Page 18 - tomo34

Basic HTML Version

20
víctor hugo rascón banda
y su padre ministerio público leían un librito y mandaban a los acusados a
la Penitenciaria de Chihuahua o a las Islas Marías. Y si bien les iba les daban
el pueblo por cárcel.
El niño, ya joven, vino a estudiar a la Facultad de Derecho de la Univer­
sidad Nacional Autónoma de México, donde cursó la licenciatura, la espe­
cialidad, la maestría y el doctorado; pero mientras cursaba la licenciatura,
no podía viajar hasta Chihuahua en vacaciones por el costo del boleto y
decidió formar un grupo de teatro llamado Nolens Volens con algunos
compañeros y adaptar y dirigir los cursos de Teoría del Proceso, del doctor
Fernando Flores García, y siete casos del Derecho Romano traducidos del
latín por el doctor
Floris Margadant,
y así se siguió con otras asignaturas.
Eran teorías jurídicas y casos explicados en comedias musicales, con un
argumento cómico, escritas, dirigidas y actuadas por el propio estudiante
chihuahuense. Las obras tuvieron éxito y fueron de gira por las facultades
del país y el grupo llegó hasta el Ecuador. El rector Guillermo Soberón,
in­trigado, envió una comisión de notables a ver una de las obras. En la
comisión iba el dramaturgo y director Héctor Azar, quien amablemente re­
probó el experimento y nos invitó a ingresar al Centro de Arte Dramático
que iba a fundar en Coyoacán.
Sólo el estudiante de Chihuahua aceptó y estudió ahí dirección escéni­ca
con el maestro Azar y dramaturgia con el maestro Vicente Leñero, quien
reprobó sus obras jurídicas, pero aprobó su primer texto teatral,
Voces en
el umbral,
que envió a tres concursos de dramaturgia, recibiendo por su­
puesto no el primer lugar, pero sí una mención de honor. Qué fácil es
escribir teatro, dijo el nuevo autor, y siguió escribiéndolo en los talleres del
maestro Leñero y del maestro Hugo Argüelles en sus domicilios. El nuevo
dramaturgo, que como adivinarán soy yo, estrenó primero
Los ilegales,
so­
bre los migrantes mexicanos, su segunda obra, en el teatro Flores Magón
de Tlatelolco, y dirigida por Marta Luna, con la que la Universidad Autó­
noma Metropolitana iniciaba el movimiento llamado Nueva Dramaturgia
Mexicana.
La vida es mágica. Quien estaba al frente de la Dirección de Difusión
Cultural de la uam era un joven poeta y narrador, a quien nunca vi, pero
que se llamaba Carlos Montemayor. ¡Qué paradoja!, fue él quien con don