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resplandor de una noche y un mediodía sin fin y sin principio que danzan
aman y se confunden para celebrar las bodas eternas de la luz y las tinieblas
Este tercer poema, el de la certidumbre de la verdad más profunda, l
nuestra insania, la de nuestra contingencia, nos deja sin respuesta por
no hemos franqueado el umbral de cierta cordura tranquilizadora. La
veterada enemistad que separa a la pasión y el conocimiento no p
atemperarse mediante la simple voluntad. Carlota de México pagó co
propia vida haber vislumbrado, unidos de nuevo, los dos hemisferio
nuestra condición humana. Valdría la pena preguntarse si el panorama
descubrió compensa el tributo, el sacrificio de la satisfacción cotidiana
armonía superficial de lo socialmente conveniente. Tengo para mí que
mujer eligió el mejor partido en una causa perdida de antemano.
Proclamemos, pues, nuestra entusiasta gratitud a Fernando del Paso
habernos descubierto estas certidumbres y habernos instilado una d
que no vacila en afirmar su coherencia.
¡Muchas gracias, Fernando, y bienvenido a casa!