"Es un privilegio conocer el centro vital de los mexicas": Matos Moctezuma

Martes, 17 de Abril de 2018

“Como arqueólogo es un privilegio conocer el centro fundamental de un pueblo”, señaló Eduardo Matos Moctezuma (Ciudad de México, 1940), investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología (INAH), al dictar la conferencia magistral "El Proyecto Templo Mayor: 40 años de investigación. Del siglo XX al XXI", en la Universidad de Harvard como parte de la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma Lecture Series.

En la conferencia, que se realizó ayer en el Geological Lecture Hall, en Massachusetts, y con la que por primera vez la Universidad de Harvard reconoce el trabajo de un mexicano en Harvard, Matos Moctezuma narró en español que su pasión por la arqueología inició después de leer un libro titulado Dioses, tumbas y sabios (1949), y que años después, cuando se inauguró el Museo de Templo Mayor, descubrió que la arqueología ponía en valor la historia de los mexicanos.

“Cuando empezamos los trabajos en Templo Mayor, los periodistas empezaron a llegar y al principio decíamos que eran una lata, después nos dimos cuenta de que eran un buen medio para difundir lo que estábamos haciendo. Lo confirmé cuando inauguramos el Museo de Templo Mayor, en 1987 porque al día siguiente cuando el recinto abrió sus puertas, una familia se paró frente a la escultura del Guerrero Águila y el papá le dijo a sus niños: yo vi cuando esto salió. Es decir, la gente había entendido que eso era parte de su historia”, dijo.

El también Premio Crónica 2017 y miembro de El Colegio Nacional, platicó que antes de crear el Proyecto Templo Mayor, tuvo la oportunidad de trabajar en Teotihuacán, Cholula, Tula y Tlatelolco.

“Estos trabajos previos al Templo Mayor me fueron dando la oportunidad de conocer las principales civilizaciones de México. También me sirvió mucho la influencia de dos importantes arqueólogos: Gordon Childe y Pedro Armillas”, señaló.

Matos Moctezuma mostró a los asistentes muchas fotografías, entre ellas, del actual Centro Histórico de la Ciudad de México para explicar la ubicación de la Catedral Metropolitana, el Zócalo y lo que fue la pirámide del centro mexica destruido durante la conquista española.

“Pero con la arqueología pudimos ir penetrando en el pasado para entender este Templo. Como arqueólogo es un privilegio conocer el centro fundamental de un pueblo. Nuestras excavaciones se centraron en ese principal edificio de los mexicas; entre 1978 y 1981 pudimos encontrar los vestigios de lo que era ese importante edificio”, precisó.

El arqueólogo también explicó que las construcciones prehispánicas en México eran superpuestas, es decir, que existen varias escalinatas encima de otras más antiguas porque “al querer agrandar su principal templo, lo que hacían era tapar al anterior para construir uno nuevo encima, ¿por qué ocurría eso? porque era el lugar de la sacralidad”.

En Templo Mayor, ese símbolo sagrado tenía en su cima dos capillas —añadió—, una dedicada al dios del agua y la otra, al dios de la guerra. “La presencia de estos dioses era muy importante porque significaba la base fundamental en la que se sostenía el pueblo mexica. El dios del agua representaba la producción agrícola y el dios de la guerra significaba la imposición militar a otros grupos que tenían que pagar un tributo a esta ciudad”.

El investigador mexicano resaltó a través de fotografías, los vestigios más antiguos que se conservan en la zona arqueológica a la que ha dedicado 40 años de su vida, tales objetos datan del 1390 a.C. y son: una piedra de sacrificios, urnas funerarias con vasijas en forma de perro que en su interior contenían restos de huesos quemados y una tapa de obsidiana.

Otros tesoros mexicas que mostró Matos Moctezuma, fueron esculturas dedicadas al dios de la guerra que datan del año 1440, el altar tzompantli y templos decorados con pintura roja, blanca y negra. “Esta cantidad de restos tanto de pintura como de objetos en las ofrendas, elementos de madera y demás materiales, nos obligó a tener un equipo grande restauradores y conservadores”, dijo.

TRABAJO EN EQUIPO. El investigador del INAH aprovechó su conferencia magistral para reconocer el trabajo de sus colegas arqueólogos estadunidenses William Tasch, quien actualmente trabaja en Teotihuacán, y David Carrasco, quien ha sido uno de los impulsores de la investigación en Templo Mayor, ambos actualmente son investigadores en la Universidad de Harvard.

Matos Moctezuma comentó que en 1978 cuando empezaron las excavaciones en el corazón de la Ciudad de México, se encontró en la puerta de Templo Mayor a un hombre alto, “era David Carrasco y desde ese momento comenzamos todo un trabajo sobre el mundo azteca”.

Otros investigadores que se han sumado al Proyecto Templo Mayor, destacó el arqueólogo, son Leonardo López Luján y su equipo de biólogos, geofísicos, físicos restauradores y conservadores, quienes se han dedicado, entre otros temas, al estudio de las ofrendas.

“De las ofrendas no dejaron mucho los mexicas dicho. En la zona tenemos diferentes tipos de ofrendas, por ejemplo lo que llamamos Cámara 3, pueden ver dos ollas grandes con policromía, el cráneo de un felino con sus enormes colmillos y una gran cantidad de máscaras”, señaló.

El siguiente ejemplo que puso Matos en imágenes, fue la Ofrenda 61, en donde las ollas halladas que miden 40 centímetros de alto contienen más de mil piedras verdes pequeñas. “También salieron restos de animales, vemos a un dios viejo, corales marinos, una cabeza de cocodrilo, muchas conchas, restos de huesos de serpientes, en fin, una cantidad enorme de animales”

¿Por qué los animales fueron importantes para los mexicas? Cuestionó el investigador emérito. “En el mundo prehispánico, por lo general, cada animal se asocia a un simbolismo importante, por ejemplo, el cocodrilo representa a la tierra, el águila representa al sol porque vuelo muy alto, los peces y caracoles están asociados al agua y por ende a los dioses que tienen relación con el agua”, respondió.

En 1991 Matos Moctezuma estableció el Programa de Arqueología Urbana que nació porque la Catedral empezó a agrietarse por el hundimiento y porque abajo estaban los edificios prehispánicos. “Los ingenieros abrieron una serie de pozos y los arqueólogos nos metimos para ver qué había. Encontramos restos de edificios prehispánicos debajo de la Catedral”, destacó.

Quince años después, comentó, apareció una escultura monumental: Tlaltecuhtli, la diosa de la Tierra, que mide más de 4 metros por lado. “Pueden ver la enorme boca de la diosa, un chorro de sangre que viene de su matriz y entra a su boca, con los brazos levantados con grandes garras, las piernas abiertas en posición de parte y tienen un pequeño glifo: 10 conejo, que nos permitió fechar esta pieza”.

El arqueólogo encargó el proyecto de investigación de esta escultura a Leonardo López Luján, quien encontró cientos de ofrendas a los lados de donde fue depositada la diosa, entre estas, piezas de oro y una ofrenda de casi dos metros por lado y uno de ancho con restos de copal, elementos marinos y una gran cantidad de animales.

“Después empezamos a trabajar en otros lugares. En 2011 se encontraron edificios como el Cuauh­xicalco que está decorado con cabezas de serpiente, también se halló una serie de restos humanos asociados al edificio”, dijo.

 

Para leer la nota original, consulte: http://www.cronica.com.mx/notas/2018/1073490.html


Comparte esta noticia

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua