Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 21 de Diciembre de 2020
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes

Imagen

Deshabitado el aire de tu gesto,
el sitio que poblaba tu figura
ya en silencio, miro crecer la tarde
en el lento color de las ventanas.
Ociosa la mirada y la memoria,
madura el tiempo al aire de la noche.
La luz olvida su puntual espacio,
retira acento y linde,
y los modos del aire se oscurecen.
Sometido a la sombra de tus pasos,
eres la voz en que el viento se recoge.
Un pretexto de la luz
que se mira existir en tus pupilas.

Blanca Luz Pulido (1956)
Raíz de sombras
FCE, México, 1988

Martes

Versos de la Huasteca

271
La Virgen tendió su manto
sobre una cama de flores
y dijo con amor santo
que en esta tierra de amores
la mujer es el encanto.
Copla suelta, 1963.

289
Yo no sé qué es la mujer
que la amamos con ternura;
yo no puedo comprender
que Dios formó esa criatura
para hacernos padecer.
“El sacamandú”, 1970.

272
Comprendo que no ha de haber
cosa más linda en lo criado,
y me atrevo a sostener
que en este duelo sagrado
el encanto es la mujer.
“Las flores”, 1964.

290
Sólo amando se comprende
lo que hiere una traición:
cuando una mujer ofende
deja herido el corazón
del hombre que la pretende.
“La azucena”, 1963.

276
En la tierra en que vivimos
toda la mujer amamos,
por su tormento lloramos
y cuando a sus pies caímos
todo el mundo le entregamos.
“La malagueña”, 1970.

295
Cuando ames a una mujer
no le des el corazón,
porque puede suceder
que te juegue una traición,
porque lo sabe hacer.
“La petenera”, 1970.

Versos de la Huasteca.
Recogidos en Tamazunchale, S.L.P.
Raúl Ávila, editor.
El Colegio de México, México, 2016

Miércoles

Sonata y destrucciones

Después de mucho, después de vagas leguas,
confuso de dominios, incierto de territorios,
acompañado de pobres esperanzas,
y compañías infieles, y desconfiados sueños,
amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,
oigo en mi corazón mis pasos de jinete,
muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,
y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,
aquel que vela a la orilla de los campamentos,
el viajero armado de estériles resistencias,
detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,
me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.
Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,
y en mi sesión de atardeceres sin perfume,
en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,
y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,
adoro mi propio ser perdido, y mi substancia imperfecta,
mi golpe de plata y mi pérdida eterna.
Ardió la uva húmeda, y su agua funeral
aún vacila, aún reside,
y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.
Quién hizo ceremonia de cenizas?
Quién amó lo perdido, quién protegió lo último?
El hueso del padre, la madera del buque muerto,
y su propio final, su misma huida,
su fuerza triste, su dios miserable?
Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,
y el testimonio extraño que sostengo
con existencia cruel y escrito con cenizas,
es la forma de olvido que prefiero,
el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,
la cantidad interminable que divido
con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.

Pablo Neruda (1904-1973)
Residencia en la tierra.
Edición de Hernán Loyola.
Cátedra, Madrid, 2005 (1987)

Jueves

Ven

Ven
ayúdame a insertar mi corazón en la tapa de este libro
enciclopedia donde en cualquier momento puedo leerte
manual de fórmulas para ahuyentar la tristeza.
Ven
ayúdame a olvidarte
a no seguir buscando
la mirada que pusiste en mi rostro
cada minuto diferente,
ayúdame a olvidar nuestra hermosa soledad
de animales en celo.
Si tú me ayudas
te prometo no salir a buscarte en los espejos
o en el fondo de la taza de té.

Thelma Nava (1932-2019)
El corno emplumado,
18, México, abril de 1966.

Viernes

Noche

La Noche es la inviolada
vestal de negros ojos
que los Misterios vela.
Los astros son las gotas
del lloro con que anhela
regar flores ignotas
en su alma, enamorada
de un mito hecho de antojos
la fuente es carcajada.
Las nubes son despojos.
Y la vivaz estela
de fuego que remotas
regiones cruza y riela,
fuga es de envidias rotas.
La Luna es una hada.
Las nieblas son enojos.
Los Céfiros son notas.
La Sombra es una amada
que otorga sin sonrojos
caricia que consuela.
Los Ruidos son derrotas.
Bandera tremolada
la Paz es… Yo de hinojos
en fango que me hiela
soy roca sin gaviotas
por olas azotada…
¡Y mi alma en mis abrojos
es águila que vuela…!

México, 22 de mayo de 1902

Roberto Argüelles Bringas (1875-1915)
Lira ruda.
Prólogo, recopilación y bibliografía
de Serge I. Zaitzeff.
Universidad Veracruzana,
Tlahuapan, 1986.

Sábado

De las necrologías de la muerte

5.
Hoy me extendí sobre la cama. Una claridad inmaculada por mi ventana. Lentamente quedé desnudo. Extendí los brazos y pensé que mi cuerpo era una maquinaria perfecta. Oí mis latidos, sentí el suave rubor de la sangre al ir y venir al ritmo de mis manos abiertas o cerradas. Mis rodillas obedecieron al acto, los dedos de los pies tocaron sobre una escala invisible. Callado, tibias mis articulaciones, mis nervios en compás de espera pensé en la mujer que amo, en los amigos que a un lado mío departen sus barajas de felicidad y tristeza; y sólo entonces maldije mi muerte tres veces. Muerte mía. Maldita muerte. Maldita muerte mía que desaparecerá mi cuerpo, que no me dejará ni una pizca de la imagen de la desnudez de mi mujer cuando viene a mí en la noche, ni una imagen de los amigos con quienes brindo en fiestas y cantinas. Muerte ésta tan personalizada. Tan vasta.

Antonio Ramos (1977)
Necrologías.
Jus, México, 2007.

Domingo

Tus ojos

De una alba previsora, como lentos
y despiadados pétalos despiertos,
en ágiles murmullos, nació el nuevo,
maravilloso temple de tus ojos:
el asombro genial de tus pupilas.
Más que de acero tierno, de suspiros
como redondos frutos brevemente
prendidos en tu luz, bajo la luna
que en tu frente medita y, silenciosa,
al estallar el beso se acobarda.
No sé porqué motivo, de la estatua
que ayer ceñí, soñando apenas queda
en doliente recuerdo, en espesura,
una sutil frescura de promesas:
las dos gotas de lluvia de tus ojos.
De lo incierto, aseguran, viene el verso.
De un cielo azul de duda, el desconsuelo.
La angustia, de callar lo que se siente.
Pero tus ojos nacen del heroico
morir viviendo en ruinas del amor.
Bajo tu frente y luna, nada es nuevo:
ni tu sonrisa rosa ni la esencia
de honda sabiduría desde tu seno.
La novedad, si acaso, está en tus ojos
de elemental pureza y fría bondad.
Quiero decir, en suma, que tu rostro
es perfecto en razón de la armonía,
y que en tus ojos siento, no reflejos
de corazón latiendo, sino suaves
y hermosos aleteos de ángel caído.
Dicho en pocas palabras: el origen
y el matiz virginal de tu mirada,
de tus húmedos ojos de penumbra,
está en el fondo gris de mi esperanza.
Valga por la mentira otro poema.

9-10 de junio de 1943.

Efraín Huerta (1914-1982)
Poemas prohibidos y de amor.
Siglo XXI, México, 1973.


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