espíritus suaves o meros hiatos: “Bé’ar en vez de béxarVal’eo por Vallejo”.

“La b y la v se truecan indiferentemente al hablar y al escribir: BenavidesVenavides”.

“La r y la rr no llegan a distinguirse en la pronunciación: guerrero, herrero:: guerero,herero”.

“La ll se pronuncia como l o y, casi siempre como y cuando se halla enmedio de palabra:llamo:: lamotortilla:: tortila:: tortiya”.

“La h se aspira como en hondo”, arcaísmo que todavía subsiste entre la gente de campo en nuestro país.

“A la s se le da el valor de inglesa, sobre todo entre vocales”.

Se dan casos de disimilación de letras o sílabas: desperado:: desesperado;carcolar::caracolear; de consonantes: tilpah:: tilma, de vocales: candeliamembrío:: candelilla(helada ligera que todavía se llama así en el norte de Méjico), membrillo.

De metátesis: proción:: porcióncabresto:: cabestrogabazo::bagazo.

 

Mejicanismos desconocidos en Méjico

 

Muchas palabras usadas en los Estados Unidos no pueden clasificarse como mejicanismos o han dejado de serlo totalmente por la evolución natural de los acontecimientos históricos, de los usos y costumbres de la tierra, aunque figuren como occidentalismos americanos.

Así, por ejemplo, un fresno enano espinoso (Xantoo Xylum Ptelora), que en Tejas llamancolima, es ignorado en Méjico y sobre todo en el Estado de Colima.

Si alguna vez existió en Méjico el monjierio, lugar en que residían en las misiones las indias solteras o viudas, que carecían de familia, la palabra está abolida.

No se llama tardeada el hecho de empezar tarde la jornada del día. En la frontera con los Estados Unidos la tardeada es tarde de placer o de holganza.

No he sabido nunca de la denominación de tecolero, maestro de ceremonias en los bailes.

El tequio, que la Academia inserta, es tarea que en las misiones se imponía a los neófitos antes de permitirles formar parte de la obra (Bancroft); pero en Méjico se desconoce ahora, aunque fue de uso corriente en los siglos XVI y XVII.

El ayunte (jayunte entre los indoctos) no es la reunión de indios varones y de chicos ya medrados y su morada en la misión, puesto que no existen ya las misiones.

Nadie recuerda (si alguna vez existió en Méjico) el berruchi, clase peculiar de zapatos que antaño se llevaban y que tal vez se llamaron así por el material de que estaban hechos.

El cedazo, figura de la contradanza que tal vez se haya usado en el país, ahora está del todo olvidado.

No sé que en el interior de Méjico se conozca al chacate, arbusto muy común en el sur y el oeste de Tejas (Krameria Canasceus, Gray), cuya corteza se emplea como tintóreo.

En Tejas se conocen dos géneros de lobos, el lobo wolf (canis occidentalis) y el de las praderas o coyote (canis latrans). En Méjico, sólo hay esta última especie.

En los Estados Unidos suele usarse el aztequismo conepate para designar el skunk omofeta (zorrillo mejicano). La Academia no admite zorrillo y sólo da mofeta. Román lo llamachingue (mephitis chilensis) y menciona el mephitis patagónica de la República Argentina y elyugure de Paraguay.

En cambio, la Enciclopedia Española señala entre las especies de mefitis la zorrilla, que por lo que de la descripción aparece es idéntica al zorrillo mejicano, aunque la Enciclopedia dice ser peculiar de África y el Asia Menor.

Es curioso que en el Brasil se llame surilho a un animal idéntico al zorrillo. El nuestro debe, pues, ser término antiguo y naturalmente castellano. No creo que exista de un extremo al otro de la República la voz conepate.

 

Hobson-Jobson

 

“...El instinto popular, dice el ilustre Cuervo (922), que supone que toda palabra ha de ser significativa, las acomoda a la forma de otra que bien o mal las explique. Esta es la razón por qué se ha dicho y se dice altamisa (artemisa), arremueco (arrumaco), vagamundo (vagabundo),sabihondo (sabiondo)”.

Dos filólogos ingleses, Henry Yulle y A. C. Burnell, compiladores de un diccionario de términos anglo-indios, observaron que los soldados ingleses en la India, al oír palabras desconocidas de boca de los naturales, frecuentemente las volvían en otra inglesa de sonido semejante aunque de significado muy diverso. Así, las voces Hasson y Hossum, que los mahometanos usan en sus devociones, las convertían en Hobson y Jobson.

Esa ley se observa en Méjico con suma frecuencia; por ejemplo: Quauhnahuach se transformó por los españoles en CuernavacaHuitzilopochtli, en HuichilobosUyutan en Yucatán;Tarascue en Tarasco. Y eso ha dado motivo a los declamadores para decir que los recién llegados e ignorantes conquistadores adulteraban a sabiendas los nombres de los ricos y filosóficos idiomas indígenas.[64]

No dejaron de hacer lo mismo los residentes en otras partes. Así, Temelpah (cerca del mar, según unos, o monte cercano a la bahía, según otros) vino a ser Tamalpais. (Sánchez, p. 213).

Tivvona (Desde el mar), llegó a ser Tijuana; para los yanquis Tía Juana. (Sánchez, p. 47).

Tequesquite se ha vuelto esquite; gaucho es gancho (hook and crook).

A la inversa, la jáquima ha venido a ser en inglés hackmare; la sobrenjalmasuor in hammer y los ligaderoslegg guards.

Pero el ejemplo más curioso de esas transformaciones, es sin duda el de la palabra mejicana verduguillo (estilete o estoque). La Academia admite verdugo (de virgultum, vara, verga) como estoque; y verduguillo como navaja para afeitar, más angosta y pequeña que las regulares.

Pocos podrían imaginarse que en los restos de español que en los Estados Unidos aparecen, se hallaría la explicación de estas palabras. Verdugo no es más que belduque (Cap. J.G... Bourque, Dialect Notes, part. V, p. 243), y su formación la señala Talichet poniendo la palabra como muy usada en el Este de Tejas: Belduque:: berduque:: verduque. Fácil fue, pues, el tránsito de belduque a verduque, de verduque a verdugo y de verdugo a verduguillo. Este vendría, pues, a ser sólo velduquillo (belduque de tamaño o anchura reducidos).

La palabra belduque usada en toda América, tiene su origen, dice Cuervo (656) en la ciudad de Bois le Duc en Holanda, que los españoles llamaban Bolduque o Balduque. En una “caluación hecha en la villa de Bilbao, de las mercancías que venían de fuera del reino”, a 26 de abril de 1563, se encuentra “Cuchillos de Flandes, de Balduque y Malinas”.

Entre las cosas que se llevaron, continúa el autor citado, para preparar las fiestas que el Duque de Medina Sidonia dio a Felipe IV en el coto de Doñana, figuraban, según el cronista Pedro de Espinosa, doscientos cuchillos de Balduque. La forma Valduque para designar la Ciudad se lee en Calderón; Bolduque dicen Coloma y Don Bernardino de Mendoza; más antiguamente se halla Bulduce.

Bueno es estar prevenido contra las atribuciones de palabras mejicanas o españolas a idiomas extranjeros, de éstas o aquéllas contra el cambio de sonido o significación de las voces criollas.

“Es curioso ver, dicen Yulle y Burnell, con cuanta frecuencia al rastrear el origen de las palabras que han caído en el campo de nuestras investigaciones, nos hallamos con un dilema o bifurcación; por ejemplo, dos o más fuentes casi de igual probabilidad y completamente diversas entre sí... Tank, recipiente de agua, sin vacilar la derivamos de stagnums; español, estanque; francés antiguo, estanc; inglés y escocés antiguos, stank; portugués, tanque. Pero a su vez los portugueses lo consideran un indianismo, lo cual explica la existencia de tanka en Guzarat y Rajputana como palabras indígenas y con plausible etimología sánscrita”.

Veranda, se ha derivado por algunos etimologistas (entre ellos Déprimery, erudito muy distinguido), del persa baranda o proyección, balcón, etimología en verdad difícil de comprobarse... y que Mr. Beames ha tratado con indebida ligereza, sosteniendo el incuestionable origen sánscrito de barandapórtico. Burnell ha observado que no pertenece al sánscrito antiguo y que sólo se encuentra en obras modernas. Sea de ello lo que fuere, no cabe duda que la palabra veranda usada en Francia y en Inglaterra, fue importada de la India por los europeos que ya la usaban; pero más exacto es todavía que en el mismo sentido o en otro que mucho se le asemeja la palabra existía en castellano y en portugués, sin tener nada que ver con el portugués ni con el castellano. Así se comprueba por el Roteiro da viagem de Vasco da Gama, de 1497, y por el Vocabulario de Pedro de Alcalá, impreso en 1505, que impiden creer que los portugueses lo hayan llevado a la India.”

Tequesquite, en Tejas, no es la excresencia salina natural formada por carbonato de sosa (la palabra parece derivarse de tetl, piedra, y quiztlia, parecido o semejante), sino el esquite (maíz tostado).

Gaucho no es el hombre de campo como en América del Sur, sino el cayado con gancho (hook and crook) que usan los actores populares en las pastorelas de la época de Navidad, en las poblaciones de la frontera.

Ñapa:: llapa:: yapa:: yapana:: laguiapee. El Dic. Académica (que acepta llapa), dice que es azogue que en las minas del Perú se añade al mineral argentífero para facilitar el término de su trabajo en el buitrón. La ñ debe venir de asimilación regresiva en la forma primitiva yapana.Cuervo dice que no halla la palabra en Barba ni en Arona; pero yo sí encuentro en Halse, llapa y llapar, como propias de las minas de Cerro de Pasco, Perú: “cantidad de mercurio que se añade, y azogue que en el proceso de patio se junta a la masa después del incorporo, que consiste en mezclar magistral y mercurio al mineral en el lamero”.

A Granada se le figura chocante y fea la forma ñapa, pero es la que prevalece en toda América, excepto, tal vez, en el Perú y el Uruguay. Figura en las Apuntaciones para la crítica del lenguaje maracaibero (Lenz, 918), con la definición de adelantado, añadidura. En los Estados Unidos se define el décimo tercer panecillo en la docena del tahonero (Sylva Chapin). Mark Twain la califica “a nice, lender, expressive, handy word”. “Recogimos una palabra excelente, dice, una palabra que por sí sola valía la pena de ir a New Orleans para oírla, una palabra linda, flexible, expresiva y ligera: lagniape. La pronuncian Lanny-yap y la dan como española. La descubrimos desde el primer día, al principio de una columna de sueltos en el Picayune; al segundo, la oímos a veinte personas; averiguamos su significado al tercero y fácilmente la adoptamos al cuarto. Tiene significado restringido, pero me pareció que la gente lo extendía un poco según su buen placer. Es el equivalente del décimo tercer panecillo en la docena del tahonero. Es algo que se obtiene gratis y por favor. La costumbre vino del barrio español de la ciudad. Cuando un chiquillo o criado compran algo en una tienda —y hasta el Alcalde y el Gobernador, según me aseguraron— concluyen la operación diciendo: “Deme algo de lagniape”. El tendero accede siempre y da al pituso un pedazo de azúcar, al criado o criada un tabaco o una madeja de hilo, al Gobernador... ignoro qué le dé al Gobernador, como no sea su voto en las elecciones. Si lo invitan a usted a beber (y en New Orleans para esto a cada momento), y al “¿qué va a ser ahora?”, usted responde: “No, ya es bastante”, su amigo le dice: “Sólo una más; es lagniape”. Si el criado en el restaurant le derrama a usted un chorro de café por el pescuezo, le dice: “Es lagniappesah”, y le da otra taza sin cobrarla aparte”. (Mark Twain, Life in the Mississippi, p. 404-405).

La circunstancia de llevar ñ la palabra y usarse en New Orleans, hizo que se le creyera francesa. French Contribution, la llama Memcken, American Language, p. 86; y Bartlet escribe que en bungo french la palabra criolla es laguiappe. La cita más antigua que conozco enamericano es de 1853.

Palabra tan clara como ligadero, correa que sostiene el estribo, se cavila si vendrá de leg-guards. “Es el único ejemplo de palabra inglesa que pasa al español o al mejicano y torna a nosotros disfrazada como chiquillo hispánico, robado y restituido a nosotros. Las correas que sostienen los estribos en las grandes sillas mejicanas son de hecho guarda-piernas (leg-guards), y ésta es la Cenicienta casera que la lengua española, como príncipe real, transformó en ligaderos”. (Farmer). Yo no sé por qué, para mencionarse acción arción, que sólo liga estribo y cuerpo de la silla y para nada protege las piernas, se había de ocurrir al inglés. Para mí, la palabra es castellana, con tanta más razón que no existe la palabra acción en el dialecto del oeste norteamericano, y antes de que se hiciera semejante trocatintas, debía tener nombre esa parte de la silla como lo tenía el látigo- látigos:: larigo, el fuste, las cantinas, y todos los demás accesorios de la montura, conforme explico en otra parte.

Pero el colmo del delirio es creer que la palabra tan castellana como juzgado pueda tener origen inglés. “Desde el primero de julio de mil novecientos diez y nueve hay prohibición de vender bebidas (come dry); sólo la policía puede cargar armas (tote guns, del surianismo, llevar carga sobre los hombros) y hasta el bridge de a centavo la apuesta, puede llevarlo a usted al Juzgado (cárcel), house gow del inglés house, casa, y del escocés gow, ¡habitación en que no se paga renta! (Chambers, ScottsDialect Dict., London,1911. Fred Simplich., Along Our Side of the Mexican Border, 61, National Geographical Magazine, julio de 1920).

Conveniente es evitar del mismo modo el vicio de querer derivar todas las cosas de una lengua sola y hacer etimologías conforme a sistema.

Nuestro Padre Mier, que en su “Carta de Despedida a los mejicanos escrita desde el Castillo de San Juan de Ulúa”, saca que Méjico proviene de Mexi:: Mesías, y hace una terrible ensalada, con la Historia Sagrada, la mejicana anterior a Cortés, el hebreo y el náhuatl, es el prototipo de esos desvaríos.[65]

Don Julio Calcaño pone a contribución “las lenguas del obre entero” para caer en un gótico que al decir de Lenz es sospechoso “porque viene de fuente muy turbia; son formas del alemán moderno o de dialectos germánicos”. Así, según Calcaño, bosque es del gótico boschenarnéses del gótico harnishbalcón, del germánico balkoalbergue de herberghehostería del góticohaus.

Barberena lo analiza todo y todo lo deriva del quiché. Abur o agur (el antiguo saludo español, probablemente derivado de augurium, agüero). “Creo que son la voz desear y ur-andar, venir presto, así es que ah-ur-ajur, y después agur significan “deseo vengas presto”, es decir, “deseo volver a verte pronto”.

Agua. —La palabra agua se deriva del latín aqua, que no es más que un compuesto de dos raíces quichés: a-agua y qua, fuente, manantial; así es que a-qua es manantial de agua y por antonomasia el líquido mismo que mana de la fuente.

Palta del quiché, una fruta. Persea gratissima, en Centro América aguacate. El vocabl-opalto o palta, empleado en el Perú y en Chile para designar el aguacate, alude también a las virtudes eréctiles del fruto antedicho; se compone de estas dos raíces quichés: pal, raíz depaleh:: levantar, y to:: ayudar, servir, así es que palto:: sirve para levantar.

Al chile o pimiento americano se le da el nombre de ají. Esta voz pertenece al extinguido idioma de los aborígenes de Haití, que era de la familia maya-quiché y significa los apetecidos o deseados pimientos...

En fin, todo lo ataca con su escalpelo etimológico y corta en unas cuantas raíces hasta la Loreley famosa por la poesía de Heine. El idioma quiché, que tantas analogías tiene con el antiguo germano suministra, en mi concepto, mejor interpretación que ese vocablo; de lor, adormecer, y de eleg, dar fin, acabar; así es que lor-eleg o Loreley adormece (con sus cantos) para dar muerte a los navegantes.

Pero, ¿qué más, si hasta los lingüistas serios dan en rarezas muy especiales por las semejanzas que creen notar en los idiomas? El profesor don Aurelio M. Espinosa, cita jara(p.425), y jairiar (p.427), como corrupciones de harrowflecha, cuando todo el que haya vivido en México sabe que lo que allá se llama jara y probablemente también en Nuevo México es el “paño de punta aguzada y endurecida al fuego, que se emplea como arma arrojadiza”.

En cuanto a jairiar, probablemente es jariar, o jarear, usado en Méjico como locución vulgar, y no puede ser más elocuente y expresivo; es el aspecto del que se tambalea vencido por el alcohol, vacilando a manera de jara que acaba de tocar el hito. “Se iba jariando”, “no te jariés”, son locuciones que en Méjico se oyen con desoladora frecuencia.

Rengachi:: traingang, según el Prof. Espinosa, quizá no sea sino el acto de engancharse de nuevo el trabajador.

Trique, no debe ser trick, sino el trique castellano que en Méjico aplicamos a todo, como los cuentos en Centro América y los corotos en Venezuela.

