Ceremonia de ingreso de don Victoriano Salado Álvarez

Viernes, 07 de Septiembre de 1923.

Méjico peregrino. Mejicanismos supervivientes en el inglés de Norteamérica

Más de veinte años hace que este Instituto, en que se cultivan y florecen tantos buenos estudios, me llamó a su seno sin tomar en cuenta mi mocedad, ni mucho menos lo exiguo de mis méritos, que sólo vuestra indulgencia pudo apreciar; ya que entonces resplandecían en vuestra casa y figuraban en la lista de vuestros conmilitones los más gallardos y sutiles ingenios de que podía envanecerse país alguno de nuestra América.

Vigil, De la Peña, Montes de Oca, Roa Bárcena, Mariscal, Chavero, Casasús, Sierra, Parra, Delgado, Moreno-Cora, Labastida, Sánchez Mármol, López Portillo, eran ornamento de esta corporación y orgullo de la patria literatura, que en ellos se solazaba y complacía. Animadas justas de ingenio, de gracia, de erudición y de finura eran aquellas reuniones que alcancé a ver presididas por dos de nuestros mayores que ahora gozan de vida mejor; pues tales destrozos ha hecho la muerte en nuestras filas, que apenas si vive uno de los numerarios que me llamaron a ocupar un sillón en vuestra compañía, y sólo restamos cuatro de los que ingresamos a la Academia en calidad de elemento de renovación, según solía decir el Director de aquellos días. Si salís por esas calles, oiréis decir tal vez que la Academia es símbolo de opresión y que reina en ella el más severo espíritu conservador: lo que yo he visto resplandecer en la mejicana es sólo la libertad y la cortesía, la cordialidad y el primor de maneras, la más exquisita y la más completa tolerancia para todas las opiniones y el respeto para todas las ideas; preceptos que han sido la norma de cuantos traspasan el umbral de esta mansión.

Tocóme en suerte ser elegido académico de número para suceder al señor don José María Roa Bárcena; y os digo en verdad que si me hubierais puesto a escoger el antecesor de quien debiera hacer el panegírico, no habría pensado en otro que en el literato insigne a quien conocí ya vencido por los años, pero con el espíritu tan entero y la voluntad tan firme como cuando “su elegante persona, gallarda en la juventud, atildada aún en la vejez” lucía en salones y tertulias conservadoras. Era joven en la época de la guerra inicua que los Estados Unidos nos movieron, y de tal circunstancia, en mi concepto, provino la dirección de su vida. No sólo las cosas que vio lo llevaron a escribir su elegante y bien documentada historia de la guerra en que el país vecino nos destrozó condenándonos a ser sus eternos arrendajos, sino que le indicaron que el remedio de nuestros males se debía buscar en Europa y contraponer la potencia de los países de nuestra raza a la de los de habla sajona. Que se equivocó Roa Bárcena es cosa indudable, pues él mismo tuvo que alejarse del débil y mal aconsejado príncipe cuyo fin había de cantar en versos inolvidables.

Tarde se había de dar cuenta de que, como dice el más cabal y acertado de sus biógrafos, el Ilmo. Montes de Oca, resultaba “candor de infancia el transplantar a mejicano suelo un Príncipe alemán y usos de Francia”. Pero no era sólo que al Habsburgo le faltara el “alto don de imperio”. Es que resultaba imposible una monarquía fundada sobre datos tan equivocados como lo eran la duración del gobierno francés y el triunfo de los surianos rebeldes en los Estados Unidos. No tuvieron en cuenta los ingenuos conservadores, que Napoleón trataría siempre de sujetar a su poder al Emperador mejicano (el cual habría venido a ser una especie de súbdito del soberano francés, cosa que difícilmente se concilia con la idea de autoridad suprema), y que aun en el caso del triunfo de los surianos, éstos habrían sido más inexorables y absorbentes que sus enemigos del norte.

La caída de Maximiliano ocasionó a Roa las molestias y los riesgos que a todos los servidores del desgraciado archiduque; él los afrontó con ánimo sereno, y también con ánimo sereno dejó el periodismo de combate que había sido su vida, para dedicarse al comercio de los amigos y de las musas, y al comercio de las combinaciones y de los números, que le había de dejar una fortuna tan abundante y bien saneada, como honradamente adquirida.

Y tanta era su convicción de la verdad que defendía, y empleaba tal comedimiento para con los adversarios, que los mismos escritores liberales cuyas ideas había combatido, pidieron y obtuvieron que para Roa no se prolongaran las molestias del destierro o de la prisión, que eran anejos entonces, como lo han sido después, a la suerte de los partidarios del régimen caído.

Escritor castizo y puro, nos dejó la bellísima Noche al Raso; traductor atinado y discreto, vertió en excelentes versos castellanos los de Byron, de Shelley, de Heine y de Goethe; narrador regocijado, contó en elegante prosa los mil lances de nuestra vida rural y ciudadana; poeta exquisito, escribió la extraordinaria Noche de Querétaro y la bellísima Salutación a Maximiliano, que tiene todo el “magna sonaturum” horaciano; satírico acabado y feliz, refirió en ficción exquisita la suerte de los países que dejan a la plebe la dirección de los negocios públicos. Pero en lo que cifró todo su empeño hasta constituir, por decirlo así su obra maestra, fue en las biografías de Pesado y de Gorostiza que compuso. Cualquiera de estas obras bastaría para inmortalizar a un prosista, a un historiador y a un patriota.

Esas vidas, sobre todo la de Pesado, en que defiende su fe conservadora y relata las andanzas de su maestro y amigo, son modelos de composición histórica y de fino y elegante decir. La de Gorostiza (que no es héroe de mi predilección, pero cuyas aventuras diplomáticas y guerreras reconozco sin trabajo, se prestaban de sobra para un lienzo a lo Franz Hals, como el que trazó Roa) está llena del vigor de este comediógrafo y comediófilo inolvidable. Pero para mi gusto, la semblanza de don J. Bernardo Couto, uno de los salvadores de nuestra nacionalidad en 1848 y que se encuentra esparcida en muchos lugares de las obras de nuestro don José María, merece toda mi admiración por el alto sentido patriótico que revela, por su caudalosa erudición y por lo atinado de sus juicios.

Al juzgar los Recuerdos de la guerra con los Estados Unidos, ha dedicado sus vigilias uno de nuestros más doctos colegas; pero ese libro ha merecido la consagración mejor que podía apetecer un historiador: el escritor norteamericano que con más documentos y con más suerte ha hecho la narración de nuestras vicisitudes en aquella época luctuosa, ha dicho que Roa es tachable porque mira las cosas desde el lado exclusivamente mejicano, reproche que en vez de denigrar al gran veracruzano lo levanta y exalta a nuestros ojos.

Los azares de la política fueron para Roa menos duros que para muchos de sus coetáneos y sucesores. No trepó nunca, como Labastida, Hidalgo, Ramírez y Gutiérrez Estrada, los duros peldaños de la escalera ajena; pero sí sufrió las amarguras y las tristezas de los que, amando hondamente a nuestra patria, hemos visto desvanecerse, en nubes de sangre y en tempestades de odio, nuestras ilusiones más caras. Por eso tal vez no parezca desatinado hablar de filología vernácula al ocupar el sillón que honró el cristiano poeta. Estas páginas, concebidas en la soledad, compuestas en la tristeza, y presente siempre el recuerdo de la tierra ausente, quizá sean tributo que acepte la buena memoria del noble y sincero adalid de las causas perdidas, que casi siempre son las buenas causas.

Al estudiar algunos documentos tocantes a la historia de las regiones que fueron españolas y mejicanas, en las partes del sur y del occidente de los Estados Unidos, tropecé con una cantidad tal de palabras castellanas puras o del castellano que hablamos en México, que me propuse catalogarlas por vía de recuerdo de aquellas tareas.

Y pensándolo bien me dije: pues qué, ¿no es escribir historia hacer el catálogo de las palabras que una civilización ha dejado incrustadas en otra y que siguen funcionando como organismos vivientes y sufriendo las modificaciones y los cambios que les imprime su nuevo estado? ¿No son esas palabras prueba de la vitalidad, muestra de la influencia y prenda de la duración de la gente que abandonó por azares de la fortuna su predominio político, y que conserva todavía, más o menos desvanecida, su influencia sobre los espíritus? Da mihi animas; coetera tolle tibi.

No puede llamarse muerta una raza ni decadente un pueblo que han dejado su huella lo mismo en las más altas especulaciones que en los menesteres más humildes, en las artes útiles que en las de adorno, en los deportes que en el cultivo de los campos, en la legislación que en la tarea de dar nombre a las cosas que al paso encuentran el entendido, el trabajador manual o el estudioso.

Los vocablos tienen tal virtud, es tanta su fuerza atractiva (para expresarme con un término de la jerga jurídica), que por el solo hecho de acudir a la mente unos de preferencia a los otros que son sus sinónimos y sucedáneos, indican tan especiales direcciones del pensamiento que vienen a constituir a quien los usa, en feudatario del pueblo que primero los trajo a vida.

“Para quien estudia la existencia de las naciones, nada más interesante que los nombres que tan claramente demuestran la dominación de otra raza. Como los romanos, sajones, daneses y normandos dejaron sus monumentos en Inglaterra, así encontramos en las fuentes, ríos, pueblos y divisiones políticas, las pruebas de una civilización anterior”.[1]

Las palabras tienen su vida, su autonomía, su razón de ser; obedecen a razones étnicas, eufónicas e históricas, que yacen en la constitución misma del pueblo, en sus antecedentes y en su modo de manifestarse. ¿Por qué en Méjico se usa alhucema, voz arábiga,[2] y nunca se oye espliego, palabra de cristiano y seguro abolengo? ¿Por qué conocemos el almaizal,[3] e ignoramos el humeral? ¿Por qué mencionamos de un extremo al otro del territorio los duraznos y sólo son de una curiosidad erudita los melocotones?[4]

Es que los andaluces, que primero colonizaron nuestra tierra, nos transmitieron las palabras que habían oído de la morisma recién dominada, y nosotros las recibimos y las aceptamos, unos a sabiendas de que había sinónimos castellanos que las trasladaban, otros creyendo que era la única lección que existía.

Así como nuestra lengua posee palabras que son restos de antiguas civilizaciones, de ideas y de prácticas olvidadas, e inconscientemente y sin de ello darnos cuenta, las traemos a colación, así vemos verificarse a nuestra vista la transformación dialéctica de palabras del castellano, puro o mejicanizado, que pasan dentro de una lengua extraña como fragmentos de soles apagados que hace siglos dejaron de calentar con su fuego y de deslumbrar con sus resplandores.

Las hay de uso constante; las hay que se emplean de modo circunstancial y en ocasiones determinadas; de ellas algunas se han fundido en el léxico popular; otras se conservan entre las clases bajas; la mayoría se guarda como reliquia piadosa entre las gentes de nuestra estirpe; gran número de ellas han alcanzado la consagración más alta que podían apetece, la de formar parte del lenguaje literario y ser usadas por los autores, mientras de otras se conservan sólo los nombres en los glosarios como flores secas que guarda el botánico en sus colecciones. A presentar el catálogo de esas palabras, a estudiarlas aunque sea ligeramente, y a hacer someras reflexiones sobre su desarrollo y su florecimiento, va encaminado este breve estudio.

A veces no pasan las palabras íntegras, pero quedan sus elementos esenciales, que son las letras que las componen “las cuales no pueden perderse, que apenas si se pueden transformar y que si desaparecen, debe la etimología rastrear hasta sus vestigios”… “Yo compararía las metamorfosis literales de una lengua a otra, a las metamorfosis anatómicas que consienten estudiar el paso de los animales de un orden a otro. ¿Qué pasa con los huesos de que se forma el brazo de un hombre cuando aquél se trueca en pata delantera de mamífero, en ala de ave, en aleta de ballena, en miembro rudimentario de ofidio?”[5] ¿Cómo se transforman, diría parodiando a Littré, las letras que vienen a ser los huesos de una palabra española, mejicana o indígena, cuando se convierte en inglesa? Para el etimologista, como para el anatomista, hay un esqueleto que no desaparece, pero que se va modificando.

No se me ocultan los defectos de mi trabajo; sé bien que la filología moderna es casi una ciencia exacta y que si admite las hipótesis y las inducciones, va también con pies de plomo antes de aceptar conclusiones, de modo que “no asienta partida si no le muestran quitanza”. Habría que emprender el estudio de cada palabra, de sus orígenes, de su significación actual y de su significación pretérita y eso requeriría tiempo y calma de que yo no he dispuesto. Habría tenido además que contar con los libros que los curiosos han escrito en las diferentes regiones americanas, y, aunque he podido disponer de algunos, no he logrado allegar todos.

Sin embargo, tal como es, puede servir de base a indagaciones de gentes más bien dotadas que yo o con elementos mejores de investigación. Ellas perfeccionarían el esbozo que ahora presento.

I

La ley de endósmosis y exósmosis que funciona constantemente para vigorizar y mantener vivas las lenguas no exceptuó al español y al inglés. Los apólogos indostánicos que se conocen con el nombre de Fábulas de Pilpay[6] se tradujeron del árabe al castellano antes que a ninguna otra lengua moderna y la versión que se conoce de Kalila e Dimna recorrió toda la Europa civilizada. El libro de los Engannos e Assayamientos de las Mogieres, traducido también del árabe, pero de fuente sánscrita, fue de uso corriente en todos los países y sus máximas eran populares en Inglaterra. El libro de los Bocados de Oro fue traducido al inglés por Lord Rivers, quien estuvo en el sitio de Granada, y la colección de proverbios conocida por Dictes and Sayings of the Philosophers contiene no sólo extractos de la traducción de Rivers, sino de otros muchos libros trasladados del sánscrito al árabe y al español, que a la sazón empezaba a circular en Francia.

El libro de los Castigos y Documentos del Rey Don Sancho fue parafraseado en el de Sandford and Merton, así como la literatura de ejemplos, apólogos y moralejas, sobre todo de Don Juan Manuel (Canterbury Tales); el Libro de los Gatos y el Espejo de los Legos estuvieron en gran boga hasta que la Celestina empezó a conocerse y admirarse al grado de estamparse de ella dos traducciones en poco tiempo; pero pocos libros llegaron a tener la influencia positiva que los de Don Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo. Casambon, en el prólogo del Marco Aurelio, llega a decir que después de la Biblia pocos libros se habrán impreso tan a menudo y en tantas lenguas como éste. El Reloj de Príncipes, el Menosprecio de la Corte y Alabanza de la Aldea y casi todo cuanto el remilgadísimo prelado, que tuvo en sus tiempos una fama tan injusta como el olvido en que ahora se le tiene, fueron también así de famosos. (Recuérdese que los eufuístas o culteranos ingleses se llamaron también guevaristas).

No olvidemos que la primera traducción que se hizo del Quijote en lengua extranjera es la inglesa de Shelton en 1612, y que el Caballero de la Triste Figura y su sentencioso escudero son tipos familiares en la literatura inglesa.

