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mientos, los mejores y los peores, en tantas lenguas distintas, lo mism
su rencor que su cariño, su animadversión que su amistad, no sólo es un
persona de cuidado: es también una persona que merece la más alta de m
admiraciones y el más profundo de mis respetos. Gracias, Ernesto.
A propósito de lenguas, he elegido una, el sefardí o sefaradí, como tem
de este discurso. Es sabido que las lenguas que han habitado los judíos d
rante su larga historia han sido muy diversas. El arameo, lengua semític
de la cual el hebreo imitó el alfabeto cuadrático, lengua del Talmud y de
Zohar. El hebreo, lengua santa o
lechon ha-qodech
, que permaneció com
lengua muerta durante muchos siglos, para resucitar y transformarse en
idioma del Estado de Israel gracias al titánico esfuerzo y la pasión de un sol
hombre, Eliézer Perelmann, mejor conocido como Ben Yehuda o “Hijo d
Judá”. Durante el también prolongado exilio del pueblo de Israel, naciero
lo que se conoce como las judeo-lenguas, como el judeo-árabe, el jude
persa, que dio lugar al nacimiento del judeo-tajik de Bukara, el judeo tárt
ro, el judeo-griego derivado del koiné y el
giudeo-romanesco
, entre otras.
Dos de esas lenguas del exilio llegaron a ser habladas por millones d
los hijos de Israel. El yidis, originado en Europa central, resultado de un
compleja mezcla de elementos del hebreo posclásico, el arameo y, como l
componentes de más peso, algunos dialectos germánicos que se hablaba
en la Alemania alta y la central. Esta fue, por excelencia, la lengua de l
judíos de Europa oriental o askenazis. El otro fue el sefardí o sefaradí, ta
bién conocido como judeoespañol, judezno, ladino o
spagniolo
. El sefard
sin embargo, no fue en su momento una nueva lengua: fue el español d
siglo xv que los judíos expulsados de España se llevaron al exilio y conse
varon como un tesoro durante cinco siglos.
El edicto que ordenó la expulsión de los sefaradim de España fue firm
do por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492.
Tanto, tanto fue el dolor de los sefaradim por este hecho, que la trad
ción afirma que la expulsión se inició el 9 del mes de Av. En otras palabra
el mismo día en que se consumó la destrucción del Templo de Jerusalén e
el año 70 de nuestra era. El día más triste del calendario hebreo.