Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 04 de Febrero de 2019
Por: Noticias

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

En un parque mexicano

Ya no voy a perderme en los campos sedosos
en los valles primaverales de Ucrania.
Te abandoné –hogar– hace ya tanto,
contra quién lanzar ahora mi queja.
Sobre la hierba del parque mexicano
juega y retoza mi hija de un año
mi alegría es tan grande
hay felicidad en cada árbol, en cada gota.
Pero no te puedo cantar ni celebrar
tierra extraña de estruendosos aguaceros
en tu tropicalidad salvaje no he de permanecer
así como no crecí en tus praderas.
Me son ajenas tus montañas eternamente nevadas
así como ajenas le son a mi hija las llanuras ucranianas
tu llanto no será jamás el mío.
Mi canción bebió el rocío de otros lados
y la savia jugosa de las olas doradas del centeno
por eso desde cualquier lugar de mi errancia
le canta mi poema a aquellos dichosos años primaverales.

1928

Jacobo Glantz (1902-1982)
En Del río que corre
Poesía en Blanco Móvil
a través de 30 años
Libros del Marqués, México, 2017

Martes

Entonces siguió una calma opresiva…

Entonces siguió una calma opresiva por unas pocas horas, que pareció indicar que el mismo vórtice de la tormenta estaba pasando sobre nosotros; era como el ojo de Dios sobre nosotros, era al mismo tiempo el ojo huracanado, el ojo de la ira, pues la poca natural quietud, la calma chicha, perturbada sólo por una llovizna ocasional, era de por sí misma agüero del próximo desastre. Como no había habido cambio en la dirección del viento, los que tenían experiencia se preparaban para lo peor... Alrededor del horizonte se encendió un anillo de fuego rojo-sangre, perdiéndose en un ámbar brillante en el cenit: era Isaías: en efecto, el cielo formó una gigantesca y feroz bóveda de luz roja que brilló a través de la lluvia... Nos hincamos...

Margo Glantz (1930)
De Síndrome de naufragios
Joaquín Mortiz, México, 1984

Miércoles

baumgarten / 71

El abuelo es un viejo mentiroso.
Lo puedo probar: murió antes de que yo naciera.
Una segunda prueba: nunca quiere hablarme.
Algo ha de esconder: algo valioso. Las cosas sin valor siempre se quedan sobre la mesa o en el buró de la recámara,
junto a la obediente luz de una lámpara.
El abuelo esquiva las mesas,
pero no los burós.
Ayer, pensando que yo dormía, se quedó a mi lado como por una hora. He aprendido a
Escuchar sus pasos cuando entra a mi cuarto; la duela suena hueca y el abuelo usa botas de minero.

Rafael Villegas (1981)
Parkour pop.ético (o cómo saltar las bardas hacia el poema)
Armando Salgado y José Agustín Solórzano
SEP Dirección General de Educación Superior
para Profesionales de la Educación, México, 2017

Jueves

Égloga octava

Lento muere el verano
y suspende el silencio con sus ruidos.
Un otoño temprano
hundió verdes latidos,
árboles por la muerte merecidos.
La luz nos atraviesa.
Se detiene en tu cuerpo y lo decora.
Tal fuego que te besa,
consumida en la hora
ya se incendia la tarde asoladora.
Vivimos el presente
en función del mañana y el pasado.
Porque seguramente
no estaré ya a tu lado
en otro tiempo que nació arrasado.
En estas soledades
se han unido el desierto y la pradera.
Mas la dicha que invade
ya no te recupera
y durará lo que la noche quiera.
Creciste en la memoria
hecha de otras imágenes, mentidas.
Y no habrá más historia
para ocupar la vida
que tu huella sin sombra ni medida.
Inútil el lamento,
inútil la esperanza, el desterrado
sollozar de este viento:
te ha poblado
el transcurrir de todo lo acabado.
Esperemos ahora
la claridad que apenas se desliza.
Nos encuentra la aurora
en la tierra cobriza,
faltos de amor y llenos de ceniza.
No volveremos nunca
a tener en las manos el instante;
porque la noche trunca
hará que se quebrante
nuestra dicha y sigamos adelante.
El oscuro reflejo
del ayer que zozobra en tu mirada
es el oblicuo espejo
que bifurca la nada
de esta reunión de sombras condenada.
La llama que calcina
a mitad del desierto se ha encendido.
Y se alzará su ruina
en este dolorido
y silencioso estruendo del olvido.
El mundo se apodera
de lo que es nuestro y suyo, y el vacío
nos recubre y vulnera.
Como el río
que humedece tus labios, amor mío.

José Emilio Pacheco (1939-2014)
Tarde o temprano
FCE, México, 1980

Viernes

Ven

Ven
Ayúdame a insertar mi corazón en la tapa de este libro enciclopedia donde en cualquier momento puedo leerte manual de fórmulas para ahuyentar la tristeza
Ven
ayúdame a olvidarte
a no seguir buscando
la mirada que pusiste en mi rostro
cada minuto diferente
ayúdame a olvidar nuestra hermosa soledad
de animales en celo
Si tú me ayudas
te prometo no salir a buscarte en los espejos
o en el fondo de la taza de té.

Thelma Nava (1932)
El Corno Emplumado,
Núm. 18, México,
abril de 1966

Sábado

De “Elementos para un poema”

XXI
A veces las palabras se pronuncian de tal modo que producen un efecto letal en quien las oye. El afectado enferma, primero, de soberbia, enloquece más tarde y acaba por morir después de una pérdida total de la memoria. No se conoce antídoto contra el veneno pero ayuda, en el tratamiento de la víctima, la aceptación de la propia pequeñez y de lo efímero. En algunos centros de rehabilitación a los intoxicados se les obliga a dormir junto a los muertos, a contemplar una y otra vez el ocaso, a sentir la muerte en los pétalos de una flor que abre y la vida en las nervaduras rígidas de una hoja amarilla que se cae.

Norberto de la Torre (1947)
Tiempo es una metáfora que duele
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Editorial Universitaria (UMSNH), 2002

Domingo

Te doy, Claudia…

Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán por toda Hispanoamérica.
Y si el amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.

Ernesto Cardenal (1925)
Vuelo de palabras Revista de poesía
Ediciones Caletita, Monterrey
Enero-abril de 2016, núm. 2, primera época


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