Por la tarde nos prestaron un rifle de municiones. En el lote baldío pusimos unas latas en un árbol para tirarles. Yo había disparado solamente en las ferias, a una distancia mucho más corta, y los otros muchachos eran unos expertos. Pero poco a poco fui afinando la puntería.
De pronto sucedió: alcé el rifle, apunté con mucho cuidado, disparé. El bote no se movió. Un pájaro se cruzó volando y la munición lo mató, en el aire. Todos lo festejaron con gritos y risas, y uno de los niños me trajo el animalito. Lo sostuve en las manos, caliente, y me sentí terriblemente mal. Era precioso. Tenía el pecho de un negro intenso y las alas amarillas; el pico roto. Habría dado cualquier cosa por devolverle la vida; no había querido matarlo. En la noche me costó trabajo dormir. Al día siguiente salí solo, casi de madrugada; había visto dónde guardaron el arma. La segunda vez fue diferente. Tuve paciencia. Esperé a que el animalito se posara en una rama.
Donceles #66, Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, 06010.
(+52)55 5208 2526 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.