Estudioso tan distinguido como Lenz, cuyos aciertos superan con mucho a sus errores, supone mapuche la palabra lapa (es seguramente, dice, nombre del marisco en mapuche), a pesar de citar a Gay, Zool VIII, que asegura que las especies son numerosas y viven como asidas a las peñas.

La Academia lo da como molusco gasterópodo de concha cónica aplastada, lisa o con estrías, que vive asido fuertemente a las rocas. Lo trae del latín lepas y del griego lepás. En efecto, lepás, que primariamente significa roca desnuda, en una segunda acepción es el molusco que a ella se adhiere; (Liddel, A Greek English Lexikon); y en latín es lopades genus conchae marinae: Non: lepades ostreas captamus. Plant Rud 2.1.8; id. Cas 2.8.57., Lewis J. Short.

Considera Espinosa entre los adjetivos corrompidos de la lengua inglesa huilo, que en su concepto es degeneración de voolyfoolish. No es tal cosa sino un hispano-americanismo antiquísimo. Para Bancroft significa hombre sin fuerza física o débil de piernas. ¿Tendrá que ver con huila, girón de vestido roto, que, según Febres, citado por Lenz, viene del mapuchehuilmill, tasajos de carne largos como orejones o los mismos orejones? La misma es la connotación mejicana de huila, que se aplica a la cometa pequeña que empinan o encumbran los niños de corta edad, a diferencia del papalote, que es diversión de mayores. “Pobre huila con tanto aire”, se dice del que acomete empresas superiores a sus fuerzas o sus medios. “Estarahuilado es expresión para designar al que está abatido y triste.

Ramos supone sea adulteración de huilotl, paloma. ¿Parecería fantasear demasiado el suponer sea voz concordante con papalote (papalotl, mariposa), aplicado a la cometa de mayor tamaño? Yo me inclino a ese origen, pues me parece mucho trecho de recorrido para tan insignificante palabra. Según el mismo Ramos, huila sería ramera pelandusca en varias regiones del país.

No sabría decidirme respecto a la procedencia de bayou, corriente de agua estancada, proveniente de un río o lago que pone en comunicación dos masas de agua. Hay quien lo traiga del francés boyau, tripa; pero en francés no se llama así a las corrientes de esa clase, y la palabra existe sólo en las provincias que estuvieron dominadas por España (Louisiana, Mississippi; a este último se le llama Bayou State). ¿Provendrá de bahía o de bay como opina el Capitán J. G. Bourque? (Dialect Notes, 243 y ss., parte V). Es difícil determinarlo. Por lo menos la procedencia francesa creo se debe descartar del todo.[66]

Voces tan antiguas y tan castellanas como azacán, se derivan del náhuatl atl (agua), yzacán (cargador). (Ramos). En el portugués existe açacalaçacual (el que lleva y vende agua).Marina lo deriva del verbo zacana, llevar cargas; pero Dozy opina que la significación se ha ampliado hasta hacer del que lleva agua uno que conduce cargas en general. Marina se apoya en un pasaje del Fuero de Plascencia: “Todos los azacanes e leñeros que carga traen”. Como no se conoce íntegro el pasaje, es difícil saber si se llama azacanes a los aguadores y a los leñeros que traen carga, o enumera a los azacanes entre los leñeros.

También se llama azacán al cántaro o vasija (que quizás sea la acepción primitiva). “E entonse se fueron las dueñas para sus posadas, e tomaron barriles e picheles e terrasos e calabazas e botijas e azacanes, cada una con cualquiera cosa que pudiera llevar agua”. (La gran conquista de Ultramar, lib. III, cap. XXV). (Eguilaz).

De todas maneras, en Méjico nunca se ha llamado azacán al aguador ni al cántaro ochochocol.

El mismo Ramos supone que cambujo venga del latín scambus, de piernas torcidas. En Méjico no se empleó sino como expresión de negruzco. El caballo morcillo se llama cambujoporque es negro-rojizo, y pollo cambujo es el que saca la piel oscura; por eso cambujo era elcasta que descendía de negro y albarrazado; y eso aunque caballo, pollo y mestizo tuvieran las piernas derechas.

 

Este discurso sería una incongruente aglomeración de hechos de lenguaje, que lo más merecería ser hojeado por curiosidad, si no respondiera a un fin más alto, que es el que me propuse al componerlo y al presentarlo como trabajo de ingreso en la Corporación que me hizo el honor de traerme a su seno. Ese fin es llamar la atención de la Real Academia Española acerca de la inmensa herencia lingüística que tiene esparcida por el mundo y que debe cuidar y recoger para formar su Diccionario y regimentar su vida ulterior. En los Estados Unidos se dan casos como el de Nuevo Méjico, en que el castellano —el pobre castellano de aquellas partes— se cultiva con verdadero amor y se riñe por conservarlo con positivo ahínco. Un autor que en estas páginas llevo citado largamente, refiere de una convención de maestros que ocurrió hacia 1915, en la cual, de los varios miles de enseñantes que estuvieron presentes, el 75% hablaba sólo castellano y desconocía el inglés, y apenas el 25% se explicaba en ambas lenguas. En el sur de California se hablaban por igual castellano e inglés no hace todavía muchos años; ahora el inglés, principalmente entre la gente moza, está conquistando el lugar de su antagonista y queda sólo una pequeña porción que hable por gala el viejo idioma de los habitantes de la tierra.

En gran parte obedece esto a la falta de predominio político; y tan cierto es que la influencia material corre pareja con la influencia lingüística, que el castellano, que era la base principal del dialecto chamorro de las Islas Marianas, desde el año noventa y ocho acá se ha obscurecido y tiende a desaparecer.

El Diccionario y la Gramática escritos por el Padre don Aniceto Ibáñez del Carmen y publicados en 1865, no resultaban aplicables en la actualidad. Nadie, entre los vivientes, recordaba las palabras anotadas por el sacerdote español: había bastado el transcurso de una generación para que se efectuara aquel cambio fundamental.[67]

Pero a veces falta la ocasión de practicar el castellano, y el instrumento se va olvidando o enmoheciendo al extremo que dejará de existir prácticamente el predominio de la lengua en todos los países que la usaron, si no se ayuda en cualquier forma a su desarrollo. Algo semejante a las verein alemanas, a las sociedades italianas a estilo de la Dante Alighieri, o las que tengan parecido con la Alliance Française, son necesarias si se quiere conservar un poco de esa herencia espiritual que amenaza extinguirse.

Los hispano-americanos creemos, como Rodó, que existe una España niña siempre en mutación, siempre en crecimiento, siempre llena de brío y capaz de renacer. La figura de la dueña eternamente aterida que aparece en las ficciones de alguno de los grandes novelistas españoles, no la entendemos nosotros, porque miramos en todas las repúblicas hijas de la “España fecunda”, el afán de renovación, el ansia de creciente expansión espiritual, el propósito de prolongar la vida de la raza mediante el trabajo de los epígonos que refuercen los bríos de la madre todavía lozana y floreciente.

Y yo creo que no hay lazo que pueda unirnos más eficazmente que el del lenguaje. Por mucho tiempo los eruditos hispano-americanos consideraron piedra de toque inapelable la del Diccionario de la Real Academia: palabra que no figurara en ese Korán de la lengua debía ser excluida con el ignominioso sambenito de disparate, corruptela, gazapatón y provincialismo. Y a esa actitud correspondía la de los escritores españoles, que con Clarín sostenían eran los amos de la lengua y que a nosotros tocaba solamente respetar y acatar las decisiones que Castilla dictara.

Por lo menos desde mediados del siglo pasado comenzaron a estudiarse los hispano-americanismos por hispano-americanos eminentes. El cubano Pichardo que sigue a Alcedo como decano de esa falange que tan bien ha trabajado por la unificación de la lengua, empezó la tarea que habían de seguir tantos amantes de sus países y tantos curiosos de la ciencia filológica, hasta que vino el doctísimo Cuervo, cuya inmensa labor había de servir para probar que los localismos nuestros no eran vanos caprichos, ni ridículos disparates, ni faltas imperdonables de locución; sino que tenían su origen en la vida misma del sermón nacional, y que si bien muchos merecían desterrarse por mal traídos o mal formados, la mayoría procedían de peculiaridades de nuestra vida, de objetos de nuestras tierras, de palabras de los idiomas indígenas y, sobre todo, de voces netamente castellanas que han quedado incrustadas en el castellano que se habla en los diferentes países. Mirar con desdén o declarar de plano ilegítimos esos vocablos sólo porque no se usan actualmente en España, es error notorio y falta de comprensión de lo que ahora ha avanzado la ciencia filológica, y obrar contra ese espíritu de panhispanismo que se dice predomina en las relaciones de los países de nuestra raza.

