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hondo, antiguo y heroico barrio de San Ángel que él contribuyó, com
pocos escritores, a insertar en la memoria, a obligarnos a encontrar en él l
señales de un personaje que es más famoso que su creador. “Yo soy Mad
me Bovary”, decía Gustave Flaubert. No podía decirlo, no hubiera querid
decirlo Federico Gamboa. En el fondo debe haber estado feliz de sab
que su criatura no sólo era conocida, codiciada, admirada, compadecida
amada, sino que formaba ya parte del patrimonio espiritual de un país
que él trató de servir con sus mejores armas. Esta recordación de Federic
Gamboa, en los 70 años de su partida, tiene lugar, así, en el sitio del cu
partió Santa, del paraíso de San Ángel, hacia el infierno de la capital.
Un heroico vestigio del río Magdalena se defiende en Coyoacán, al lad
de la no menos estoica capilla de San Antonio Panzacola, una de las escas
construcciones del siglo xvii que se conservan en nuestra capital. Allí naci
el cuerpo de Santa. Imaginar su curso nos lleva, a través de un tramo d
las actuales Avenida Universidad y Miguel Ángel de Quevedo, a la entrad
de Chimalistac y al principio de la calle que recibe el nombre de Río.
ahora un río de piedra, como si quisiera ser fiel a una metáfora de Federic
Gamboa: asemejarse al Pedregal de San Ángel, escenario de la caída d
Santa y de su expulsión del paraíso. Otra distinción para Gamboa: hast
donde tengo noticia, ninguna otra ciudad en el mundo ha dedicado call
a nombres de personajes literarios como sucede con las que en el barri
natal de la muchacha ostentan los de Santa y sus compañeros de aventur
Chimalistac, San Ángel, Pedregal. En orden de aparición en la novela, tal
son los escenarios australes de Santa. Los otros santos lugares. Es posibl
recorrerlos y leerlos a pie, tal vez algún amanecer de domingo o el prim
día del año. De los espacios recorridos, y de ahí consagrados, por Santa, p
demos caminar y leer la arquitectura uniforme de la calle Arenal, hacia Sa
Ángel, por donde su familia, formada exclusivamente por célibes, forjab
su idea personal del mundo impoluto. En 1852, Casimiro Castro fijó, e
las litografías del álbum
México y sus alrededores
una vista de Chimalistac
otra de San Ángel que medio siglo más tarde, en la época de Federico Ga
boa, y aún en la nuestra, conservan algunos de sus antiguos rasgos.
Santa es un cuerpo para la ciudad. La ciudad es el gran cuerpo que l
atrae, la recibe, la devora. Satélite que vive con la ilusión de ser planeta, es