Los novelistas picarescos, los poetas bucólicos, los historiadores, los dramaturgos, tuvieron gentes que los celebraran e imitadores que extendieran su ingenio, habilidad, chiste y gracia; pero sin duda que la influencia de la lengua inglesa sobre la española es mayor aún.

La del ciclo caballeresco —Merlín y Viviana, el rey Arturo, los Doce de la Tabla Redonda y la Conquista del Santo Grial—, fueron el tema de infinidad de novelas españolas originales o traducidas y de infinidad de romances que se leyeron en la península y que ejercieron influencia hasta sobre la mentalidad de los conquistadores del Nuevo Mundo.

Así fue asimilando la lengua inglesa muchos elementos de la nuestra. Las palabras que, en concepto de los extranjeros, simbolizaban el honor —castellano, hidalgo, don puntillo, pundonor, duelo, conquistador—, la que denotaba el cargo omnipotente con que el rey manifestaba su autoridad —alcalde—, las que recordaban a los alegres isleños los placeres de las soleadas tierras del mediodía —castañuelas (castañeta), toreador, banderillero, matador—, que probablemente ingresaron a fines del siglo XVIII, fueron las que aparecieron en el sermón popular y literario.

Los nombres de cosas relativas al arte de navegar deben de datar de la época de Isabel:armadaflotaflotillaescuadra (squadron), GuardacostaCarga (cargoe) y más tarde estibador(stevedor), marinadesembarcadero.

También se tomaron del español palabras como desperado[7] que data del siglo XVII;guerrilla y guerrillero que se naturalizaron gloriosamente en 1813 en los despachos de Wellington; camarilla, que llegó en los tiempos de Fernando VII; camarada, que proviene del siglo XVI.[8]

El comercio influyó en gran manera para la introducción de palabras de origen peninsular; tales fueron sasafrás:: sassafrassjerez:: sherryvainillazarzaparrilla:: sasaparrillacoca,cochinilla,[9] cacao:: cocoacocobanana,[10] chocolate.[11]

Otro tanto pasó con los nombres de animales, por ejemplo, alligator[12] (caimán o cocodrilo).

Y la influencia del español sobre el inglés ha sido tal que un autor calcula[13] son 716 las palabras españolas que están en uso en esta lengua; y si se tiene en cuenta que muchísimas que señala como italianas o portuguesas son netamente españolas, se tendrá que el nuestro es el que más ha influido sobre el inglés, sin contar el francés, el latín y el griego.

Se encuentran rastros de palabras castellanas hasta en el oriente remoto y son pruebas patentes de la lucha entre españoles y portugueses en aquella parte del mundo; y el predominio mayor que obtuvo el idioma afine da a conocer la influencia más duradera que adquirieron los lusitanos, al grado que el portugués es aún lingua franca en aquellas partes. Pero para conocer el origen de esos coloquialismos, no basta la lengua portuguesa sino que hay que recurrir a la castellana. Una pequeña lista de palabras usadas en la India y ahora incorporadas al inglés, que tomo del importantísimo libro de Yule y Burrel, da idea de esta compenetración de ambos idiomas. Goglet::: gorgolita; gran:: grao;[14] Plantain:: plátano;[15] muster:: mestizo; caste:: casta;[16] peón;[17] padre;[18] mestri o maistry:: maestro; almira:: almario; aya; cobra; mosquito;[19]camees:: camisa;[20] palmira; picotta; rolong:: rolao; pial:: poyal;[21] fogar:: fogaza; margosa:: amargosa; batel; brab:: bravo; foras;[22] cart:: orta; vellard:: vallado; yoss;[23] compadre; linguist; moor:: moro (mahometano); gentoo:: gentil; mestees:: mestizo; castees:: castizo;[24] bandeja; kitysol; cuspadore.[25]

Otras palabras son de origen indígena, pero presentan la huella española o portuguesa, como palanquínmandarínmangellín,[26] monsoontyphoonmango,[27] mangosteenchop::chapanababbetel areabenzoincargo.

Hasta el dialecto indostano han trascendido el portugués y el español, y han dejado chavi:: chave; baola:: baúl; balti:: balde; martol:: martillo; tauliga:: toalla; sabún:: jabón;[28] basau:: bacía; lilan:: leilao (remate).

II

La mayor cantidad de palabras nuestras llegó al inglés después del descubrimiento de América, cuando el castellano alcanzó a ser idioma universal y a estar de moda; cuando, por el contacto con imperios relativamente civilizados o con tribus bárbaras y exentas de cristiana policía, pasaron al español nombres de países incógnitos, de “mares nunca de antes navegados”, de plantas y de animales que no se conocían en Castilla, de teogonías, religiones, usos y costumbres que diferían de los que el mundo había oído en continentes antiguos.

Desde el primer viaje de Colón, escribe el insigne Cuervo, se conocieron en España voces del Nuevo Mundo, como canoa,[29] que puede decirse la primogénita de ellas, pues que Nebrija le dio cabida en su diccionario castellano que se imprimió en 1493; ajes, mencionado por Pedro Mártir de Anglería en carta escrita en Barcelona por septiembre del mismo año. Colón supo en Haití que al Rey le llamaban cacique, (Casas, Hist. I. pág. 382);[30] en la relación del segundo viaje, hecha por el Doctor Chanca, se habla del ají;[31] en la del tercero recuerda Colón que él llevó maíz a Castilla y que allá hay mucho. (Navarrete, Colección de los Viajes, I, pág. 251). En el glosario que acompaña las tres primeras Décadas de Pedro Mártir de Anglería, publicadas en Alcalá, el año de 1516, se encuentran batata,[32] bohío, cazabe, canoa, caribe, canivales (sic),[33]copee, guaczabara (sic), guanaba (sic), guanines, hibuero, hobos, iguana,[34] iucca, maguey;[35] maíz, mamú, manatí; voces que no pueden ser sino de las Antillas o de la Tierra Firme hasta entonces conocida.

El descubrimiento y conquista de Méjico y de todos los Estados independientes del supuesto imperio mejicano, aumentó el caudal de voces que se añadieron al inglés, no sólo por las numerosas lenguas y dialectos que se hablaban en la enorme extensión que abarcaba la Nueva España, sino por la vecindad en que, andando el tiempo, habían de quedar unos y otros colonos.

Carezco de documentos para indicar la época en que fueron pasando al lenguaje de los ingleses establecidos en la Unión Americana los diferentes vocablos de procedencia india o española; pero eso debe haber obedecido al conducto diferente por el cual solían dichas voces arriba. Unos, que los ingleses aquistaban durante sus incursiones y piraterías en las Costas de las Indias Occidentales, deben haber llegado directamente de Cuba y la Española; otros, que los Peregrinos usaban o aplicaban de preferencia, llegaron de seguro por Texas y Luisiana a Virginia y Kentucky, sobre todo después de la guerra de 1812, con la apertura del oeste americano.

Pero ¿cuál fue el proceso de la alteración fonética y cómo empezaron a usarse las palabras indias en el inglés? Se desconocen tales circunstancias, y apenas si, con los documentos actuales, algo podemos conjeturar. Pongamos dos ejemplos que en mi concepto aclaran más que las simples inducciones. Corn, en inglés ortodoxo, significa un cereal para el consumo humano y sobre todo el trigo: por ejemplo, las Corn Laws. Los primeros colonos, siguiendo la costumbre, llamaron Indian Corno al gran que los españoles, tomando la palabra de los indios, llamabanmaíz. Pero gradualmente el adjetivo se olvidó y a mediados del siglo XVIII el maíz se llamó simplemente corn y los granos en general breadstuffs. En 1774, Thomas Hutchinson, dirigiendo la palabra a Jorge III, usó corn en el sentido de maíz y centeno mezclados. “What corn?” preguntó el Rey. —“Indian corn, explicó Hutchinson, o, como los autores le llaman,maize”.