Hay, por ejemplo, vulgarismos que tienen origen en cosas o sucesos tan distantes, pero tan legítimos, que sería error notorio desecharlos sin examen o condenarlos sin estudio. No hay ahora persona nacida que en Méjico no ría si oye decir masque en el sentido de “no obstante”, “no importa”, “a pesar de todo”, y sin embargo masque es un lusitanismo o un hispanismo que probablemente recibimos de la China o de la India. Figurando en el English pigeon se usa todavía, y de ese masque que por baya se supone procedente del verbo mascar, se han sacado mil divertidas locuciones que la gente repite sin cesar.[68]

Y sobre todo ¿por qué ha de ser más castizo y más digno de estudio un localismo de Palencia o de Albacete que cualquier vocablo americano —supongamos ñapa— que se use desde los confines del Canadá hasta Tierra del Fuego?

Los hispano-americanos han hecho algo —han hecho mucho— para depurar sus dialectos vernáculos y las obras que diariamente se publican son prueba de su gusto por esta clase de estudios. Yo desconozco la contribución que los españoles hayan aportado a esa importante rama de la actividad espiritual que constituye la prenda de nuestra solidaridad, el lazo que nos ata, la forma de nuestra comunicación y la exteriorización del sentir y el pensar colectivos. Lo que el conde de la Viñaza cataloga en su repertorio es de poca importancia en comparación de lo que hasta la época de la publicación habían trabajado los americanos. Quizás después hayan aumentado los trabajos sobre especialidades lingüísticas que serían menester para completar la obra que se requiere en esta dirección; pero me temo que se haya avanzado poco, pues, que yo sepa, el diccionario de andalucismos, que Cuervo se figuraba sería la explicación de muchísimos americanismos, no se ha publicado aún.

Y si en un país como los Estados Unidos, en que el castellano está extinguido o extinguiéndose a grandes pasos, se puede encontrar tal cantidad de palabras todavía vivas e incorporadas al habla popular y a la erudita ¿por qué no había de procurar la Academia española aprovecharse de ese caudal lingüístico y del que está esparcido en muchísimos lugares en que España dominó, a fin de perfeccionar y aumentar su acervo, de legitimar y aprovechar las formas americanas que sean de ley y enriquecer el idioma mediante la reivindicación o la aprobación de las razonables y dignas de la consagración del Diccionario? Tal es mi sentir más íntimo y mi deseo más sincero. Los hispano-americanismos tendrían entonces la sanción suprema y merecerían ser usados con libertad, como gala y decoro del lenguaje, en vez de ser vistos como aventureros advenedizos, indignos de alternar con las palabras de rancio abolengo.

 

[1] F.W. Blackmar, de la Universidad de Kansas. Spanish American Words en Language Notes, tomo VI.

[2] Alhuzema, por alfazema (al kouzema), que P. de Alcalá tradujo por espliego. Dozy.

[3] Almaizaralmaizal (especie de toca o velo), de al-mi-zar. Vid. Dozy, Dict. Des noms des vet., p. 42 y sig. En Méjico no se oye nunca humeral.

[4] Durazno. “Viene esta palabra del árabe dourankin o del griego durakion?” (Müller). Ni una cosa ni otra, sino del latín perica duracina (en Plinio). “Melocotones de carne dura”, como Müller habría encontrado en Diez II 120 (Dozy). El Diccionario lo trae del griego pero la voz no se usa en España y sí se emplea constantemente en Méjico y en casi toda América, donde el género es durazno y hay varias clases de ellos: priscos (pércicos), abridores, melocotones, albérchigos, etc.

[5] Littré, Dictionnaire de la Langue Française. Préface, XXX.

[6] Cf. Martín hume, Spanish influence on English literature, passim. London, 1905

[7] Stanford trae textos de 1654 y 1674 en que la palabra está empleada en el sentido de rufián, pícaro, hombre dispuesto a todo. “Aquellos desperados turcos los spahis”, J. Frapp Com Old Fist. Uno de los desperadoes del lugar, Compl Gamester, Pág. 10.

[8] Barret, Theor of Warres (1598), dice que es palabra española y la define como media escuadra —esto es, diez o doce soldados unidos en alojamiento, comida y amistad y mandados por un cabo de cámara. No parece muy clara la definición que da Almirante, por más que inserte una ordenanza de 1632 previniendo que los soldados vivan con sus camaradas.

[9] Cochinilla puede tomarse como tipo de la alteración que sufre la escritura de las palabras españolas al adaptarse a la pronunciación inglesa. El texto más antiguo que trae Stanford es de 1572 de los viajes de Hakluyt. “Se cosecha cochinilla en esta población”. En el siglo XVI se cambió en cochimilecochiniliacutchanelcochinellcochonilliocochenillo y cochinile; en el XVII fue cochenelcochinillecuchenillecutchanelcuthanelecochanelecochiniliocutchoenale y cutcheneale: en el XVIII se transformó en cochinell, para ser cochineal en la actualidad.

[10] El profesor Robertson Smith cree con suma verosimilitud que la palabra proviene del árabe banan, dedo de las manos o de los pies. Banana significaría, pues, un solo dedo.

[11] La Literatura del chocolate es antigua en Inglaterra. En 1640 imprimía Jo. Oakes A treatise on Chocolate y en 1673 daba desde los Países Bajos recetas eficaces para la fabricación del brebaje, un inglés llamado J. Ry, incluyendo como elemento indispensable el achiote, “género de tierra roja que se trae de la Nueva España”.

[12] El Dr. Johnson no da la etimología de esta voz; pero el Century Diet indica en esta forma los cambios que ha sufrido: lagarto, alagarte, alligater, alligarta, aligarte, alegarte, alligator. Esta curiosa corruptela dio origen a la clasificación zoológica. La familia de los Alligatorida comprende el orden de Crocodilia, (antiguamente familia de los Crocodilidae, orden de los Saurios). Los naturalistas discuten las diferencias entre cocodrilos y caimanes y forman con unos u otros el tronco principal de la familia, que el vulgo confunde siempre.

El ejemplo más ilustre del empleo de la palabra se encuentra en Shakespeare (Romeo and Juliet, V, Act I.):

 

                In his needy shop a tortoise hung
                An
 
alligator stuff’d and other skins.

En cambio, creo imaginaria la etimología de alligator-pear (Ahuacate), que se dice proviene del avocada-pear.

[13] Stanford, p. VII

[14] Gram en portugués, grao, cualquier grano o cereal; pero se aplica especialmente al garbanzo.

[15] Plantain- plátano, es español y procede de los lenguajes de las islas. La palabra portuguesa es bananay proviene del árabe.

[16] Parece que mediante los portugueses se conocieron las divisiones artificiales de la población de la India y que el nombre de casta se transmitió a todos los idiomas de Europa, suponiendo que fuera el que usaban los naturales. Es materia muy discutida y que está en vías de aclararse aún.

[17] La lección portuguesa es peao y la española, que es la que subsiste en la India y en todos los países de habla inglesa, es peón.

 

                O rei de Badajos era alto Mouro
                Con quatro mil cavalos furiosos
                Innumeros 
peoes d’armas e d’ouro
                Guarnecidos, guerreiros e lustrosos
.

[18] Padre es también en americano, pero no llegó aquí por ministerio de la India o de Inglaterra, sino de España y de Méjico. Padre es especialmente el misionero de los antiguos tiempos, distinto de father, sacerdote del clero secular.

[19] Mosquito es español; y aun el portugués lo ha tomado de nuestra lengua.

[20] Camisa es del latín camisia. Es curioso este pasaje de San Jerónimo, Epístola ad Fabiolam, LXIV III: “Solent miletantes habere líneas quas camisias vocant sic apris mebris et adstrictas corporibus… quocumque necesitas traxerit”.

[21] Pial-poyal, de poyo español, de pódium latino. Poyal es escala para montar a caballo.

[22] Foras lands. Tierras ganadas al mar.

[23] Yoss. Templo de ídolos en China y Japón. Parece que es corrupción de Gran-Dios (Grande Yos House). La palabra sería española, pues faltan los elementos del Deus portugués.

[24] Castizo. Hijo de portugués nacido en la India. Es distinta de nuestra denominación nacional.

[25] Cuspadore. Escupidera. Usada hasta hace poco en la tarifa india de aduanas.

[26] Mangellín, peso para perlas equivalente a un quilate (cinco gramos, tres quintos).

[27] Mango es planta originaria de la india. La palabra en tamil es man-key o mangay, de la cual los portugueses formaron manga y nosotros mango.

[28] Sabún es, probablemente, una mezcla de las dos lecciones, savao y jabón. De ésta tiene la terminación y el prefijo de la primera.

