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la formación del español novohispano y la gramática del español
regionales no significa, sin embargo, su desuso inmediato y sabemos, gra­
cias a la documentación administrativa novohispana de carácter coloquial, que
a América llegaron pobladores con modismos y rasgos dialectales propios
de sus regiones nativas, distintas de la castellana.
En tercer lugar, en el momento en que el castellano accede al rango de
lengua histórica y se convierte en español, se crea un espacio variacional
o dialectal propio que da cabida a regionalismos, a modismos sociales y a
diferencias de géneros textuales. Aunque la estandarización y la generaliza­
ción del castellano como la lengua básica del continente americano es un
hecho innegable, es más prudente hablar de que ese español se gestó como
una koineización paulatina, es decir, como una mezcla de distintas varian­
tes dialectales, y también de las lenguas indígenas, que encontró su norma,
nivelación y regulación a través de la lengua española.
Los dialectos más importantes que contribuyeron a la configuración del
español americano son, desde luego, el castellano, pero también de forma
masiva, como es sabido, el andaluz –más del 40% de los nuevos pobladores
en la primera mitad del siglo xvi tenían origen andaluz, extremeño o cana­
rio–, y en menor medida aragonés, catalán y gallego. Recordemos, como
apoyo del conocido andalucismo del español americano, que no sólo fue
masiva la llegada de andaluces a América, sino que los habitantes de otras
regiones peninsulares debían pasar meses, y a veces hasta uno o dos años,
en Sevilla, esperando que la Casa de la Contratación, dependiente del Con­
sejo de Indias, les diera permiso para embarcar a América. Esa prolonga­da
estancia de hablantes de diferentes regiones creó una aculturación andalu­
za o, en otras palabras, un andalucismo en el español general america­no.
En resumen, el español trasplantado a América pasó por un proceso de lo
que se ha denominado
reestructuración patrimonial
, el cual consistió en que
a partir del conjunto de variantes dialectales existentes, se produjo, en el
mar­co de las circunstancias históricas particulares de la colonización, una
se­lección de algunas de esas variantes, que se fueron imponiendo sobre
otras y llegaron a generalizarse. El castellano y el andaluz son los principa­les
dia­lectos que conformaron el español americano.
En cuarto lugar, el hecho de que el español hubiera llegado a un alto
gra­do de elaboración en el siglo xvi no significa que la estandarización de