Discípulos y amigos rindieron homenaje a JLM

Viernes, 19 de Enero de 2018

Como se tenía previsto, el evento comenzó a las 19:00 horas en el recinto de la Biblioteca de México. El programa inició con la proyección de un video sobre la trayectoria del conmemorado, tras el cual la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, dio la bienvenida a los panelistas y asistentes. Recordó que José Luis Martínez solía repetir que “es un crimen desconocernos”, lema con el que se entiende su labor como historiador y difusor de la cultura mexicana y universal. Asimismo, la secretaria destacó la imprescindible labor que realizó el escritor y funcionario en el programa de estímulos de Creadores del INBA, “que ha beneficiado a tantos artistas”.

Siguió la intervención calurosa de don Eduardo Lizalde, director de la Biblioteca de México y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, quien llamó heroicos los trabajos de educación, rigor intelectual y generosidad de José Luis Martínez, cuya biblioteca, recordó, se encuentra albergada y al servicio del público en esa misma sede. Recordó también que la admiración que ya en vida provocaba el escritor era compartida por un amplio rango de colegas, incluido el poeta Jaime Sabines, que “si en general no gustaba del perfil de ensayista o escritor erudito, valoraba muchísimo a José Luis Martínez”, como lo demuestra una nota elogiosa sobre la biografía de Hernán Cortés de Martínez, donde Sabines destacaba “su enorme poderío verbal”. Don Eduardo Lizalde revaloró que Martínez se haya ocupado de darle al poeta Ramón López Velarde el sitio que justamente vendría a merecer en la literatura mexicana y que, al momento de su muerte, dijo, le era escatimado. Con visión y juicio crítico, José Luis Martínez editó la obra de López Velarde, quien en vida nunca vio publicada su Suave patria.

Siguió el turno del historiador Enrique Krauze, quien en su intervención expuso articulada y amenamente la “filiación generacional” de José Luis Martínez, a quien consideró bisnieto intelectual de Joaquín García Icazbalceta, José Fernando Ramírez y Manuel Orozco y Berra, escritores del siglo XIX que recuperaron, como haría Martínez, los documentos y acervos de la antigua literatura mexicana para luego presentarla en ediciones y estudios. Krauze señaló que de la generación del Ateneo, la primera de ruptura, Martínez asimilaría los principales atributos de sus miembros: de José Vasconcelos su celo educativo e institucional, de Alfonso Reyes la universalidad de sus conocimientos, de Pedro Henríquez Ureña la indagación sistemática de otras culturas y literaturas y de Julio Torri su vocación crítica. Finalmente, reflexionó sobre la consciencia y responsabilidad que desde joven mostró José Luis Martínez respecto a su lugar y misión en la cultura mexicana, de la que él, de ser una rama, dijo Krauze, se transformó “en un árbol bajo cuya sombra hoy estamos todos”.

A continuación, la actriz Angélica Aragón dio lectura al texto de don Miguel León Portilla, también miembro de la AML, quien excusó su ausencia por no haber superado un refriado. Su intervención versó sobre la biografía de Hernán Cortés de JLM, que describió capítulo por capítulo con prolijidad. También destacó que sostuvo con Martínez una correspondencia “de alto interés”, por tratar de temas como las culturas mesoamericanas y sus literaturas. Reveló que su primer encuentro ocurrió el Lima, cuando JLM era el embajador de México en aquella ciudad. Por su labor de crítica literaria, de edición y de historia, don Miguel León Portilla concluyó nombrando al homenajeado “benemérito de la cultura mexicana”.

Siguió el turno de don Adolfo Castañón, también miembro de la AML, quien rememoró la relación intelectual que ambos sostuvieron desde los años en que José Luis Martínez fue director del Fondo de Cultura Económica. En una prosa poética, Castañón reveló que una de las mesas de trabajo de José Luis Martínez había pertenecido a Jaime Torres Bodet, quien fuera jefe de éste, por lo que de alguna manera, dijo, incluso el mobiliario que había sido el eje simbólico y material de la cultura en México fue heredado de una generación a otra. En ese sentido, prosiguió Castañón, la propia casa de Martínez se convirtió en un recinto donde se resguardaba la historia literaria como en ningún otro lugar y donde el maestro se hizo a la vez anfitrión a la casa de la letra y la palabra; una casa que el propio José Luis Martínez había construido como el arqueólogo que inventara las piezas que luego estudiaría y expondría, refiriéndose a su amplia gestión cultural y editorial.

La intervención del historiador Javier Garciadiego exploró la relación entre Alfonso Reyes y José Luis Martínez, destacando lo mismo anécdotas, pormenores e incidentes que haciendo una valoración profunda sobre la influencia de Reyes en el joven crítico literario. A través de la evolución de las mutuas dedicatorias que hicieron de sus libros, Garciadiego mostró cómo la confianza y la estima crecieron con el tiempo entre el maestro y el discípulo quien, finalmente, sería el antologador, estudioso, editor y heredero intelectual de Reyes.

Por último, Rodrigo Martínez, investigador e hijo del conmemorado, trazó una semblanza de la juventud de su padre, en la que recordó el contexto histórico de su infancia y familia (catolicismo y guerra cristera), así como a los amigos de infancia y juventud con quienes JLM entabló relaciones de estudio y afecto, particularmente Juan José Arreola y Alí Chumacero.

El homenaje, que don Eduardo Lizalde llamó “primero de muchos”, concluyó alrededor de las 21:00 horas. Posteriormente, se invitó al público a conocer la exposicion "José Luis Martínez: a 100 años de su nacimiento", en la sala Abraham Zabludovsky de la misma Biblioteca de México.

Fotografía: Secretaría de Cultura


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