[29] En inglés, el ejemplo más antiguo que cita Stanford es de 1555. “Por la mañana temprano acostumbran ir cinco, siete o más en una de sus canoas o barcas a cualquier puerto del mar”. (R.Edere, Decades Sect. II. p. 213)

[30] Del mismo autor y de la propia obra es la cita en que se habla del “cacique o rey de aquellas partes”.

[31] Mencionado en la traducción inglesa de la Historia Natural de la Indias, del Padre Acosta (1604). Se habla del aji verde, amarillo y de color encarnado, que es el más picante de todos y al cual llaman caribe.

[32] También conocido mediante las Decades de Edere que los llama hongos de tierra y escribe botadas.

[33] Lo menciona Edere, en Newe India, (1555).

[34] En Edere, Decades, (1555).

[35] En R. Parke, trad. de Mendoza’s Hist. Chris. (1589).

[36] 1690. Let’s barbieu this fat rogue. —Mrs. Behn. (N.E.D.).

  1. Broylin… at some distance above the live Coals (the Indians) and we fron them, callBarbabueing. —Beverley,Virginia, III. 12.
  2. Olfield, with more than Harpy throat endued, Cries “Send me Gods” a whole hogbarbecued!” Pope,Imitations of Horace, Satire II. 25-26.
  3. The cassine is used as a drink. Theybarbacueor toast the leaves, and make a strog decoction of them. —B. Romans, Florida, p.93.
  4. (The Virginians) are extremely fond of an entertainment which they call abarbacue. It consists in a large party meeting together under some trees or in a house, to partake of a sturgeon or pig roasted in the open air, on a sort of hurdle, over a slow fire. —Isaac Weld,Travels through N. America, p. 107. London, 1799.
  5. An elephant of four years old,barbecuedat a fire of sanders and aloes wood. —The Aurora, March II (Phila).
  6. Instances of ferocious valour, which will give them popularity, and save the expense ofBarbecuesand whiskey. —Boston Gazette, Dec. 7.
  7. The farmer occasionally give what they call a “barbique” in the woods... The hog is killed, dressed, and roasted after the Indian Method. —John Bradbury;Travelsp. 290.
  8. Abarbecued hogin the woods, plenty of whichkey, will secure elections, even in America. — W. Faux, Memorable days, pp. 91-92. (London).
  9. A more genteel festival is thebarbecue, expensive and elegant; where a numerous party of ladies and gentlemen assemble by invitation, or ticket, to feast and dance in beautiful decorum under an artificial arbour. — Arthur Singleton,Letters from the South and West, p. 66 (Boston).
  10. She hadbarbacueda pair of fine fat quails for her husband’s supper. —Mass. Spy, April 21, from the Irenton Emporium.
  11. (They believed the evacuation of New York to be) a genuine yankee trick, which was to end “right away” in their being roasted alive, orbarbecued. —John Neal,Brother Jonathan, III, 137.
  12. A freeBarbacueand Dance will be given at Frankfort, Ky. —Mars. Spy, Oct. 4.
  13. The bodies (of rats in the West Indies) are neatly dressed andbarbecued, and carried to the marketplace, where they sell readily at the rate of two or three for a bit, or twelve and a half cents of our money. —Mass. Spy, April 15, from the Macon (Gja.) Telegraph.
  14. You surprise me, Mr. F.; no taste for abarbecue! Well, that shows you were not raised in Virginia. Time you should see a little of the world, sir; there’s nothing in life equal to abarbecue, properly managed, —a good old Virginia— barbecue. — James Hall, The Harpe’s Head, p. 22 (Phila).
  15. Abarbecueis well described in Carleton’s New Purchase, chap. XIII.
  16. On one hand you see rising the smokes of abarbecue; a steer is about to be roasted entire above a huge pit, over which, by means of a stake, he hangs suspended. —“As good as a Comedy”, p. 47 (Phila).

[37] Si acaso, como sostiene el Sr. Chavero, huracán es voz mayaquiché.

[38] Los tomates no sólo son conocidos en todas las lenguas, sino que las lecciones exclusivamente mejicanas, jitomate (el tomate rojo), y miltomate (el tomate de milpa), eran familiares en América. Pedro Mexía de Ovando escribe en El Epítome del Gobierno de las Indias (citado en el prólogo de La Ovandina, p. XCVII), refiriéndose al Perú, puesto que habla de camaricos: “también les obligan (los clérigos) a que lleven el indio o india más pobre el melón, la calabaza, los hitomatesmiltomatesajíes y pimientos, y cuando van a decir el responso sobre la sepultura hácenles ofrezcan de más a más medio real por persona”. Jitomate proviene del náhuatl xictli, ombligo. Significa, pues, tomate de ombligo (xic.-tomatl). Robelo, 389, 575.

[39] A. Hatsfeld, A. Darmesteter y A. Thomas, Dict général de la Langue Française, I, p. 36.

[40] Las Cortes representaban, en 1502, a Felipe II, que los moriscos se dedicaban con preferencia a los ejercicios propios de trajín y comercio menudo de subsistencias, sin tratar de adquirir bienes raíces; y proponían que se les obligase al cultivo de tierras y a que sólo vendiesen sus propios frutos y cuando más se les permitiesen las profesiones de industria sedentaria y residencia fija en los pueblos. Eran los moriscos tan dados a la arriería, que según el autor coetáneo de unos Discursos Políticos sobre la provisión de la Corte, que existen manuscritos en la Biblioteca Nacional y que cita Pellicer, la falta de arrieros que produjo la expulsión a principios del siglo XVI, hizo encarecer extraordinariamente los portes. En especial de los riscos de Hornachos, pueblo de Extremadura, distante cinco leguas de Llerena, cuenta Salazar de Mendoza, Canónico de Toledo, en su libro de las Dignidades de Castilla, que muchos eran arrieros y así sabían cuanto pasaba en España y aun fuera, pues tenían correspondencia con turcos y moros. (Clemencín. Notas al Quijote, Nota XVI del Capítulo 16).

[41] Conozco tres ediciones distintas de este libro de H. w. Daly, 1908, 1910 y 1917, y en cada una la materia va mejorándose notablemente, al grado de que las 198 páginas de la primera impresión, ahora son ya casi 400.

[42] Es caso curioso que en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, al pedirse un crédito para diez mil coronas, un miembro de la reunión, indignado, reclamara por el derecho que significaba la compra de diez mil máquinas de escribir de marca Corona. Hubo que explicarle que se trataba de coronas para las bestias, esto es, de “pedazos de tela gruesa acojinados, que se pone a las caballerías entre la silla o albarda y el sudadero para que no se lastimen”.

[43] En Tejas, el permiso que se acordaba para suspender los trabajos de una mina sin perder la concesión.

[44] Molino de traza primitiva para moler metales.

[45] Se distinguen placer diggins y placer mining. El primero se aplicaba a las localidades en que el oro se encontraba en la superficie; el otro, a los trabajos emprendidos en quiebras o cañadas.

[46] La Academia ha dejado fuera del Diccionario a Bonanza en el sentido de súbita riqueza en placeres o minas. Se define buen tiempo o prosperidad, y así se aplicó en halse: “Un gran depósito de mineral escogido”. Molina dice que es “la concentración de la mena en la masa” y trae como sinónimos ennoblecimiento y boya, de Cerro de Pasco, Perú. Esta palabra, advierte Halse, ha sido adoptada tiempo ha por los anglo-sajones y se usaba especialmente para designar los depósitos de metales preciosos. Se dice que una mina se halla en bonanzas cuando da grandes rendimientos. En Méjico ocurren las bonanzas en las zonas más ricas, o en las que contienen sulfuro de plata mezclado con sulfuro negro de antimonio.

La explicación de la palabra parece razonable, tanto más que el antónimo de bonanza viene a ser borrasca, que, según el mismo Molina, es “la difusión de la mena en la masa”, y que se usan dar o caer en borrasca y emborracharse, esto es, dar en piedra bruta, en roca desnuda o estéril, en pedernal duro, como dice Gamboa, el docto comentador de nuestras Ordenanzas de Minería.

Sin embargo, si se advierte que borrasca puede ser sólo corrupción o extensión de borra, que tiene el mismo significado, la contraposición no resulta tan clara. Con la desconfianza natural con que debe procederse en esta clase de asuntos, yo me permito preguntar si bonanza no vendrá del bajo latín bonas, tesoro oculto encontrado. Dyucange lo explica diciendo que es bona fortuna thesaurus se potius thesaurus inventio. Usat Barciniens, Mss. c. 106. De rustico si invenerit Bonas Rusticus vero si invenit aureum vel argentum quo vulgo dicitur Bonas... statim denunciet domino suo.

