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mesa de trabajo y a compartir su amor por la palabra. En especial quier
dar las gracias a los que presentaron mi candidatura: a don Guido Góme
de Silva, a quien admiro por su saber de lexicógrafo; a don Jaime Labastid
por darnos a conocer cómo se ha ido construyendo el edificio de la razón
a don Carlos Montemayor, por sus novelas y ensayos llenos de sensibilida
social, por su amor por las lenguas indígenas de América. Quiero tambié
dar las gracias a don Diego Valadés, jurista y humanista, quien me va a d
la bienvenida en unos minutos, así como manifestar mi grande apreci
por el director de esta corporación, don José G. Moreno de Alba. A tod
admiro y quiero, y aprovecho esta ocasión para decírselo.
Pero si estoy aquí es por una razón más profunda, o mejor, por dos r
zones: primera, porque me casé con un mexicano y con él me vino el de
tino posible que todo español trae al nacer: atravesar el Atlántico y emp
triarse en tierras americanas; segunda, por haber cruzado mi vida con l
Universidad Nacional Autónoma de México. En ella encontré lo que dej
en Madrid: un mundo particular y a la vez universal que no sabría defin
bien, el mundo de la búsqueda del saber, del cultivo de la creación. Aq
encontré maestros de los que mucho aprendí y sigo aprendiendo; coleg
y amigos a los que considero mis consejeros en sus disciplinas, y alumn
aventajados que siempre me hacen pensar y dialogar. A todos ellos, gracia
En la Universidad de Madrid completé mi vida académica. Aquí, en l
unam, me formé como investigadora y me interesé por el exilio español
por la historia de las lenguas vernáculas de México, dos dimensiones d
conocer a las que he dedicado mi tiempo.
Hoy llego a la Academia para ocupar la silla de un distinguido narrad
y ensayista, don Salvador Elizondo, silla que fue creada para acoger a do
Jaime Torres Bodet (1902-1974). Merecidamente Elizondo ocupó la sill
XXI a partir de 1976 hasta su muerte en 2006.
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Nacido en esta capital e
1932, tuvo una formación que calificaré de polifacética. Fue becario d
Centro Mexicano de Escritores y, atraído por la pintura, estuvo en la Escu
la Nacional de Artes Plásticas y en La Esmeralda. Continuó su formación e
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Fue elegido el 13 de agosto de 1976. Leyó su discurso el 23 de octubre de 1980.