Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
Lunes
Canta, pájaro lejano
En el huerto, los naranjos
se dilatarán de pájaros,
el azul irá cantando
en el agua del regato…
Por mí, pájaro lejano.
Tú, pinar, hondo palacio,
detendrás el viento plácido,
el mar entrará oleando
entre los adelfos blancos…
Canta, pájaro lejano.
Yo no me decido. Vago
por la penumbra del cuarto.
Zumba el piano cerrado,
viven los pálidos cuartos…
Por mí, pájaro lejano…
(¿En qué rosal, en qué árbol?)
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
Canta, pájaro lejano
Espasa Calpe, Madrid, 1998
Martes
Llueve por la ciudad…
Llueve por la ciudad afuera y dentro
llueve un vacío total
llueve un silencio de cadáver
yo al fin lejos de todo
envuelta en la comodidad del sol
me lluevo sin mojarme
tomo el dedo de dios y lo desvío –violento–
llueve
es cierto
llueve agua
aquí ha llovido siempre fuego.
Lidia Acevedo
Condominio de poetas. Poemas
de veinte autores
Saúl Rosales (compilador)
Ayuntamiento de Torreón 2000-2002
Dirección Municipal de Cultura
Editorial del Norte Mexicano, Torreón, 2000
Miércoles
Sumisión de la forma
Yo me propuse hacia 1975 apaciguar mis gestos poner a
reposar mis ademanes.
Y desde aquel entonces visto un amplio blusón gris
pantalón de mezclilla.
Yo creo que hará un año que no cambio las aguas de los
tres búcaros de casa: crisantemos amarillos
jarrón con crisantemos blancos la hornacina
con el florerito para una rosa.
Mi mujer y yo nos desnudábamos como si en la encrucijada
de cuatros vientos huracanados acabara de
surgir un estrépito de caballos hacia un claro.
Vergel, entre los cuatro vientos.
Nuestros ademanes de amor eran un agua denudada una luz
lívida en la miel momentánea en el ámbar
de una cópula.
Y me retraigo, reposo: tu mano posada en el ámbar rapado
de mis pudendas.
José Kozer (1940)
En Cuadernos de La Palabra
Universidad Veracruzana, Xalapa, 2007
Jueves
América mía
A Ramón López Velarde
Por esta América mía
que está triste,
triste en sus abismos
más profundos…
triste de llevar a cuestas
hambre y llanto.Si en el monte escarpado
de silencio
se reúnen los jóvenes-niños
si el silencio
se rasga de repente
es porque
en la pradera el venado
afila sus cuernos
contra un árbol.
Las liebres corren
y se esconden
un bandoneón gime
la guitarra canta
(La naturaleza se ha puesto
de manteles largos
y el reloj me recuerda
la monotonía de la vida diaria.)
En mi extravío:
¡el polvo de los conquistadores!
¡la mano y la mirada de Juárez,
esperanza y coraje!
Ya las enredaderas trepan
hasta las copas frondosas,
ya el peso vence al ahuehuete
y al ombú.
Por esta América mía
que está triste…
Desde las nieves eternas
hasta las otras nieves.
Desde la selva
hasta el desierto.
Porque llevamos escondidas
las antenas.
Porque la voz se apaga
porque el viento
apenas se atreve a entrar
por las rendijas.
¡Por este polvo denso
en que se asfixia
la serenidad de los sentidos!
Al pie del monte sereno
o en medio de los jardines,
van él y ella
tomados de la mano.
Porque amor es mundo
mundo–amor
pisoteado y herido
como antaño.
¡Se rasgará el silencio
a base de metralla!
¡Qué importa este amor
que llena las entrañas!
Los valientes van perdiendo
a cada paso
la fe en la mañana.
Esa mañana
Que no será todavía…
Bajarán los indios
de la montaña
para depositar al pie
de la misma imagen cantada
su resignación de siglos.
Y en la colina,
más allá del puente,
jugarán los niños.
