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efecto, desde el principio, Machado fue el poeta y el filósofo del tiempo, de
la temporalidad, de la nada, de la angustia y de la otredad).
3
Machado parece disfrazarse tras dos de sus personajes para presentar sus
ideas filosóficas. Son Juan de Mairena y el maestro de éste, Abel Martín.
4
Al igual que Unamuno (con el que mantuvo correspondencia desde
1903), Machado es colocado en la llamada “generación del 98”, es decir,
la que vive la crisis de la gran decadencia española, señalada con ese año
porque es cuando pierde la última de sus colonias: Cuba. Esa generación
se debatió entre los denuestos a la misma España por su estado de postra­
ción cultural (es comparada desfavorablemente con el resto de Europa) y
el anhelo de iniciar una nueva España, una nueva edad de oro de su his­
toria, sobre todo de su cultura, no tanto de su aspecto económico.
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En ese
ambiente, Machado hace su labor de renovador cultural, primero en sus
escritos y luego apoyando a la república, hasta morir en el último año de
la guerra española, 1939. En dichos escritos tanto en verso como en prosa,
usa a algunos “escritores apócrifos”, como él los llama, pero que también
podemos llamar sus seudónimos, principalmente los dos que hemos men­
cionado. Machado expone sus teorías con mucha ironía, a veces con des­
orden y falta de rigor lógico, pero siempre de manera muy sugerente, con
intuiciones interesantes que no desarrolló ni profundizó, pero que siempre
llaman la atención y nos pueden ayudar mucho en nuestra búsqueda de
una filosofía, en concreto una ontología, inspirada en la poesía. Esto es, una
ontología simbológica o una simbología ontológica.
mauricio beuchot
3
En atención a que Machado leyó muy tardíamente a Heidegger, Gil Novales y Sánchez Barbu­
do dicen que se anticipó a ciertas ideas del filósofo alemán, como el ser ante la nada, la temporalidad,
el hombre como ser para la muerte, la angustia, el estar con los otros o en la otredad, etcétera.
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Gil Novales señala varios seudónimos de Machado: “Ante esa carencia española, Machado, des­
doblando o multiplicando su personalidad, crea sus poetas y filósofos apócrifos, los 12 (14) poetas
que pudieron existir y los seis filósofos españoles del siglo xix, con seis metafísicas diferentes. Más
Abel Martín, Juan de Mairena y el apenas esbozado Pedro de Zúñiga” (Alberto Gil Novales,
Antonio
Machado
, pp. 97-98).
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Con todo, el ya citado Gil Novales dice de esta generación: “La generación del 98 es por
antonomasia la generación escamoteadora. Su actitud psicológica es de escapatoria, que justifica
refugiándose en un voluntarioso irracionalismo” (
ibidem
, pp. 33-34).