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que imprime su huella en la aventura por venir: un niño indígena, apen
entrado en la pubertad, toma la decisión de abandonar la aldea natal y rec
rre en una jornada la distancia que lo separa de la ciudad y, por lo tanto, d
conocimiento. Ese acto postrero de su primera infancia lo borra del anon
mato y lo integra en la Historia, cuyo rumbo habrá de modificar de una ve
y para siempre. País llamado infancia. Compás que dura poco pero marc
en forma indeleble a su protagonista.
En su libro
La infancia y la vida familiar en el antiguo régimen
, Phillip
Ariès declara que a partir del siglo xviii el niño adquiere existencia com
ser con características propias. Sin embargo, ¿qué hacer, por ejemplo, co
el entierro paleolítico donde un esqueleto infantil sostiene en una de s
manos una pieza de sílex, privilegio concedido como símbolo de autorida
exclusivamente a los adultos? ¿Qué con los contados y punzantes testim
nios del niño en el México antiguo, como en aquellos versos traducidos p
Miguel León-Portilla en los que el padre, estoico y convencido, advierte
su niña sobre los permanentes embates de un viento de obsidiana que ced
contadas alegrías?
Cuando el niño descubre apetitos y pruebas que habrá de enfrentar un
y otra vez con el paso de los años, marca con piedra blanca esa iniciació
prematura. La salida es el signo inequívoco del héroe: puede ser humilde e
su forma, pero trascendente en su fondo. Un niño cuya vivienda ocupab
a principios del siglo xix los altos del portal de Tejada, actualmente Rep
blica de El Salvador, registra las variadas voces expresadas por los client
de la vinatería bajo su ventana. Todo niño experimenta esa inquietud. Sól
algunos, como éste al que nos referimos y que responde al nombre de Gu
llermo Prieto, tendrá capacidad para mantener intacta esa curiosidad in
tintiva y transformarse con el paso de los años en cronista de sí mismo y d
la ciudad que lo vio nacer. Por regla general, la biografía de quien inscrib
en la Historia su nombre con mayúscula comienza alrededor de la segund
década de su vida. Prieto quiso y logró que su niñez fuera protagonista de l
Historia. Sus recuerdos de esta etapa en
Memorias de mis tiempos
constit
yen un material de primer orden para reconstruir el universo infantil. A l
13 años muere su padre y se ve obligado a ejercer su prematura y parca ci