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debidamente asumida, y todo esto quedó impreciso en el ámbito de la v
luntad, como una mera posibilidad.
Así fue como, de manera insensible, se fueron acumulando los años si
modificarse la situación. No obstante, en mi interior empezó a generars
un reclamo; es decir, un reclamo contra mí mismo, porque si bien n
existía de mi parte la obligación formal de presentar un discurso, poco
poco fui percatándome de que propiamente no se trataba de cumplir un
exigencia, sino más bien de satisfacer, desde una posición estrictament
moral, la necesidad que debía imponerme de realizar el paso eludido, p
atención, respeto y reconocimiento a todos los que habían participad
en el acuerdo de mi incorporación a esta ilustre casa, y particularmente
quien tuvo la cortesía de proponer mi ingreso ante el pleno de la corp
ración, así como a quien amablemente me lo comunicó por escrito. Pas
entonces lo que frecuentemente ocurre en estos casos: las circunstanci
del trabajo dominan el uso del tiempo y otras obligaciones, las de tod
los días, se fueron imponiendo con el consiguiente resultado de posterg
aquello que hubiera querido cumplir satisfactoriamente. Y fueron ac
mulándose los meses, y también los años, de modo que ahora podría e
plicarme, cambiando el sentido, con lo que Alfonso Reyes logró expres
tan sabiamente en un verso, donde expone con esa vastedad de significad
y brevedad en la expresión, que solo son posibles en el lenguaje poétic
“los caminos de la vida no llevan a donde voy”.
1
En estas condiciones, m
armé de la voluntad necesaria para poder romper el cerco de la inercia e
la que solemos envolvernos cotidianamente y obtener la satisfacción d
cumplimiento del deber. El resto fue posible gracias a la generosa disp
sición del señor director de la Academia, quien amablemente acordó l
necesario para la organización de este acto, que ahora deseo expresament
dedicar a la memoria de don José Luis Martínez y de don Manuel Alcal
así como a la de todos los que participaron hace ya tantos años y no está
ahora con nosotros, y también a los que todavía nos acompañan y est
vieron presentes en aquella sesión en que aprobaron de manera unánim
1
“Cuatro soledades”,
Constancia poética
,
Obras completas
, X, fce, México, p. 163.