"Kijano", por Elmer Mendoza

Miércoles, 19 de Junio de 2013
"Kijano", por Elmer Mendoza
Foto: El Debate

Kijano nació en La Soledad de Maciel, Guerrero, en el México verde, en 1952, y aunque se doctoró en historia, es pintor, un maestro del matiz y la línea curva. Su obra es la razón del libro: "Kijano, el estratega del entusiasmo", que inicia con un equilibrado texto crítico de Raymundo Ernst, publicado por la Universidad Autónoma de Sinaloa y Granises, Servicios Editoriales y de Comunicación (La Otra), en México, en mayo de 2013.

Es un libro de sorpresas al que sugiero pongan mucha atención; sus preguntas podrían convertirse en respuestas y quizá no les agradaría; además, ¿están seguros de querer tener un fruto de la pasión a casa?

Kijano ha trascendido a sus maestros; es posible detectar huellas de Picasso, Dalí, Magritte, Lam, Guayasamín, Toledo, como homenajes y como influencias que jamás pretendería disimular: son su poderoso respaldo; sin embargo, Kijano es la fuerza del arcoiris y del cuerpo femenino. Es el control de un espacio cromático intenso y la curva que dicta los caminos. La efigie roja, azul, tornasolada, que define el perfil del mundo en movimiento y quizá, como establece Ernst: "El delirio báquico y orgiástico… donde se revuelven multitud de pasiones, gustos, instintos y preferencias". Nada es azaroso, todo nace de una emoción inevitable, y como agrega el prologuista, están ustedes ante "un seductor nato".

Cada obra de este libro, cuidadosamente fotografiada por el maestro Jesús García, exhibe el color revolucionado, una matriz que se ha inventado el pintor y cuyo nombre desconocemos. Kijano no abandonó jamás el caballete, mejor lo convirtió en ese campo proceloso donde la imaginación dejaba de flotar para tomar cuerpo en un trazo de fantasía donde seres de leyenda vencían la blancura que le preocupaba a Vicente Quirarte. Al menos en este libro, el pintor no deja duda sobre dónde se encuentra su dominio, que quizá tenga su origen en los colores de su tierra natal, allí donde los cuentos más extraños partían de la realidad y volvían a ella como si nada.

Después fue descubrir el canon donde se convertiría en maestro: el erotismo vegetal que ha trocado su obra en única, una propuesta en que la estética del deseo es fondo y forma como producto de naturales reflexiones de convivencia. Hay instinto, cierto; esa fuerza primigenia que dota a las piezas de una expresión sosegada y violenta que se encuentra en los traseros prominentes, los pechos erectos y los elementos de la noche en que envuelve los pubis inflamados. El mar, la tierra, el aire, el fuego, que heredamos de nuestra historia cultural, se combinan y definen lo que esta obra tiene de grandiosa. Kijano es una provocación a los sentidos más sutiles, esos que generan las fragancias que fundaron el mundo y que no se alteran con las estaciones. Algo que llama la atención de este artista de Guerrero son los largos títulos de sus cuadros. Algunos auténticas minificciones y poemínimos: Los besos, sonoros, tímidos, discretos, apasionados, tronadores, lúdicos, infames, traicioneros, mortales, alentadores, pero besos al fin y al cabo; besos para la vida, besos para el cadalso, besos que liberan, besos que a veces entre la dulzura y la pasión atrapan para siempre; uno más: Y como suele ocurrir en todas las tardes del tiempo, fatigado el cazador es al fin casado. Su respeto por el lenguaje escrito es celebrable, revela a un lector aplicado, incluso una parte de su obra se denomina: El elogio de la lectura.

El secreto de Kijano para crear una obra memorable es que no permite que sus recuerdos envejezcan y se escleroticen. Cada cuadro que termina es un segmento de una obra única que concluirá algún día; por lo pronto, esa característica de su pintura indica que hay estilos infinitos, por supuesto, los que surgen de personalidades definidas y tenaces. Libres. Admiro el epicureísmo del pintor y la alegría con que deja vibrar los colores en sus manos; también su limpieza y la precisión en cada uno de sus símbolos. El arte es cábala y Kijano tiene las cartas sobre la mesa; estoy seguro que el encuentro con este libro nos enseñará por qué tiene tanta confianza en sus apuestas.

Kijano, el estratega del entusiasmo es una publicación trilingüe; el texto de Raymundo Ernst escrito en español, está traducido al inglés y al ruso. Lo genial es que la parte fotográfica realizada por García en más de un año de trabajo minucioso, tiene su propio lenguaje y será comprensible en cualquier latitud. El universo del color se manifiesta como un emblema de la vida múltiple, que es la esencia de los humanos, y de que el mundo está lleno de juegos que todos podemos jugar. Verde te queremos verde. Salud maestro.

Para leer la nota original, visite:

http://www.debate.com.mx/eldebate/movil/Articulomovilopinion.asp?IdArt=13338015&IdCat=17542

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