En los Estados Unidos parece que el nombre se aplicó primero en una Mina de Nevada que inesperadamente llegó a tener una gran producción de metales. “Las Minas... están produciendo una cantidad de metales que pueden llegar a tener una bonanza tan grande como la que hace años dio millones a San Francisco”. San Francisco News, feb. 4, 1868, en Farmer.

Mina rica, refiriéndose a la Bonanza Mine (Thornton), “(Trabajaba) con la ilusión de topar con una bonanza”, BaadleWestern Wild (1878).

“La Star Roure Cases es una gran bonanza” (Encabezamiento de The Critic Wash, Dic. 23, Thornton.

[47] Por la Ley I, Título I, Libro V de la Recopilación de Indias, extendió Carlos V la jurisdicción del Tribunal de la Mesta a la Nueva España y determinó se matara el ganado sobrante, que dañaba las sementeras y animales de las estancias.

[48] Nuestro “rodeo” se ha extendido por el mundo. En The New York Evening Post, de 24 de enero de 1924, me hallo este trozo que prueba cómo nuestra diversión nacional ha tomado carta de naturaleza hasta en Inglaterra, país clásico de los deportes:

“Charles B. Cochran, another producer, came here to ‘round up the rodeo’ for the British Empire Exposition in London next June”.

[49] Estas palabras, chirrión y chirrionero, son muestra curiosa del proceso que se siguió para formar mejicanismos y de las transmigraciones que han tenido las palabras. Chirrión fue en principio lo que es en España, “Carro fuerte de dos ruedas y eje móvil”, que chirria mucho cuando anda; y “chirrionero” al que conducía el chirrión. Tales cosas demuestran las citas siguientes respecto de chirrioneros, que me suministra el diligente investigador don Francisco Fernández del Castillo:

Chirrioneros (conductores de chirriones).

“1573. Hernán Vázquez, Inquisición. Tomo 76, expediente 53 y tomo 100, expediente 3.

“1576. Rodrigo Arias. Era el encargado de conducir los reos a Veracruz. Inq. Tomo 81, exps. 6 y 7.

“1585. Ontiveros. Inq. Tomo 139, exp. 20.

“Hay otros varios, entre ellos uno de 1553; pero no tengo el apunte a la mano. Creo que para la anotación que Ud. desea, con las cinco citas anteriores le bastarán, pero si no fuere así buscaré más”.

[50] Es curiosa la transformación de esta palabra; agrito, una frutilla de terrenos pantanosos, se ha venido a convertir en algiritaalgeretaalgaroteaquirite alquirette.

[51] Hay tambien frijolillo, leguminosa muy tóxica (Saphora Secundiflora).

[52] En Texas se conoce la llamada en Méjico calabacilla jedionda (cucurbita factidíssima).

[53] Los mejicanos llamaban así a diferentes especies que nada tienen de común entre sí. Luma Salicifolia (Kunt). Dejospiras obtusifolia (Wild), Casimiros edulis (La Llave), Acras sapota. Mammea americana (Linneo). Es curioso que en el este de los Estados Unidos se pronuncie y escriba chapote que recuerda la primitiva grafía y la transformación de z-tz-x en ch. Un documento de Sahagún de 904 usa las formas sauroduen auro; otro de cartulario de San Juan de La Peña, correspondiente a 1024, da Lope Sauxi; en el Fuero Juzgo hay xegar (llegar), xagar (llagar); xamar (llamar). (Cotarelo). ¿Sería esa la forma primitiva que emplearon los españoles para representar el sonido de tzapotl?

Ha sido también de las palabras aztecas más andariegas, pues se halla en alemán, sapotill-baum (Muret.—Sanders Enzyklopedisches Wörterbuch); en portugués, sapotilhasapotilhe (Hatsfeld et Darmester); en italiano sapotiglia (Petrochi, Dic. Universale de la Lingua Italiana); en inglés, sapota, sapotaseas. (Cent. Dict.).

[54] El Diccionario ignora la garbanza; pero en Méjico todos saben que es un garbanzo de mayor tamaño, más suave de consistencia y de sabor más exquisito que el simple garbanzo. En España se vende en la clase primera de Sauco. Los diccionarios de americanismos lo dan como corruptela. Hablando del pueblo de ese nombre, que escriben Garvanza los americanos, el ilustre profesor Lummis dice (Sánchez) que fue bautizado por Tenderfeet y no por españoles; tal vez, pero es de creerse que haya habido una variedad de garbanzo llamado así en España. En todo caso, es un mejicanismo y no un barbarismo, como supone Lummis.

[55] El náhuatl es tan ágil y escurridizo que ha llegado a filtrarse hasta en la lengua gitana. En esa tribu se da el nombre de guejolote (meleagris gallopavo), al guajolote mejicano, por más que se hace venir del sánscrito (Borrow, 387).

[56] En estos días recorren las columnas de la prensa párrafos como este, que tomo del San Francisco Chronicle:

“The Government, represented by Assistant United States Attorney George B. Finnigan; and San Francisco bootleggeria, represented by Attorney Hugo K. Asher, paid not the slightest bit of attention to the warning wave of the Commissioner’s good right hand”.

Parece como si la desinencia tomara la misma significación de la nuestra. El lector se servirá recordar que bootlegger es el vendedor clandestino de bebidas alcohólicas; bootleggeria es pues, la hermandad o la reunión de contrabandistas de alcohol, significado que no se aparta mucho del nuestro.

[57] He aquí unos cuantos títulos de la literatura de pueblos: Pueblo Indian Folk Stories by Charles F. Lummis.

Summer Ceremonies of Zuni Pueblo... Ceremonies at the Tusayan Pueblos by J. W. Tewkes en A Journal of American Ethnology and Archaeology.

The American Indian as a Product of Environment, with Special Reference to the Pueblos, by A. J. Tyrm.

A General View of the Archaeology of the Pueblo Region, by E. L. Hewet.

The Phisiography of the Rio Grande Valley, New Mexico, in Relation to the Pueblo Culture.

The Chief Dwellers and Pueblos, Rev. S. D. Peet.

The Land of the Pueblos, Mrs. Lew Wallace.

Culture of the Ancient Pueblos, W. Hough.

Reports upon... Ruined Pueblos of Arizona and New Mexico, F. W. Putnam.

[58] American State Papers- Foreign Relations, IV, p. 307.

[59] La edición moderna del Diccionario de Webster acepta corrál; las anteriores ponían córral.

[60] He hablado con algunos de los que se dicen old castilian y puedo asegurar que su lenguaje es peor que el nuestro, porque su acento, formas dialectales y sintácticas, apenas si tienen parecido con las que en Méjico se usaban setenta años hace. Cuando escriben en castellano, incurren en anglicismos o barbarismos verdaderamente curiosos, y no guardan nada del old castilian.

[61] Robert Louis Stevenson, citado en el libro arriba mencionado. Los patronímicos españoles no son menos agradables a los oído yanquis. En la familia Vallejo la madre se llamaba Doña María Antonia Lugo; los hijos, Isidora, Josefa, José Ignacio, José de Jesús, Juana María Gertrudis, María Magdalena, Prudencia, Mariano de Guadalupe, Jerónima, Encarnación, María Paula, Rosalía, José Manuel, Salvador, María de Jesús y Juan Antonio. Soulé, que los cita en The Annals of San Francisco, p. 770, ed. 1855, dice que: “From a spanish mouth these names flow forth softly as oil upon water, or as the sweet strains of music from a harp”.

[62] Una de las plantas más populares en todas estas llanuras es el mezquite:: muskeet:: musquito:: mosketh:: mesquit:: nesquit (Algarobia grandulosa). “Crecen en la llanura mezquite y otros arbustos”, A. Willizemes, Tour in New Mejico, p. 48. (1846). “Iba el camino entre lindos mezquites”, Ib., p.69. (1849). (Stanford). “Hallamos el río cubierto con muchos árboles de mezquito, que produce una vaina excesivamente dulce”. Narrative of J. O. Pottie, p. 59, 1833. (Thornton).

Mesquit grass Hog. Wall mesquit:: Stipo Spota. Especie de pasto corto que crece con mucha lozanía en las praderas del oeste de los Estados Unidos. Es muy nutritivo y agradable para el ganado, caballos, carneros, y tiene la ventaja de conservarse dulce y suave aun en el riguroso invierno. (Bartlet).

[63] “Los González y los López abundan tanto en los Estados del Sur y del Oeste como los Smith y los Jones”. (Mengken).

[64] La ley de Hobson-Jobson se observa en Méjico en palabras que pasan del castellano al azteca. Por ejemplo, el jeroglífico con que representaron los indios el nombre del virrey Mendoza durante su expedición contra los tzacatecas y caxcanes, fue una tuza devorando el corazón de un maguey (metltozam, de metl, magueytozaytuza).

