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Con la participación de los escritores Rafael Olea Franco y Álvaro Uribe, además de Cristina y Laura Emilia Pacheco, este domingo 30 de noviembre se realizó en la FIL de Guadalajara un homenaje al poeta y ensayista José Emilio Pacheco que, como visitante asiduo de la feria --donde recibió el reconocimiento periodístico Fernando Benítez--, dejó un imborrable legado y una obra que ganó lectores en varias generaciones de mexicanos.

Al presentar el evento, el presidente de la feria, Raúl Padilla, destacó la presencia de la viuda e hija del notable autor, uno "de los más importantes escritores del siglo XX en México" y cuya obra, "tiene la generosidad de lo vasto" pero también "el rigor y la audacia de la experimentación", a lo que puede agregarse su "compromiso social".

Poeta dice de poeta

Así, la primera intervención correspondió a la hija del escritor quien, ante la ausencia del invitado, leyó un texto preparado para la ocasión por el poeta Vicente Quirarte; de este modo, en el escrito se habla de Pacheco como alguien "siempre fiel a su humildad" y, ante todo, de quien se echa en falta "su conciencia moral e inteligencia crítica".

Pacheco, cosigna Quirarte, nació "virtuoso" y practicó "diversas formas de escritura en las que se maneja con singular acierto"; con todo, se debe poner de relieve que, gracias a la práctica de un periodismo "ágil y certero", no sólo se le considera "un grabador de registros y memorista de la especie", lo mismo que "gran cronista del esplendor y desgracia de la capital mexicana".

En estos términos, con la "difícil sencillez de su estilo", José Emilio Pacheco --uno de los pocos a quienes sus lectores se dirigían "por su nombre de pila"-- se dedicó prácticamente toda su vida a "leer y escribir mucho, y publicar poco", por lo que perderlo, concluye el texto de Quirarte, "es uno de los mayores desastres de la lengua".

Narrador habla de poeta

Por su parte, Álvaro Uribe hizo --primero-- un detenido recordatorio de la amistad que sostuvo, por 34 años, con el autor de "Morirás lejos", en especial los paseos que sostuvieron en París, cuando Uribe trabajó en el servicio diplomático y Pacheco visitaba, con motivo de participar en algún encuentro literario, la capital francesa.

Con todo, lo principal fue su encuentro primero --refiere Uribe-- "en una lectura de poesía; porque leía sin teatralidad, apenas capaz de enfrentar al público y los poemas se le atoraban en la garganta"; así, la larga "conversación" con Pacheco, destaca el narrador, se prolongó por más de tres décadas "y no ha terminado ni siquiera hoy".

Ahora, si algo destacó el autor de "El taller del tiempo" en "el Pacheco de mi memoria", fue su "difícil interacción con los objetos del mundo" y, a pesar de ello, un compromiso indeclinable con la crítica (sobre todo "de los poetas solemnes"), siempre dueño de "una prosa que no dejó de ser envidiable" a la que se añade su "ética de la palabra, actitud con la que pagó su deuda con sus antecesores, con sus contemporáneos y, en especial, con sus lectores".

JOSÉ EMILIO PACHECO (1939-2014)

Poeta, ensayista, traductor, novelista y cuentista mexicano; estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde inició sus actividades literarias en revistas, para después comenzar una larga carrera en medios impresos. Fue integrante de la llamada Generación de Medio Siglo, junto con otros grandes de las letras como Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo, Vicente Leñero, Juan García Ponce, Sergio Galindo y Salvador Elizondo.

Entre sus libros de poemas, pueden enlistarse Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) o Ciudad de la memoria (1989); entre sus obra como narrador se encuentran El principio del placer (1972), La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales" (1990), así como las novelas Morirás lejos (1967) y Las batallas del desierto (1981).

Fue miembro de El Colegio Nacional desde 1986 y nombrado académico honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en 2006; además, recibió numerosos reconocimientos entre los que destacan el Premio Nacional de Periodismo (1990), el Nacional de Ciencias y Artes en lingüística y literatura (1992), el Fernando Benítez de Periodismo Cultural (1995), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el Cervantes de Literatura (2009). 

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