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–Señorita, si me hace el favor.
–Si le hago el favor, deja usted de ser señorita.
No habló más la dama y salió disparada. No volvió.
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Otro de los colaboradores era el arzobispo Luis María Martínez, quien
invitado una vez a bendecir una enorme planta automovilística. Cua
llegó, el gerente le dice:
–Hay que bendecir muchos autos y usted trae un frasco muy pequeño de
bendita.
El arzobispo le contesta muy tranquilo:
–Me invitaron a bendecirlos, no a lavarlos.
Había terminado la batalla. Más que dolido, don Ermilo estaba agrade
hacia don Alfonso, “el mayor de los humanistas y de los sorjuanistas”. V
así que ni don Ermilo era un malintencionado hereje ni don Alfonso
un fiero inquisidor.
A su vez, nuestros legisladores conmemoraron en 1995 el tricenten
del tránsito de la Monja Sabia haciendo cincelar su nombre en letras de
en la Cámara de Diputados. Ello nos ha inspirado un epigrama conclus
Viendo que nuestro tesoro
máximo no hay que perder,
la Cámara hizo poner
a sor Juana en letras de oro.
Y a fin de que su obra entera
estrellara ciencia y arte,
la pulió quien la venera:
Alfonso Méndez Plancarte.
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La anécdota se lee en Dolores Roldán,
Biografía de Ángel Ma. Garibay K, revelador de la su
cultura náhuatl
, Editorial Orión, México, 1985, p. 129
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