"La discreción y sabiduría de los aztecas", por Raúl Olvera Jiménez en La Jornada Semanal. Reseña del libro Huehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palabra, editado por Miguel León-Portilla

Domingo, 30 de Septiembre de 2012
"La discreción y sabiduría de los aztecas", por Raúl Olvera Jiménez en La Jornada Semanal. Reseña del libro Huehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palabra, editado por Miguel León-Portilla
Foto: La Jornada Semanal

Como es bien sabido, los antiguos aztecas no dejaron testimonios escritos de su tradición, fundamentalmente transmitida en forma oral, pero en su lugar legaron una serie de testimonios gráficos, los códices, que hace falta interpretar. Ya en época tan temprana como 1547 fray Andrés de Olmos, de la orden de san Francisco, recogía en su Arte de la lengua mexicana algunos de los dichos de los antiguos, si bien desde 1528 se empezó a verter los textos en náhuatl conocidos como Huehuetlahtolli que, en 1600, dio por primera vez a la imprenta fray Juan Baptista Viseo, cuya edición facsimilar se ofrece en este volumen junto con la transcripción y versión al castellano moderno de un nahuatlato, asiduo a lo largo de veinte años del Seminario de Cultura Náhuatl, Librado Silva, quien siendo natural de Santa Ana Tlacotenco, en Milpa Alta, posee la lengua nahua como lengua materna.

Se trata de veintinueve pláticas o amonestaciones de naturaleza preponderantemente moral, donde se incluyen consejos de padres a hijos o miembros de diversas profesiones, como son médicos, artesanos, mercaderes, embajadores y jefes políticos. Si bien en su gran mayoría los Huehuetlahtolli han sido cristianizados y ahí donde se hacía mención de los antiguos dioses se ha insertado el nombre del único Dios verdadero, se hallan invocaciones aisladas a Tláloc, solicitando lluvia; Tlazoltéotl en rituales purificatorios, y Tezcatlipoca, deidad suprema, implorando su favor durante guerras, pestes, hambrunas y crisis de gobierno. El estudio introductorio del doctor Miguel León-Portilla, realizado en una prosa fluida y correcta, es signo de elegancia en el idioma y pulcritud en su minuciosa labor como antropólogo. De hecho, los escritos que aquí se presentan pueden clasificarse entre lo que los expertos llaman ritos de pasaje, acciones de significado religioso que preceden los eventos decisivos de la vida (el nacimiento, el inicio de la instrucción, el ingreso en el ejército, el matrimonio, la preñez, la enfermedad y finalmente la muerte).

Un verdadero placer depara la lectura del facsímil con la composición tipográfica característica de la Oficina que en Tlatelolco regenteaba Melchor Ocharte, con la imprescindible colaboración de dos minoritas, Agustín de la Fuente y Diego Adriano. Las máximas de conducta impartidas por los antiguos aztecas dejan ver una discreción y un sentido común poco esperables, al menos, para don Alonso de Zorita, oidor de su majestad quien, en su Breve y sumaria relación, habría de recopilar algunas de ellas para el mismísimo Felipe II. El trabajo de traducción a un español moderno, profundamente imbuido de la mentalidad nahua, es notable. La primera edición data de 1988. Una reedición masiva, en tiraje de 630 mil ejemplares, salió en 1991. La obra volvió a ver la luz una vez más, en 1998, antes de la presente y definitiva entrega.

Para leer la nota original, visite:

http://www.jornada.unam.mx/2012/09/30/sem-leer.html

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