Pero quizá resulte más conveniente el ejemplo de una palabra que se ha desarrollado simultáneamente en los dos países, aunque no podamos decir si de México pasó a los Estados Unidos, como parece probable, o si los colonos del Sur la recibieron directamente de las Islas.

La palabra barbacoa es de uso común en el norte de nuestro país y sobre su origen y significación se han dicho cosas estupendas.

La Academia la define como voz americana, y dice es “carne asada en un hoyo que se abre en la tierra y se calienta como los hornos”.

Pero es el caso que la barbacoa sólo se prepara así en México y en los Estados Unidos. En el sur y el oeste yanquis la barbecue es ceremonia muy sonada, casi siempre política.

“Un cerdo en barbacoa, con whiskey en abundancia, hace ganar elecciones hasta en América”, (Fanx, Memorable Days 1892).

Desde 1690 empleaba la palabra Mrs. Behn, “Asemos (let’s barbicue) a este bribonazo”. Solamente Thornton cita diez y siete ejemplos desde 1690 a 1852 que demuestran el uso antiguo de la voz en América e Inglaterra:[36]quizás en la literatura nuestra no fuera posible reunir tantos y en tan perfecta sucesión, desde la época colonial hasta la presente. En la Carolina del Norte hay un río Barbacue, e inmediatamente una iglesia presbiteriana (Barbecue Church) edificada hacia 1765 (W.H. Foote, Sketches of N. Carolina, p. 123, N. York, 1846). Qué sea labarbacoa lo sabemos por la definición de Johnson, quien afirma es término perteneciente a las Indias Occidentales y significa asar un puerco a la parrilla. Se autoriza con dos ejemplos, uno de ellos de Pope:

Old field with more than happy throat endued
Cries, send me. Gods, a whole hog barbecued.

Consiste en un cerdo o sollo asados al aire libre y a fuego manso.

Pickering citando a Burnley’sTravels in North America, dice que no es más que un puerco muerto en la forma ordinaria, sazonado con especias y otros sabrosos ingredientes y reahogado en vino de Madera. Es, añade, plato muy fino y, según dice, muy costoso.

Uno de esos viajeros que abundan por el mundo sostiene que “Cet amusement barbare (barbacoa), consiste à fouetter les porcs jusqu’à la mort pour en rendre la chair plus delicate. Je ne sais pas que les cannibales mêmes les pratiquent”.

Las descripciones antiguas coinciden casi con una de las de Oviedo que mencionaCuervo: “Asan la carne sobre unos palos que ponen a manera de trébedes o parrillas en hueco (que ellos llaman barbacoas), e la lumbre debajo”.

Parece que hay ambos significados y que los yanquis y nosotros tomamos exclusivamente uno de ellos, el cual a su vez es desconocido en el resto de América, excepto El Salvador, donde se introdujo hace pocos años por el contacto con gente mejicana. (Santiago I. Barberena,Quicheísmos, p. 28).

En las demás regiones se sigue el espíritu de las definiciones que da Oviedo: “Ciertas camas levantadas sobre la tierra en puntales”, “Andamio en que se ponen los muchachos para guardar las sementeras de maíz”; o Las Casas, “Zarzo en donde se guardan los granos”.

Es curioso que en inglés exista el mismo significado equívoco. Stanford cita un trozo de los Viajes de Dampier: “Toda la noche descansamos en nuestras barbacue’s o armazones de madera altos tres piés sobre el suelo”; y otro de Mac Farlane, Banditti and Robers, p. 360. “Durmió en su cama o barbecue de varas, alta dos piés sobre el suelo y con colchón de zaleas de chivo”.

El primero se usa en Costa Rica y el nuestro se desconoce de tal manera que Gagini lo creyó un error de la Academia. La significación de desván es privativa de Cuba, y las de camilla, parihuela, aparador, vasar y anaquel son de Colombia.

Como una curiosidad, pues el origen indio está bien establecido, señalaré la suposición de que pudiera venir del francés barbe-à-queu, por lo cual el animal asado debía estar íntegro (de la barba a la cola) (Farmer).

No hay ahora en verdad la comunicación y el trato que debe haber habido entre las regiones recién poseídas en el siglo de la conquista. Pronto corrieron por el mundo las voces isleñas que señalé arriba y otras muchas así de expresivas, y otro tanto sucedió con las mejicanas. Casi en todas las lenguas modernas se hallan aguacate:: avocat, cacao, chocolate, copal, guayaba:: guava, iguana, nopal, ocelot, huracán,[37] papaya, petate, sapayo, zapote, tomate,[38] y otras que sería muy largo enumerar.[39]

No hay que decir que en el dialecto de la gente culta en Méjico y en España cundieron prontamente porque respondían a una necesidad real, como era la de designar objetos que no tenían equivalentes en castellano. “La política española, por otra parte, amalgamaba en nacionalidades homogéneas a conquistadores y conquistados y las consecuencias podían mirarse en el lenguaje”.

Naturalmente, la comunicación y el trato, primero con los colonos tejanos, después con los nativos de California, Arizona, Nuevo Méjico y demás regiones fronterizas, tras de la ocupación por los Estados Unidos, ha traído grandes novedades a este respecto. “El dialecto mejicano lo usan extensamente en Nuevo Méjico la gran mayoría de las personas de raza española y los aborígenes convertidos al cristianismo; y esa misma lengua se emplea por razones de conveniencia entre los que tienen negocios con la raza mejicana... y así fue como, mediante la comunicación con mejicanos, se han introducido palabras españolas en el lenguaje común de nuestro país”. (Blackmar).

Sería imposible señalar todas las palabras castellanas o indias que por conducto de Méjico han venido a los Estados Unidos; pero todas ellas son, sin duda, testimonio de nuestra influencia y preponderancia espirituales en la tierra que perdimos. La arriería, por ejemplo, fue ejercicio nuestro, que heredamos de los andaluces, que a su vez lo tenían de los moros.[40]Esta forma de actividad la transmitieron los mejicanos a los yanquis, que la han estudiado y perfeccionado como si fuera una ciencia.

En el Manual of Pack Transportation,[41] que es una monografía completa de la arriería y del aparejo (appa-ray-jo), se mencionan los burrosarrierosgruperascargas:: cargos,cargadorescarona:: corona,[42] cinchajalmasobrenjalmacantinalátigoscabeza de silla,tapaderas, etc.

Antes de la guerra hispano-americana, los arrieros militares dedicaban sus ocios a “bordar con sedas de colores en la grupera y en la carona la figura de algún animal, ave, insignia o leyenda”, costumbre que Daly cree proveniente de la época en que los nobles engalanaban sus bestias de carga con ricas telas recamadas de oro, mientras las bridas estaban trenzadas con hilos de plata. Recuerda la conquista de Granada en que la Reina Isabel, en 1486, organizó, equipó y mantuvo 14,000 mulas y burros para proveer al ejército de 13,000 jinetes y 40,000 infantes, y el equipo de los nobles de calidad, como D. Íñigo López de Mendoza, Duque del Infantado, que llevaban sus asnos y mulas enjaezadas como los caballos.

El descubrimiento del oro en California hizo ver la conveniencia del aparejo para la comunicación entre lugares donde no podían llegar los carros. La arriería se hizo profesión corriente en el Oeste y proporcionó pingües ganancias a los americanos.