Otro tanto ocurre en sentido inverso, esto es, pasando del azteca al castellano. Se llama agua miel a la atl metl (agua de maguey). Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el fastidio.

[65] “¿Y Mexi, pregunto yo, qué significa? Pronunciado como lo pronuncian los indios es una palabra hebrea que significa lo que, tomándolo del latín unctus, llamamos ungido, tomándolo del griego Cristous llamamos, y tomándolo del hebreo Mesci llamamos Mesías”. Todo el papel es una serie de extravagancias eruditas que hacen dudar de la integridad mental del autor. La carta se insertó en El Porvenir de Monterrey, número especial del 16 de septiembre de 1920.

[66] El ejemplo más antiguo que conozco es el siguiente: “A las mismas horas de dicho día tres emprendí mi marcha para esta Presa, pasando en Balsa el Río de Trinidad y el Vayuco grande, viniendo a hacer noche a las Rancherías”. Diario derrotero del carabinero graduado de sargento José del Tor en busca de los desembocaderos de los ríos Trinidad y Orechas. Mss. Archivo General, Prov. Int., T. 239.

[67] Dictionary and Grammar of the Chamorro language of the Island of Guam...by Edward von Prussy, Washington, 1918.

Casi todas las palabras poseen equivalente español e indígena y aquéllas tienen diferencias semánticas, morfológicas y fonológicas muy especiales. Así abanico es también purno lato o panaglato (espanta moscas). Abundancia tiene varias formas de expresión: abundansiainabundansiaricomicosasminege, etc.

El vendedor de telas se llama benteron y magago.

El grito que indica rendición es basta para, y también se usa resigna.

El irrespetuoso tiene varios nombres: bastosdesatentomalamañapresomidochaleg y machaleg.

[68] Masque, Mazkee, término que en Chinese pigeon (la jerga que constituye el medio de comunicación en los puertos chinos entre los ingleses que no hablan chino y los chinos con quien tienen que comunicarse) significa “no importa” y se usa de continuo en boca de los europeos de China. Se supone que es corrupción o elipsis de alguna frase portuguesa; pero no hay nada satisfactorio al respecto. Skeat escribe: “Probablemente es tan sólo el portugués mais que importado directamente por conducto de Macao en el sentido de “although, even, in spite of, malgré”.

 

Respuesta al discurso de ingreso de don Victoriano Salado Álvarez


 

Bienaventurado anduvo el señor don Victoriano Salado Álvarez con la herencia que le tocó en suerte de venir y ocupar en esta casa —que desde hace varios años era suya—, el sillón que con tanto lucimiento y honra tantísima, a su vez ocupara por sus propias y altas virtudes aquel varón egregio llamado en el mundo José Ma. Roa Bárcena, espejo de caballeros y modelo de escritores, que, con idénticas excelencias acertó a ser durante su ejemplar y larga vida, caballero de su Dios, caballero de su rey, caballero de su dama y caballero de las Letras. Para ser recibido, según nos place recibirlo, el señor Salado no había menester, seguramente, de ampararse a una sombra tan respetable y respetada; los merecimientos suyos, alquitarados y sólidos, tienen que franquearle todos los umbrales y que ganarle todos los aplausos. Yo lo felicito, sin embargo, por el cálido elogio que de su predecesor acaba de hacernos, porque si en todas las épocas conviene de cuando en cuando asomarse a las tumbas en que duermen y esperan los muertos ilustres, y resucitar el recuerdo de sus actos y palabras para que no se borre de la memoria quebradiza de los hombres y de la ingratitud orgánica de las sociedades, aquella conveniencia sube de punto en épocas como la nuestra, de honda inquietud y desorientación pavorosa, de negaciones e interrogaciones formidables, en que las disciplinas míranse relajadas, invertidos o dislocados los valores morales, profanados los altares, los hogares en ruina, la justicia a remate, vilipendiado el derecho, ignorado el deber, desnudas las vírgenes, prostituidas las juventudes, marchitas las infancias. Es bueno entonces, interrumpir el sueño eterno de los que se nos fueron, y repetir a los que asistimos anhelantes y pávidos a esta parodia sin grandeza de la orgía del Paganismo, cómo entendieron ellos la vida, cómo supieron vivirla noblemente y embellecerla y purificarla, no obstante que es de suyo bajuna y deleznable. Evocar y elogiar figuras como la de Roa Bárcena, no es únicamente acto de justicia, es algo más, acto de suprema moral y de objetiva enseñanza, signo de inconformidad y de protesta, inequívoco augurio de que el arrepentimiento y el alivio no andan muy lejos. Y pues habéis realizado acto tamaño, señor Salado Álvarez, sed doblemente el bien venido.

Aunque yo sepa a ciencia cierta que vuestra personalidad, la literaria sobre todo, es harto conocida y estimada para los señores Académicos, para el selecto auditorio que con su amable presencia nos favorece la noche de hoy, para el país entero, cuyas fronteras se allanaron más de una ocasión al propósito de que también los extraños supiesen de vuestros talentos, mi encomienda de responder a vuestro discurso y las imperativas solicitaciones de la vieja amistada que nos ata, oblíganme, y con viva satisfacción de mi parte, a reseñar aquí a grandes rasgos, cuál ha sido vuestra existencia y cuál es vuestra obra.

En la antigua Teocaltech de Jalisco, que en romance significa “lugar del templo”, nació, pronto hará 56 años, el nuevo Académico numerario de la Mexicana. A los 23, gana en Guadalajara el título de abogado, y durante una década comienza a abrirse paso, ora al lado de don José López Portillo y Rojas, nuestro Director recién desaparecido y lamentado siempre, ora desempeñando empleos afines a su carrera: juez, defensor, agente del Ministerio Público. En esos años mozos, ya despuntaba, a guisa de simple afición, lo que corriendo el tiempo convertiríase en ministerio esencial de su vida: una entrañable devoción hacia las letras, que tan generosamente habían de recompensársela con lauros y honores. Sus primeras lanzas las rompió en 1895 en El Correo de Jalisco, redactado por él solo en distintas temporadas. En 1901, después de intermitentes visitas rápidas a esta ciudad capital, que tanto atrae y fascina a las ambiciones tempranas de los provincianos, llamado por el maestro periodista Rafael Reyes Espíndola, Salado vino a plantar aquí su tienda. Poco permaneció en El Imparcial, un año escaso, y a su término vémosle sirviendo en la Escuela Nacional Preparatoria la cátedra de lengua castellana, ganada en reñida y brillante oposición. Mexicano por sus cuatro costados, Salado Álvarez no iba a substraerse a los arrumacos y carantoñas con que esa mala hembra que se apellida Política, engaña y se conquista suspirantes y seguidores; por lo que el año de 1902, representando a un Estado fronterizo, tuvímoslo en calidad de propietario, instalado en una curul de la Cámara de Diputados, en la que había de permanecer, nominalmente, hasta 1910, pues de hecho alejóse de ella en 1906, a fin de ir a desempeñar en el Estado de Chihuahua las fatigosas funciones, si a conciencia se desempeñan, de Secretario de Gobierno; y luego, para iniciarse en la carrera diplomática, como segundo Secretario de nuestra Embajada en Washington. En 1908, torna a la curul y a la cátedra; en 1909, es Subsecretario interino de Relaciones Exteriores por seis meses, y aún vuelve a la Cámara, como Presidente, para marchar a Buenos Aires, en 1910, como Presidente ahora de la Delegación de México a la cuarta Conferencia Panamericana. A su regreso, queda de Subsecretario efectivo de Relaciones Exteriores, hasta el año siguiente, en que lleva nuestra representación diplomática a Guatemala, primero, y al Brasil, después, donde la revolución constitucionalista, vencedora, lo abandona a sus propios esfuerzos. De ahí arranca una larga odisea que ha concluido apenas con su regreso definitivo, en la que no quiero seguirlo, por miedo de que su espíritu y el mío, que juntos degustaron inolvidables acíbares lejos de esta tierra nuestra, se nos ensombrezcan demasiado.

