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El pasado 13 de septiembre se celebró el centenario luctuoso de Justo Sierra, promotor del primer sistema de educación pública en el país y fundador de la Universidad Nacional de México.

El Maestro de América nació en Campeche el 26 de enero de 1848, fue abogado y dramaturgo, y durante su vida destacó como escritor y político, además de ejercer el periodismo, en el que siempre se manifestó a favor de los ideales de Benito Juárez.

Sus primeros textos literarios aparecieron en el periódico El Monitor Republicano, en 1868, como los poemas “Playera” y “Conversaciones del domingo”. Después entró en la vida pública y creó sus primeras obras dramáticas, como Piedad, y novelísticas, como El ángel del provenir.

Sierra Méndez fue el 6° director de la Academia Mexicana de la Lengua y fungió desde 1905 como titular de la antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes, cargo que desempeñó hasta 1911, cuando fue designado ministro plenipotenciario en España, país en el que murió el 13 de septiembre de 1912.

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A continuación presentamos algunos textos acerca de este importante intelectual mexicano:

1. "Viajero entre dos reinos", por Vicente Quirarte

Justo Sierra nació en 1848, año de la firma de los tratados de Guadalupe Hidalgo, que mutiló a México de la mitad de su territorio, y murió en 1912, cubierto de todos los honores, la admiración y el respeto que mereció una vida dedicada a las letras, la historia y el servicio a su país, particularmente a la educación...leer más.

2. "Justo Sierra: el escritor como magistrado y los orígenes de la difusión cultural en México", por Adolfo Castañón

Justo Sierra, la figura que domina en sentido real y figurado este periodo, resume en su trayecto curricular la evolución de buena parte de la inteligencia que le fue coetánea. Hombre de nobles oposiciones en la lejana y juvenil esgrima periodística, jugador polémico que gradualmente se fue convirtiendo en árbitro, rador elocuente que siempre decía la última palabra, magistrado humanísimo, abanderado convencido del Progreso, rindió la prosa al servicio de un Estado–Nación que no dejaba de ponerse a sí mismo ante el espejo cada que se le preguntaba cuál era la opinión pública. Asombra en Justo Sierra la facilidad...leer más.

3. "Justo Sierra, un siglo de ausencia", por Miguel Ángel Castro

De acuerdo con el historiador francés Claude Dumas, uno de los perseguidores más notables de Justo Sierra, éste se consagró como una de las notabilidades del mundo intelectual mexicano, en 1887, cuando ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua y ocupó la silla número VIII, en la que se habían sentado antes Joaquín Cardoso (1875–1880) y Ramón Isaac Alcaraz (1882-1886)...leer más.

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