En las luchas contra los indios, durante la guerra civil, en la conducción de efectos en Oregon, Washington, Montana, Nevada, Idaho y California, el aparejo y el arriero prestaron servicios incalculables.

En la minería, que se desarrolló desde 1848 en adelante, los mejicanos suministraron mucho del vocabulario corriente y del tecnicismo legal. En Bret Harte, en Mark Twain, y, sobre todo, en la prensa periódica, se pueden encontrar a porrillo abratajoamparo;[43] barranco,arrastra,[44] placer,[45] porción (por metátesis, proción), quebradabuscóncateadorbonanza.[46]

El denuncio es el procedimiento conforme al cual, según la ley mexicana, se obtenía el derecho de concesión de una veta o porción de ella, trabajada o sin explotarse, conocida o desconocida, que un minero escogía para sus trabajos. (Ward, México, 1827). Ya no se usa conforme a la nueva ley minera, pero en la literatura californiana se halla a menudo.

Otro tanto pasó con los términos de campo y de instrumentos de trabajo o deportes campestres. El rodeo, que consiste en reunir en un corral las manadas de ganado de las diferentes haciendas para separarlos y marcarlos (una animada y linda descripción de esta ceremonia campestre-religiosa se halla en Recuerdos de un Emigrado, de Salvador Quevedo y Zubieta), se practicaba y practica en el suroeste de los Estados Unidos, casi con ceremonias idénticas que en Méjico. “Todos los dueños de ranchos están en la obligación de practicar un rodeo anual... La persona que haga el rodeo tiene que dar aviso a los dueños de las fincas inmediatas, por lo menos cuatro días antes del rodeo para que separen y marquen sus ganados respecticos”. (Leyes de California, cap. XCII). Existe el verbo rodear (to rodeer), y el Juez de Campo, que determina los derechos de los contendientes en caso de disputa.[47]

El mustang (pronúnciase m.e.s.t.e.n.g.) es el caballo mesteño de las praderas del norte, que s multiplicaba en tal proporción que era necesario hacer matanzas anuales porque acababa con los pastos y mataba las yeguas y los sementales. (Véase un artículo muy interesante sobre el mesteño en Bancroft, California Pastoral).

Mesteño parece venir de mesta,[48] reunión de los dueños de ganados mayores y menores que cuidaban de su crianza y pasto. Ni siquiera es común en toda la República, pues los caballos salvajes se llaman broncosbrutosserranos y de otras maneras, mientras que en el suroeste de los Estados Unidos el bronco es el mesteño a medio amansar o el cruzamiento entre el caballo europeo y el mesteño (Cornhill Magazine, Núm. 39, p. 305), por más que éste tuviera origen tan calificado como el mejor, pues procedía de los caballos andaluces que trajeron los conquistadores o introdujo el Gobierno Colonial. Según Bartlet, el mustang era casi siempre bayo y rucio rodado. La palabra fue ya usada por Pike (Thornton), Sources of the Mississippi, III, 273. “Pasamos varias manadas de mustangs”, “Obtuvimos caballos nuevos y sin amansar que los cazadores llaman mustang”. (Alberto Pike, Sketches, 74, 1834).

Tan popular era el nombre en la época de la guerra con Méjico, que el corresponsal de Picayune de New Orleans escogió el pseudónimo de Mustang para sus escritos. Rancho, que existe todavía, se describe por Bartlet como tierra de pasto nunca menor de cuatro millas en la época mejicana, y pudiendo tener hasta treinta. Desde la ocupación americana rancho se aplicó a granjas pequeñas y a casas aisladas. De ahí ha venido to ranche. También se usan ranchero yranchería. “Al llegar al rancho encontramos varios muchachos para llevar el caballo” (Pike, 1808,Sources of the Mississippi, III, 254).

La palabra rancho parece que se emplea para designar la granja; en algunas veces sólo la casa de la granja y hacienda para indicar una finca o bien la casa de habitación en ella. Life of Benjamín Lundy, 159, Thornton.

Reata:: lariat:: lasso es la reata clásica mejicana. Ya se habla (Gregg’s Commerce of the Prairies) de la destreza de los arrieros en manejar lariat; de que los mozos de California (Emori’sNew Mexico and California) lanzaban lariat con la precisión de una bala de fusil; de los sobresaltos de Fray Pedro (Bret Harte, Friar Pedro’s Ride) que había lasoed una pareja de fantasmas y de que se dejaban los animales lariated para pastar.

Una cosa extraña hallo en esta acepción; el lariat out que es (Farmer)tierra vendida por el gobierno pero que no está ocupada aún. Probablemente proviene de tierra adjudicada ya, medida con cuerda.

Familiares son también recogidaresmecatemochoorejanopaninomochilas (trozos de cuero que cubren el fuste), lazarcaballadamanadaborregada, etc. Y Bancroft que da estas palabras como usuales en California advierte atinadamente que la manada de yeguas es grupo de hembras aptas para la fecundación, puestas bajo el cuidado de un garañón; que para producir yeguas se reúne a éstas un caballo volteado y que la yegua que tiene contacto con el manadero se llama yegua aburrada.

No anda tan en lo cierto el citado Bancroft cuando dice que realar o echar realada, es recoger por orden real. Es inexacto que tenga esa significación. Rehala en Engelmann es hato, cabaña de ganado (Sánchez) que Pedro de Alcalá tradujo por hato. Esta etimología es de Sánchez pero dudo que sea exacta. El hato de P. de Alcalá no es cabaña de ganado sino el ganado mismo. Los trece artículos siguientes, hato de vacas hato de ovejas, etc., lo prueban. Luego el árabe rahl con pronunciación suavizada rahl habrá difícilmente dado origen a rehala en castellano. Los versos del Arcipresete de Hita a que se refiere la nota de Sánchez son éstos (Copla 1196):

Rehalas de Castilla con pastores de Soria,
Recíbenlo en sus pueblos, discen del grand estoria;
Taiendo las campanas en diciendo la gloria;
De tales alegrías non ha el mundo memoria.

Dozy

En tierra de rebaños como California se comprende que rehalar y echar rehalada hayan sido cosas corrientes. (La Academia pone sólo rehala y no anota esas voces que todos los mejicanos usamos en sentido natural y figurado). Rehala es campamento y como el verbo rehala significa viajar, bien se puede haber dado el nombre de rehala a la reunión de tiendas que alzaban los pastores para pasar la noche (Dozy-Eguilaz). En la crónica de D. Alonso, XI, p. 402, se lee: “Aqueste Zaid Arraxid Miramamolin, tenía en la tierra del Algarbe sus siervos que recabdaban por él el pecho de los arneses rehales, queran los que labraban las tierras en non avian moradas en ningunas villas nin en ningunos lugares ciertos”. Dozy.

(Cuartaquirt). Derivados verbales, quirted, quirting. La Academia lo trae como mejicanismo: látigo corto para las caballerías. Mejor lo definen los Diccionarios especialistas americanos; “Látigo de cuero crudo curtido, trenzado o con un hierro en la empuñadura que sirve para azotar las caballerías” (Chapin). Parece que en alguna región de Méjico se emplea en la acepción que le da el señor Icazbalceta: “Soga larga y gruesa que en los carros y coches de camino se usa como tirante”; pero la principal es la de látigo que parece se conoce también en Cuba. Thornton trae una cita de Mayne Reid (1851) que está conforme con nuestro modo de hablar. “El joven cazador azotó con su quirt los flancos del mustang”; y otra de Weber (1853): “Laquirt con fuerte azote de cuero crudo anudado”. Román trae huasca, que no corresponde a la acepción mejicana, pues Lenz dice que es látigo de cuero u otro material afirmado en un mango largo de palo con que los cocheros avivan o castigan caballos, mulas o burros (a eso le llamamos en México chirriónchicote, o azote).[49] También afirma que lleva mango corto y es usado por caballeros montados a la inglesa (es el fuete nuestro). Chirrión existe en California y aun el mejicanismo olvidado, dar una pela de chirrionazos (Bancroft).

