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copia publicada años después en el
Boletín del
FCE
.
Al César lo que es d
César y a Dios los asuntos teológicos de las obras de sor Juana.
Y bien, en la ya mencionada
Crítica de críticas sorjuanianas
se encierr
como en amena novelita, todo un proceso de defensa de una sor Juan
incomprendida del todo por el escéptico Abreu Gómez. En este pequeñ
volumen la defiende don Alfonso Méndez Plancarte quien, si es consid
rado “el lector más temible de México” (pues no tolera confusiones a
ticlericales), también es “el más grande de los sorjuanistas”, pues él viví
compenetrándose de las obras que sor Juana estudiaba.
Nos preguntamos si, en caso de haber sido menos enérgico el humorism
del padre Alfonso, habría triunfado su candidatura de ignorado eclesiástic
por encima de Abreu Gómez, quien parecía entonces nuestro mayor so
juanista, seguido por Toussaint, Monterde, Jiménez Rueda y Villaurrutia
Pero el doctor Alfonso Méndez Plancarte se ha colocado a la cabeza d
todos y ha sabido desfacer entuertos de quienes recelan del genio y de l
ortodoxia de la mujer más sabia de América.
Al fin –en el siempre paradójico medio de los escritores– ha recibido l
única distinción de su vida que se parece a un premio literario.
La muerte le arrebató la pluma de la mano a don Alfonso, tras hab
anexado casi un millar de páginas de notas aclaratorias a los tres tomos lír
cos de la Fénix de México (tomo I, 1951; tomo II, 1952; tomo III, 1955
Desde entonces, nadie escribe un ensayo sobre sor Juana sin consultar es
edición de Méndez Plancarte. (Lo citan hasta para refutarlo.) Incluso do
Ermilo tomó de allí más de una variante para una de sus breves antologí
sorjuanianas.
Abreu Gómez, con excelente criterio, agradeció en una carta de pésam
el que don Alfonso “le hubiera enseñado humildad, para tocarse el corazó
antes de despegar los labios”. La publicó la revista
Ábside
de los herman
Méndez Plancarte, Alfonso Junco y Ángel María Garibay.
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Era una revist
con relevantes colaboradores. Así, don Ángel era entrevistado por much
periodistas. Una vez llegó a verlo una que era rubia de ojos azules y exhibí
altas recomendaciones.
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Ábside
, XIX, 4, diciembre de 1955.