La obra literaria de Salado Álvarez, sin ser copiosa precisamente, sí es intensiva y perdurable. Por algún tiempo, él mismo debe haber sentídose novelista. Y novelista parece, en efecto, con sus libros De Autos, Cuentos y Sucedidos, que ven la luz en 1901, y De Santa Anna a la Reforma y La Intervención y el Imperio, que en 3 y 4 gruesos volúmenes, respectivamente, aparecen en 1902 y 1903; libros, estos últimos, que mucho recuerdan en trama y factura, los deliciosos Episodios Nacionales del incomparable Pérez Galdós. Por las 4,000 y tantas páginas de apretada lectura de esa doble colección de novelas, encadenadas entre sí, desfilan personas y sucesos, habilísimamente acordados, de aquellas dos épocas palpitantes de nuestra dramática historia nacional, a que sus sendos títulos se contraen. Y no se sabe qué ha de saborearse más, si el respeto y miramientos que el autor guarda a la verdad histórica, aquí y allí disfrazada a la fuerza por exigencias ineludibles de la naturaleza novelesca de la narración, o la maestría en el manejo del idioma, en los diálogos muy particularmente, y en la descripción circunstanciada y sabia de sucesos, parajes y prójimos. La parte propiamente histórica, ofrece detalles y sorpresas de señalada importancia, que las historias tituladas a veces callan o menosprecian, pero que mucho completan y perfilan este acaecimiento, antes impreciso o preterido, y aquella figura o figurón secundario de entonces. Es libro que se apura de un sorbo, y que entretiene y enseña. De continuar Salado Álvarez roturando y sembrando los campos dilatados de la novela, sin duda habría llegado a levantar una cosecha opima para bien suyo y para el de nuestras Letras, desmedradas hasta hoy, por desgracia, en esa rama, a mi juicio, floración la más preciada y exquisita en todas las literaturas. Engolosinado probablemente con el éxito halagüeño que sus episodios le acarrearon, después de tantear la polémica en su libro De mi cosecha, se aventuró resuelto por los senderos espinosos de la crítica y la biografía; y así nos dio, en 1906, su José Ives Limantour, tras el seudónimo de Un aprendiz de retratista, y en 1909, una Disertación sobre la inmoralidad en la Literatura, diz que “compuesta por D. Querubín de la Ronda, del gremio y claustro de la Real y Pontificia Universidad de Salamanca y su catedrático de prima de leyes. Impresa en México, en la casa de los sucesores de Juan Pablos”; precioso trabajo lleno de erudición, y escrito con un donaire y un gracejo tan intencionado y sutil, que de veras honrara al mejor universitario salmantino de antaño o de hogaño. Y conste que si no lo alabo más, débese a que el tal fue escrito en espontánea y generosa defensa de cierta novela de mi fábrica, por aquellos días nacida, y anatematizada por corajudo censor hispano, más parecido a Zoilo que a Aristarco, a pesar de su tonsura eclesiástica.

Tampoco en los dominios de la crítica quiso Salado sentar sus reales; con lo que nos perdimos de un crítico de cuerpo entero, según lo hubiese sido, a poco que a ello se pusiera. Es que su verdadera vocación intelectual, la que mejor cuadra a su temperamento, carácter y aficiones, es la de historiador; pero no historiador como por ahí andan tantos que nos presentan en grandes lienzos pintados a brochazos, lo que acerca de épocas e individuos dijeron otros, sin curarse éstos de averiguar cuándo estuvieron aquéllos en error —involuntario o malicioso—, o cuándo en los cierto. Menos es de los historiadores que por soldada, interés banderizo o inmediata conveniencia, pónense adrede a desfigurar hechos y personas; proceder eficaz para halagar a quienes los pagan y protegen, pero también ¡ay! Para lograr a la postre que los criterios se tuerzan, las juventudes escolares se envenenen, y las masas ignaras, dondequiera representantes de la fuerza y el número, engañadas y ciegas mientras no tercian las rectificaciones justicieras, si es que tercian, otorguen sus admiraciones a los falsos dioses, que tanto abundan en las teogonías político-sociales de todos los pueblos, y los dioses verdaderos, calumniados y escarnecidos, vayan borrándose de la memoria flaca de los hombres, hasta caer para siempre hecho polvo, en el abismo sin fondo del olvido.

¡El señor Salado, al contrario! Desde luego no gusta de abarcar conjuntos; su campo de observación y examen es reducido, casi individual, diría yo; lo que le permite enfocar a sus anchas la lente poderosa de su cerebro, y darnos retratos tan perfectos y acabados de seres, sitios y sucedidos, que los seres readquieren la vida que perdieron, los oímos hablar conforme hablaron, sin eufemismos ni componendas a posteriori; los sucedidos, a maravilla reprodúcense y huelen a verdad; y los sitios, no nada más los vemos y nos los representamos con exactitud pasmosa, sino que los recorremos en la amable compañía del autor, asidos a su mano honrada, y todavía él nos ameniza la caminata contándonos en lenguaje que sabe a literatura picaresca, pero sin las licencias de ésta, a lenguaje de Siglo de Oro, porción de reflexiones y comentos que no tienen desperdicio.

No obstante lo recio de sus espaldas, mucho témome que la tarea que encima les ha echado se la dobleguen y lastimen, pues eso de proponerse enderezar criterios torcidos, que los que no quieren ver, vean, y los que no quieren oír, oigan, lo mismo hoy que ayer y que mañana, resulta empeño temerario y de cuidado. La incredulidad fingida, mil veces peor que la sincera; las reputaciones artificiales, que conviene mantener sobre el pavés para asombro de lobos, y la moneda falsa, que como buena corre entre nosotros, han de poner el grito en el cielo y el puño en la tizona, para castigar la insolencia de este Savonarola de nuevo cuño, que parado a los medios de la plaza pública, grita verdades, y las leyendas las deshace, y a los ídolos, de sus pedestales los apea. Mientras el siniestro se produce con sus libros futuros, algunos de los cuales ya respiran y crecen, él se ha especializado en labor plausible y patriótica, de la que lleva dadas diversas muestras; la historia de las relaciones entre México y los EE. UU. De América, bebida gota a gota en sus fuentes originales, los archivos de allende el Bravo, donde dormitaban a pierna suelta, sin sospechar que nadie fuera nunca a sacudirlos y echarlos a la calle para enseñanza, escarmiento y vergüenza de muchos.

Por lo que mira a su trabajo de esta noche, exponente de que los achaques de pluma nuestro Académico los conoce y domina todos, las manifestaciones de agrado con que lo han recibido son mucho más elocuentes que el mejor elogio de mis palabras para realzarlo. En cambio, sí he de subrayar los puntos de vista que en él se preconizan, porque, aún más extremados quizá, fueron siempre parte muy principal de mi credo en esa materia. El idioma es, sin duda alguna, el postrero y más inexpugnable reducto de las razas que no quieren morir; y es tan resistente, se adentra tantísimo en el alma de los pueblos, que hasta cuando éstos son bárbaramente mutilados —el caso nuestro—, mutilado él también, sobrevive a la catástrofe, quédase adherido en el terruño que fue suyo; en los labios de los supervivientes, que lo guardan con más santa codicia que los muebles familiares, que las heredades de los abuelos, que los juguetes de los hijos muertos. Y en las horas íntimas, cuando el conquistador no nos escucha ni nos mira, junto a la mesa en que la cena triste se cansa de esperar a que nosotros nos cansemos de llorar; junto a las cunas en que arrullamos a esos pedazos de corazón que son nuestros hijos; en los tálamos legítimos, en los que no es pecado que las bocas se junten y los castos amores se consuman; frente al altar donde la Sagrada Forma nos mira divinamente, y nos escucha, y nos promete todo lo que no alcanzaremos jamás aquí abajo, el idioma nativo reaparece con sus modismos, con sus halagos, con sus dulzuras, y sólo empleándolo, repitiéndolo, cantándolo, sollozándolo, volvemos a sentirnos lo que fuimos. A cada generación nueva, vase extinguiendo, muy poco a poco, con terca resistencia increíble. El día nefasto en que no se le habla, ni desfigurado y trunco, quiere decir que la raza subyugada ya fue absorbida. Por dicha, no es ese el caso con el idioma castellano, según acaba de puntualizárnoslo el señor Salado Álvarez; ya lo habéis oído, perdura y perdura a pesar de todo, aunque no con la pureza a que es acreedor por su limpia prosapia, y que nosotros debemos procurarle. Mientras mejor lo guardemos y mejor podamos hablarlo, nuestra personalidad se afirmará más y más, nos sentiremos más fuertes, más eternos, más nosotros mismos, en una palabra. Bien se merece culto semejante, puesto que nos sirve de escudo y defensa, y para que no se nos confunda ni menosprecie. Demostremos cada día, dentro del patriotismo irreductible y bendito que nos distingue y caracteriza, que somos hijos independientes ¡pero legítimos! de la España grande y gloriosa.

Y si alguna vez, que ojalá nunca llegue, hubiéramos de desaparecer como nación y como pueblo, que tal escudo nos sirva de mortaja, y que nuestra última maldición al Destino, o al enemigo que nos acabe, nuestra última palabra de amor para los nuestros, y nuestra última plegaria a Dios, nosotros y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, las exhalemos en castellano.

 

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