Como californianismo existe chichiguo, que es el becerro mamón, mientras se llama toruno al que ya está crecido. Chichigua es término azteca que se aplica también a las vacas y aun a las nodrizas.

La acción de pelar los ladrones una res, en California recibe el nombre de cueradera, y la palabra cuero se usaba hasta hace poco.

Términos agrícolas como jilotear están en uso. Bancroft lo juzgó disparate y dice que el correcto es elotear. Ambos verbos existen. Jilote es el estado de sazón de la milpa cuando apunta el elote; elotear es el tiempo en que la milpa produce elotes o en que éstos se cogen tiernos antes de convertirse en mazorcas.

Caporalcerrero, (ganado) cimarróncicatriz (huella que deja el hierro en el ganado), crin,cuatezónempeine (el manojo de cerdas que se crían en la cuartilla del caballo), fierrohuella(huaya), añejoabajomachetepezuñapotrillopotrapotrancareparaderosendero,sestiaderosudaderojorra (vaca estéril), majadatilpah (tilma), jáquima (transformado en hackmare), ligadero (legadero), látigo (larigo), vaciero (el que cuida a los pastores en las haciendas de ganado), vaquero, etc., demuestran el gran influjo que alcanzó el dialecto mejicano en la región que dominamos, pues unas se oyen en la conversación corriente y otras están en las obras de literatura.

Ya que hablo de estas cosas de campo, diré que chivarras viene probablemente de chivo, por la piel del animal con que se hacen. Dépriméry (en Dozy, 378) la trae del árabe shirwal, pantalón de caza o de viaje, mientras Talichet se figura venga de chavary, cierta tela para vestido. En mi concepto es adelgazar demasiado las cosas ocurrir a tales suposiciones para asunto tan sencillo.

Las chaparreras que ahora se llaman chapschaparrachaparego o chaparajas (Sylva-Chapin) son las mismas chivarras aunque sin pelo, pues pueden hacerse de cualquier piel resistente contra los matojos del chaparral.

Un discretísimo diplomático brasileño, el Dr. Oliveira Lima, dice que el paladar es el último reducto del patriotismo en el individuo. Si así fuera, en el sur y en el oeste de los Estados Unidos, se conservaría vivo el recuerdo de México. No hay manjares tan conocidos como los tamales y elchile con carne. El tamal (tomale), tamales (tamaulitamali). “Los charlatanes atrajeron una gran muchedumbre que llamó a algunos vendedores de whiskey, tortillas y tamaulis, y que constituían un grupo tan pintoresco como lleno de colorido”. Olmsted’s Texas (Bartlet).

“Un tamale es una combinación tan curiosa como divertida de pollo, picadillo, harina, aceitunas, chile colorado y no sé qué otras cosas encerradas en una hoja de maíz”. Kate Sombares, California.

El chile con carne es plato que de seguro se usaba en la parte norte de la República, pues en lo que ahora existe no se conoce tan abominable mixtura.

Panocha (panoche), pinoche (peanoche), es la mazorca de maíz y sobre todo la azúcar sin refinar. “Hay caña en abundancia (en el Valle de Santa Clara) con la cual fabrican panoche, azúcar de que los naturales gustan mucho. La miel proviene del zumo de la caña hervido y puesto en moldes de a libra. La apariencia es la de azúcar de pino (maple sugar). Edward Bryan,What I saw in California, p. 210, 1848. (Thornton).

Todavía se vende la Mexican peanoche, dulce confeccionado con azúcar morena, leche y maíz.

También se usan chileaceiteagrito,[50] atolefrijoles,[51] nogadatortillaschilaquiles,chiltapinchilepiquíncalabaza,[52] camotebiznagachapote,[53] chilchotegarbanza,[54]guajolote.[55]

La desinencia inglesa se ha conservado al pasar las palabras castellanas a formar parte del otro idioma; pero hay casos especiales en que dicha terminación aparece con atribuciones distintas de las que tenía en su origen. Así cafeteria y groceteria o grocetereria (también he vistosmoketeria), no son sólo fondas o almacenes de ultramarinos, sino que tienen un carácter especial, esto es, que el cliente se sirve a sí mismo y paga a la salida lo que lleva o consume, para evitar así el gasto de dependientes y criados, que en los tiempos actuales son tan caros (help yourself). La desinencia ria, extraña al inglés y procedente del castellano, ha adquirido una connotación nueva y de conveniente aplicación.[56]

La palabra vamos (vamosed) (se pronuncia vamoosed), significa salir inmediatamente o salir expulsado. “El invierno abdicó su trono y vamosed), 1849 (Dovo paten Sermons). “Ahora sal de ese cuarto; vamosed del rancho ¡pronto!”. Knickerbocker Magazine XI, 111, p. 453. “Nuestro héroe vamosed a toda prisa”. Oregon Week Times, 1845 (Thornton).

“No pude permanecer más en aquel cuarto, pues de la calle llegaban voces comparadas con las cuales eran dulces las notas de un serrucho, y por consecuencia, vamosed”. N. York Mirror. Mayo, 1848.

“Nuestra ciudad pasó el domingo en un estado de inmensa excitación por haberse escapado setenta u ochenta esclavos. Dieron la alarma algunos negros a quienes dejaron atrás y que tenían dispuestas las cosas para vamosed”. (Wash. Paper).

Se ha formado también la locución vamosed the ranch (escaparse) que se emplea con mucha frecuencia. “Los comanches llegaron a cosa de una legua de nosotros, pero vamosed the ranch cuando supieron que los rangers estaban aquí”. Southern Sketches, p. 141. (Bartlet).

Sabe:: saveg:: sabbi:: sawey son muletillas muy usadas en España y sus antiguas colonias, y deben de haberse transmitido a los Estados Unidos por nuestras fronteras del norte.Fennell piensa procedan de savoir las formas savvysawey, pero no se necesita conocer mucho francés para darse cuenta de la gran diferencia que hay entre la locución francesa y el sabe. “Tienes ya todo el sabe de la mujer de un fronterizo” dice Bret Harte (Longinans Magazine, II, 441), es decir, posees la habilidad, la maña, la gracia de la persona que habita en un lugar.

Pero como organismos vivos que son las palabras, han corrido las aventuras y sufrido los reveses que son naturales a las cosas que entran en la corriente ordinaria de la existencia. Unas han restringido su significación, otras la han ampliado, no pocas han cambiado del todo; las mutaciones fonológicas y gráficas son numerosas; en suma, se ha verificado el fenómeno que era natural ocurriera a través de las varias generaciones que han usado como instrumentos de comunicación esas voces. Voy a examinar algunos de tales casos para dar idea de los fenómenos operados.

