Se cumplen 50 años de Los Albañiles de Vicente Leñero

Lunes, 09 de Septiembre de 2013
Se cumplen 50 años de Los Albañiles de Vicente Leñero
Foto: Excelsior

Esa obra en construcción de los años 60 que se recrea en la novela Los albañiles, de Vicente Leñero, es México. “Un país que parecía casi terminado, al menos en su fachada institucional, y se preparaba para sufrir alteraciones, como la sacudida del movimiento estudiantil de 1968”.

Para el ensayista y estudioso de la literatura Alejandro Toledo, la primera obra de un mexicano que obtuvo el Premio Biblioteca Breve, en 1963, que otorga desde 1958 la editorial española Seix Barral, es una metáfora en la que se construye nuestro mundo.

“Lo poderoso de la novela es cómo pasa de los niveles realistas a los símbolos; hay incluso un trasfondo religioso. Luego vino el terremoto de 1985, que sacó a la luz esas corruptelas en la industria de la construcción, entre empresas y funcionarios públicos, que produjeron edificios endebles”, afirma.

Considera que “el regreso del PRI, lamentablemente, ha actualizado la novela, porque muchos funcionarios, de ese y otros partidos, se rigen aún por los criterios corruptos que ahí se denunciaban, en donde priva no la búsqueda del bien común, sino el enriquecimiento personal de quienes nos mal gobiernan”.

A lo largo de sus 250 páginas, la novela trata sobre el asesinato del velador de un edificio en construcción. Todos sus compañeros son sospechosos, ya que cada uno tiene motivos para matarlo. El autor centra la trama en el crimen y en el descubrimiento metódico y gradual del culpable.

Medio siglo después de que proyectara a su autor a nivel internacional, Los albañiles, prosigue Toledo, sigue cautivando a los jóvenes lectores porque la historia los toca de cerca, por lo que se ha convertido en un clásico de las letras mexicanas.

“Yo vivo en la colonia Narvarte, que es donde Leñero vivía cuando escribió la novela. Y con frecuencia transito por la estación Eugenia del Metro, que es para mí la cuadra de Los albañiles: por ahí vivía el autor y en la observación de cómo se construía un edificio de la zona fue como iba él imaginando, y tecleando, su propia obra”, agrega.

El editor está convencido que esta novela describe mejor el modo de ser del mexicano que La región más transparente (1958), de Carlos Fuentes, considerada precursora del boom latinoamericano.

Los albañiles no inunda con definiciones sociológicas, con dedicatoria al lector extranjero, con ánimo de guía turístico, sino que presenta a los personajes como actores de sus propias desgracias. Es una buena novela, y los jóvenes deben acercarse a los libros bien escritos, que encierran además una serie de preguntas sobre cómo somos esencialmente”, dice.

Un parto doloroso

Vicente Leñero, quien el pasado 9 de junio festejó 80 años de vida, ha referido en varias ocasiones las circunstancias que lo llevaron a escribir Los albañiles, y los accidentes que le dieron la forma definitiva al libro que escribió con una beca del Centro Mexicano de Escritores.

El novelista, guionista, periodista y dramaturgo contó, en una entrevista con el crítico literario Christopher Domínguez, publicada en la revista Letras Libres en abril pasado, que esta historia no le salía como novela, porque la tenía dispersa en varios cuentos.

Ingeniero civil de profesión, el autor recogía en esos relatos su experiencia durante su servicio social. “Entré a una compañía de instalaciones sanitarias y me fue mal. Sufrí la aspereza de los albañiles, que son duros, y, como me veían como un ingeniero inexperto, me ponían unas sanjuaneadas terribles. De esos recuerdos quería hacer pequeños cuentos, tenía ya varios temas y los empezaba a reunir, pero la novela no crecía”, confesó.

Y, como le dieron la beca para entregar una novela y no un libro de cuentos, como él había propuesto, siguió el consejo del filósofo catalán Ramón Xirau de que empezara de cero y rompió las cien cuartillas que ya llevaba. “Y se me abrió el mundo”, dijo. Escribió la novela en seis meses.

Cuando Xirau la leyó, se la llevó al poeta Alí Chumacero al Fondo de Cultura Económica para que la publicara, pero no fue posible. Luego, Leñero fue a ver al editor Joaquín Díez-Canedo, que acababa de abrir su sello Joaquín Mortiz, y éste la propuso para el Premio Biblioteca Breve, del cual era jurado.

Años después, cuenta Leñero a Domínguez, Díez-Canedo, tras un desacuerdo por otra obra, le aclaró el por qué ganó el Biblioteca Breve, cuando en realidad había dos candidatos, él y el uruguayo Mario Benedetti.

“Lo que peleábamos en la reunión era si Uruguay era más fuerte para publicar libros que México y yo les gané, por eso no se lo dieron a Benedetti, las oportunidades de edición eran mejores en México”, recuerda Leñero que le dijo y concluye: “Me puso en mi lugar, de pronto uno se siente muy crecido por ganar un premio”.

La certeza

Ese incidente con el premio, aclara Alejandro Toledo, no cuestiona la calidad de la novela, que gustó tanto a los lectores que años después se escenificó en teatro, adaptada por Leñero y dirigida por Ignacio Retes, y se hizo película, protagonizada por Ignacio López Tarso y dirigida por Jorge Fons. El filme ganó el Oso de Plata en Berlín.

Con Los albañiles, considera el crítico literario Hernán Lara Zavala, “Leñero adquiere fama internacional y empieza una carrera que sería prolífica e interesante, que está siempre a caballo entre el testimonio, el periodismo y la crónica. La novela le dio la certeza de su oficio”.

Está convencido de que la historia sigue vigente. “Es una novela compleja, interesante, muy original. No ha cambiado la corrupción desde hace 50 años para desgracia de nosotros. Siguen todos los defectos que venimos acarreando del priísmo. Sólo que Leñero imprimió un toque policiaco a la historia, lo que le dio sabor y suspenso”.

Lara Zavala cuenta que, tras leer la novela, tuvo la oportunidad de conocer a su autor. “Fue uno de los 13 participantes en un proyecto que hicimos en 1987, una novela colectiva que se llamaba El hombre equivocado.

“Él fue también quien dictaminó mi primer libro para Joaquín Mortiz, que se llama De Zitilchén (1981). Después, Gonzalo Celorio y yo, trabajando en el FCE, lo propusimos como candidato al Premio Nacional de Lingüística y Literatura, que ganó. Mantenemos una relación estrecha”, añade respecto al escritor de quien, asegura, “ha creado su propio mundo, donde es vital la reflexión en torno a sucesos reales”.

Además de la edición normal en Joaquín Mortiz, el sello Punto de Lectura (Grupo Santillana) posee los derechos de Los albañiles en formato de bolsillo, que va en la quinta edición; y está comercializando en su versión electrónica.

Para leer la nota original, visite:

http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/09/08/917645

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