Ellos no comprenden.
¡Los caballos revientan los cinchos.
La soldadera se ajusta las cananas:
y entre nubes de vapor
se pone la locomotora en marcha!
América lleva en las pupilas
una lágrima,
aquella de sus hijos
que imploran la paz inútilmente.
Aquella que se funde
con la tierra.
Porque
en las campiñas
las chozas se deshacen…
Y continúa el poeta
en su extravío:
Resbalará la vida por la cuesta
se acallarán los gritos
y bailaremos juntos
un tango, una cueca,
una samba o un son tamaulipeco.
¡Amor es mundo!
¡Mundo – Amor!
¡Ay, pisoteado y herido
como antaño!
Estamos ciegos
y los héroes
derramaron, tal vez.
una sangre ociosa.
Ves:
las almas nacientes
se envuelven en la droga.
¡Oh Baudelaire1
¡Oh paraísos artificiales!
Por esta América mía
que está triste
y padece…
Asisto y callo
porque, a veces
hasta el más pequeño gusano
se siente solitario.
Se van secando los ríos.
Se van secando los montes
y de estas ruinas
van naciendo otras ruinas.
¡Por esta América mía
que está triste!
¡Por este polvo denso
en que se asfixia
la serenidad de los sentidos!
El Amazonas se desbordará
y cubrirá la tierra toda
y nadarán las pirañas
y arrasarán a su paso
con bestias y ganado.
Ves:
Resbalará la vida
por la cuesta
no bailaremos más…
–¡Calla!
que América entera
soy yo.
Y mientras haya
al menos una flor
un germen de flor
una semilla que transporte el viento,
una gota de lluvia que la riegue
un pedazo de tierra que la acoja,
América renacerá poderosa.
Lucharé sin desmayo
por esta América mía
que está triste…
Alicia Reyes (1940)
América mía, Un poema
Scripta, México, 2012
Viernes
La cama angosta
Es todo lo que sé. (Que es casi nada.)
Ella tenía una estrella entre los senos.
O así lo veía él, porque la amaba.
No se exigieron boletos en la entrada.
Pues cada uno andaba en su terreno.
Es todo lo que sé. (Que es casi nada.)
En una cama angosta ambos quemaban
su historia y el temor; o cuando menos
así lo creía él, porque la amaba.
Los dos sabían muy bien la pendejada
que es insistir en un amor del bueno;
es todo lo que sé. (Que es casi nada.)
Marzo moría otra vez; y ya se daban
café con leche mezclado con veneno.
O así lo sentía él, porque la amaba.
Supongamos que un día ella se enfada
y se borra la estrella de los senos.
¿Qué más saben los dos? ¿No queda nada?
Así se dolía él, porque la amaba,
Luis Miguel Aguilar (1956)
Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982
Margarito Cuéllar, Mario Meléndez,
Luis Jorge Boone y Mijail Lamas
UNAM / UANL, México, 2012
Sábado
De “Sueños apócrifos”
IV
Cuando te vistes, se trastoca el principio de gravedad, rechina el espejo, el asesino duda, el viajero vuelve sobre sus pasos, los animales se inquietan como si fuera a temblar.
Es un vicio mirar cómo te vistes, parece que hicieras lo contrario.
Saúl Juárez (1957)
El viaje de los sentidos
Verdehalago, México, 2000
Domingo
Andando por el día
Adelantas la pierna
Izquierda el día
Se detiene sonríe
Y se echa a andar ligero
Bajo el sol detenido
Adelantas la pierna
Derecha el sol
Camina más ligero
A lo largo del día
Varado entre los árboles
Caminas altos senos
Andan los árboles
Te sigue el sol el día
Sale a tu encuentro el cielo
Inventa nubes súbitas
Octubre de 1958
Octavio Paz (1914-1998)
Poetas de México y Latinoaméricas
Cuadernos de la Palabra
Universidad Veracruzana, Xalapa, 2007
Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.
(+52)55 5208 2526
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