El ejemplo más notable que encuentro es el de la palabra pueblo. Pueblo no es población pequeña, ni gente humilde de una población, ni conjunto de personas de un lugar, región o país. “Pueblo en americano es casa comunal... propia de los habitantes de Nuevo Méjico y regiones adyacentes” (Standard); “la aldea que habitan indios católicos a medio civilizar”. (Bartlet). “Nuestro campo estaba frente a un pueblo situado en la otra orilla, llamado Isleta”. Wislizenes (1846), Tours in New Mexico, p. 135 (Standard). “Los que más nos interesaron entre los habitantes de Nuevo Méjico, fueron los indios pueblerinos (pueblo indians), descendientes de los antiguos señores de la tierra. Así se les llama porque habitan aldeas y viven de la agricultura en vez de morar en cuevas y mantenerse de la caza como los salvajes” (Davis, 1848, Los Gringos, p. 114).[57]

“Son ruinas que existen en Nuevo México, Arizona, y particularmente entre los ríos Colorado y Gila que proceden de una raza semicivilizada distinta de las otras. Uno de los más notables es el Pueblo Pintado. Está edificado con losas de piedra arenisca grisácea; entre los sillares, hay chinitas de colores y a lo lejos parece un mosaico resplandeciente. Su altura sobre el suelo es treinta pies, tiene tres pisos y en lo alto de cada uno, una terraza. El tamaño del edificio es ciento treinta yardas y contiene en el piso bajo cincuenta y tres cuartos. El pueblo Una Vida tiene ciento treinta yardas de largo; y el que llaman Chettro Kettle es de cuatrocientas treinta yardas y cada piso tiene ciento veinticuatro habitaciones”. Ch. Morris, Monuments of Ancient America (Farmer).

Esta acepción que es la que ahora subsiste no es la primitiva que se usó, pues en 1818 se llamaba pueblo lo que en castellano apellidamos así:

“There was in almost every valley a pueblo of submited and peaceful indians”.[58]

Sombrero no es cualquier sombrero sino uno adornado con toquilla de galón y de copa cónica y elevada. Hasta suele llamarse the sombrero el que llevan las mujeres caballistas y vaqueras. Joaquín Miller dice lindamente:

...Behold the vaquero
how dashing and bold in his broad 
sombrero

Hombre no significa un individuo del sexo masculino, sino el mejicano vendedor de golosinas a quien llaman los niños con este vocativo en los lugares de Tejas y Nuevo Méjico, y el peón mejicano.

La milpa no es un simple sembrado de maíz, sino uno que tiene ciento setenta y siete acres de extensión. Labor no es trabajo en general, ni siquiera espacio de tierra labrada, sino medida legal de un millón de varas cuadradas. Función no es el function inglés, ni cualquiera de las acepciones de la palabra en castellano, sino una ceremonia de iglesia o ceremonia en general.

Loco no es el individuo falto de seso, sino el que se torna imbécil con alternativas de locura furiosa. Se toma del ganado que come excesivamente, bebe agua contaminada e ingiere una leguminosa que en Tejas y Nuevo México llaman Loco grass o Loco weed (Astragalus Mollissimus y Oxytropic Lambertyi). Por eso de la persona que no está muy sana de entendimiento se dice que está locoed. Es curioso que la planta que se conoce por rattle weed en razón de sus propiedades especiales, y el término rattled se derivan del efecto que aquélla produce sobre los animales. Por tanto rattled significa una forma larvada de locoism. Hay también un melón loco, calabaza del tamaño aproximado de una naranja.

“El alguacil Cooke trajo ayer del Quemado dos familias mejicanas que parecen estarlocoed”.

Mesa y mesilla tienen la connotación especial de la mesa elevada. “Todas las formaciones de mesas y jornadas en el distrito pertenecen a un sistema distinto de las cuencas de los ríios que son de las edades terciaria o posterciaria”.

“La mesa se presenta sólo en las líneas de valles formados por ríos que corren entre colinas como resultado de las fuerzas de erosión subsecuentes a la formación de los lechos”. (Reports of the Pacific Rail-Roads Survey, 1, p. 84). bartlet.

En los Estados Unidos la palabra es muy antigua. Una referencia de Thornton data de 1775. “This table lared is called Mesa María”. Rommans Florida op., p. 57.

Suerte es sólo un terreno sin riego, de extensión de 152,352 varas cuadradas, veintisiete acres (Dialect Notes).

Ceja es nada más la parte alta del chaparral.

Copa y copita son las cimas de los árboles.

Jornada, en Tejas, significa una medida de extensión: es la cantidad de tierra que puede andarse en u día o terreno extenso sin agua.

Propio se usa en el sentido de edificio que pertenece a un pueblo y se destina para los gastos públicos.

Ampliación del significado

La extensión del significado de una vz es mucho más frecuente que la limitación de aquél.

Corral:: carrel (1845):: corals (1853):: corel (1860). Corral no significa solamente lo que en castellano, sitio cerrado y descubierto en las casas de campo, ni siquiera es acorralar, sino también coger, capturar.[59]

Si hemos de tomar como indicio de la evolución histórica de la palabra, la serie de ejemplos que pone Thornton, de 1845 a 1860 se usó en su sentido literal, y desde 1860 adquirió el translaticio que conserva hasta la fecha.

“Quiero corel a usted para conversar un rato”. (Kinckbocker, Mag. IV, p.100, enero de 1888). “Separaremos un poco de helado”, (We will corral some of the ice cream.), N.Y. Times, diciembre 30 de 1888.

“En todas las clases, desde las más cultas hasta las más rudas, se usa igual occidentalismo: el que experimenta dificultades de cualquier clase está corraled. Los indioscorraled a los blancos en las praderas. Las tempestades corraled a los viajeros en las montañas. Los criminales están corraled en la cárcel. La zagala inocente está corraled por la crinolina. El negociante corraled por las cuentas o por competidores más animosos. El político cuitado se siente corraled por los palurdos o los colonos. El ministro está corraled cuando llega un pastor de la congregación, y el jugador corrals el polvo de oro del minero”. (A. K. McClure, Rocky Mountains, p. 210).

El coyote:: collote:: cayote:: kiota, además del significado de vulpes india, tiene los siguientes en los Estados Unidos: a), Hoyo para sacar metales, parecido a las madrigueras de los coyotes, (se les llama coyoting por la semejanza que se les halla con las madrigueras de los coyotes), J.A. Phillips, (1867), Mining, p. 164. b), Ese género de trabajos mineros se llama to coyote, (término minero de California, que significa abrir en las minas de oro socavones semejantes a los de los coyotes”, Clapin). c), El individuo u objeto originario de un lugar o indígena del país, (Bancroft, California Pastoral, p. 5291, halse, 118). d), El doméstico, (Halse, 118). e), Pícaro, ruin y mal hombre, You old coyote... This miserable coyote. (San Francisco Chronicle, sept. 4, 1918). Quizás estas denominaciones se funden en la definición de Alcedo (V, p. 71): “Voz genérica que se da a las producciones de la tierra, o sea, del país, en Nueva España, como indio coyote, lobo coyote, cidra coyote”. Socoyote (xocoyotl), no sólo es lo que en Méjico, hijo menor, sino también el sirviente de categoría inferior.

Estampado:: stampede:: stampedo. Lo mismo que corral, stampede tuvo al principio un sentido literal idéntico al español: salir de estampida, salir de repente, sin preparación ni anuncio alguno. “Un centinela estúpido alarmó anoche... el campo y produjo una stampede en el resto de los caballos”. (Doc. Sec. del Senado 23, vol. I, 74, 1834).

Después se cambió hasta ser el “término que se usa para describir la escena que se observa en una convención, cuando después de una larga disputa los delegados abandonan su primer candidato y bruscamente se pasan a las filas de un desconocido que empieza a ganar favor entre los votantes. La primera stampede ocurrió en la designación de James Knox Polk en 1844” (O. C. Hem en Cyclopedia of American Government, tomo III). “Lo que produjo la reciente alarma (en París), fue la stampede entre los Jefes de aquella maravillosa institución, El Credit Mobilier”, New York, Hour of Comm., oct. 12 de 1856 (Bartlet). “El resultado fue una formidablestampede de electores alemanes en toda Indiana”. Oregon Argus, 1860, Thornton.

Cañón no tiene en Méjico y en los Estados Unidos solamente las acepciones que da la Academia, sino la de paso estrecho en forma de túnel entre orillas altas y cortadas a pico (1834, Pike, Sketches, p. 20). La profundidad suele ser de cientos y hasta de miles de pies (Johnson,Sights in the Gold Region, p. 164). (Thornton).

El terreno angosto y con tendencias a formar túneles y pasos estrechos se llama acañonado (Thornton), y también hay el diminutivo cañoncito (Sylva Claplin), que es el que se abre en el chaparral o en el monte.

Como dice justamente Blackmar, las palabras gulchvalleygorge y otras, no expresan las significaciones americana y mejicana.

“Las formaciones especiales del alto Río Grande y sobre todo del Colorado, dan origen a muchos cañones. Para esto son menester nuestras condiciones especiales. En primer lugar, se necesita una región de altura considerable sobre el nivel del mar. La región debe ser árida y tener montañas suficientemente altas que puedan gozar de los beneficios de la lluvia y de la nieve, de manera que las grandes avenidas se precipiten sobre los terrenos áridos donde abran lechos y penetren en canales profundos bajo el nivel del terreno circundante. La perpendicular de las márgenes de estos canales o canyons, como se les apellida, depende del volumen y persistencia de la corriente, de la aridez del terreno y de la formación de éste”. (Dellebough).

Los nombres de los sitios como Cíbola, Río del Tizón, Tusayan, Valle de Corazones y muchos así de romancescos, y las hazañas de Cabeza de Vaca, Coronado, Fr. Marcos de Niza, Alarcón, Melchor Díaz y otros cien vienen a la memoria al hablar de esta región; pero sobre todo se evoca el de Juan de Oñate, mejicano por nacimiento, y de García López de Cárdenas, que descubrieron y dieron nombre al Gran Canyon. Éste, en unión de tres compañeros animosos, vio los pilares “que desde arriba no parecían mayores que un hombre y eran abajo más altos que la torre de la Giralda de Sevilla, y las barrancas del río que, puestas al lado de ellas, parecía al otro borde que tenían más de tres o quatro leguas por el ayre”. (Castañeda, citado en Weirship’sFourteen and ReppBureau of Ethnology, p. 429).

Los misioneros Consag, Escalante (que dio el nombre de Vado de los Padres a un sitio enGlen Canyon) y Garcés (que visitó ampliamente la región y se detuvo mucho tiempo con los indios Havasupais en Cataract Canyon), son muestras de la actividad de aquellos héroes evangélicos. (James).

En Méjico también existen cañones como el espléndido de Juchipila y el imponente de Tomellín, y en los Estados Unidos se conservan nombres españoles como el de cañón de la Herradura, de la Desolación, y otros que probablemente fueron impuestos por los exploradores primitivos. También hay el nombre de Cañón City que lleva un pueblo del Condado de Fuinant y que está habitado casi exclusivamente por mejicanos (Parsons).

Creo que cañón o canyon es voz exclusivamente mejicana y yanki, y me confirmo en ello porque no la registran Granada ni Cuervo que conocían tan bien el lenguaje sud-americano; sin embargo, lo hallo como vocablo argentino en el glosario que trae Larden. Sería descomunal que un extranjero descubriera un modo de hablar que se hubiese escapado a tantos filólogos y al Diccionario de la Academia.

Adobe. Ladrillo de lodo secado al sol. Los españoles dejaron numerosas construcciones de esta clase en Utah, Colorado, California, Tejas y, sobre todo, en Nuevo México.

El significado es idéntico al castellano, aunque no pocas veces, traslaticiamente, no al material en particular, sino a la construcción entera: She lived in her old adobe. Se usa también en el sentido de terreno a propósito para edificar o fabricar con adobes: An adobe soil, an adobe house. También se usan dobe y dobie. (Blackmar, 92).

Cincho cinchar, no sólo significa la faja de esparto o cuero que sirve para asegurar la silla, ni el acto de afianzar ésta apretando la cincha, sino también cosa firme e invariable. To have a cinch en alguna cosa es tenerla completamente asegurada. Cinch en general es cosa fija y segura. (Dialect Notes, 1).[60]

Pero lo particular es que en el lenguaje americano no predominan los nombres castellanos de pura cepa, sino mejicanos o americanos en general, esto es, los arcaísmos, las corruptelas, o los modos de hablar propios de nuestra tierra.

“En la región del suroeste —dice Blackmar— donde la civilización inglesa no ha dominado u obliterado la civilización española, el uso de la lengua castellana ha añadido no pocas palabras a nuestro idioma usual”. Según dicho autor, hay dos dialectos, el vulgar y el old castilian, que usan las familias aristocráticas (?) de pura sangre.

“En el extremo oeste (Blackmar), nadie dice rawhide rope sino lariathead stall o haltersino jáquima; estate sino hacienda; companion sino compañero; yard stick sino vara... Caw pan,barn yardfarm yard, sino corral”.

El buscón no es como en España la persona que hurta rateramente o estafa con malicia o socaliña (llena está la literatura clásica de buscones y busconas), sino que puede ser honradísimo, “si es que el pobre puede ser honrado”. El buscón en California y en Nuevo Méjico es el minero pobre que se ingenia para trabajar sin recursos y generalmente en minas abandonadas.

La cañada no es el espacio de tierra que hay entre dos montañas o alturas poco distantes entre sí, sino como lo define Bancroft, barranca profunda o valle estrecho con los extremos cortados a pico.

Aguaje se usa en el sentido mejicano de manantial o repuesto de agua para que beba el ganado, y no en el español de corriente de mar.

“El gorgús es arma arrojadiza como dardo crecido a manera de los que los moros llaman azagayas”, (Ocampo, en Dic. de Autoridades), lançuela (Almirante). En California se llama así a la hijada que sirve para aguijar a los bueyes en los trabajos de labranza.

En Tejas todavía se da el pilón. La palabra es antiquísima, y procede de la costumbre de obsequiar con un trozo de azúcar hecho en pilón, a los marchantes, sobre todo a los niños. En Luisiana se usa la ñapa de la cual más extensamente hablo en otro lugar.

Chulo no se conoce en buena parte de la América española, con ninguna de las acepciones que da la Academia. El chulo no es el que dice o hace las cosas con gracia, ni el pícaro, ni el que ayuda en el matadero, ni el que asiste a los lidiadores. Chulo sólo significa bello, lindo, robusto, bien plantado. Chula muchacha¡Qué chula está!Ven, chula; y secundariamente el hombre que vive a costa de una mujer pública.

De las explicaciones que conozco de la palabra, ninguna coincide con las acepciones que nosotros le damos: a), No es chancearse como supone Díez, Dic. 133, que lo asimila a chusco, y lo trae del italiano zurlo, (stare in zurlo, estar alegre). Petrocchi, N. Diz. Della Lingua Italiana; b), Tampoco tiene que ver nada con fanciullo, muchacho, como quiere Salillas, (Dic. de Germanía); c), Se aleja mucho del árabe menchualmenchualen, (mancebo), Dozy, 255; d), Más distante está del gitano chulo:: peso fuerte:: cuchillo, (sánscrito, chultoo), (Borrow, 380); e), No puede asimilarse a las acepciones portuguesas (Valdez), cosa lasciva, lúbrica, libre o burlesca f), Menos es pariente del chulo colombiano, zopilote o gallinazo. (Cuervo, 964).

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