Debe revisarse el sistema de becas: creadores

Jueves, 18 de Julio de 2013
Debe revisarse el sistema de becas: creadores
Foto: Milenio

La idea era impulsar una mayor participación de jóvenes creadores y llamar la atención acerca de las dificultades que se generarían con un presupuesto que resultaría finito para mantener los estímulos a los creadores; sin embargo, los cambios a la convocatoria del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), en el rubro de Creadores Artísticos, ha producido una| discusión que va más allá de las becas.

El pasado 8 de julio la directora del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), Irma Caire, anunció una serie de modificaciones a la convocatoria del SNCA, siendo las más polémicas dos: solo habrá una sola categoría en lugar de las tres en que se partió durante la pasada administración del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), que se sustentaba en las edades, y el retorno al requisito de espera de un año antes de presentarse de nuevo a postularse para una beca, cuando desde 2010 se podía hacer de manera casi automática.

Lo anterior ha servido para propiciar una reflexión acerca de la importancia de las becas. MILENIO consultó a siete personajes de la cultura acerca de este tema.

ÉLMER MENDOZA

Las becas son una posibilidad única que tenemos en México, que tiene que ver con la forma en que están organizados los apoyos a los artistas. En otros países en los que promueven el libro hay apoyos, tirajes muy altos, lo que no ocurre acá.

Creo que los apoyos directos son muy útiles. La mayoría de los artistas — podría decir que 90 por ciento— los aprovecha no solo para resolver asuntos cotidianos, sino para producir obra que tienen proyectada y darla a conocer. Mientras no haya lectores de los que podamos vivir regularmente más de cinco autores, como dicen que sucede en el país, creo que son apoyos necesarios.

La base principal en que se apoya la solicitud para considerar el caso es que el trabajo continúa; en muchos casos se trabaja en varios proyectos, y hay autores a los que, sin ese apoyo, les cuesta mucho llevar una vida sin tantas restricciones. Creo las autoridades del Conaculta deben revisarlo y hacer consideraciones importantes.

El Conaculta cada vez tiene más controles para que a los que les gusta fraudar les cueste mucho más engañar. Son evidentes los casos de autores que trabajan y tienen una obra que merece seguir apoyada. No le costaría mucho al Consejo determinar quiénes pueden y deben seguir con los apoyos y a quiénes se les debe retirar para dar entrada a autores que están fuera y también merecen respaldo.

LUIS GONZÁLEZ DE ALBA

Tengo una opinión pésima de las becas. Tienen apoyos a perpetuidad personas que no las necesitan porque venden bien sus cuadros, esculturas o libros. Los jóvenes las están empleando para sus ocurrencias: sé de una becaria que llenó de agua unos baldes para expresar la poca o mucha agua en cada delegación del DF, y luego los expuso a la admiración urbi et orbi... Y eso lo pagamos los contribuyentes. Otro puso tierra en un salón, unas macetas y dos hamacas.

Las de “creadores de arte” no debieran existir. Cavafis, Novo, Gorostiza o Pessoa trabajaron en grises oficinas burocráticas y los seguimos leyendo. De los poetas becarios no me sé el nombre de ninguno ni creo llegar a leerlos. Toledo no necesita más ayuda que sus ventas en París, Nueva York y Tokio para combatir a McDonald’s en Oaxaca y arruinar a una pobre viuda a la que no dejó abrir el changarro. A los autores de música culta ni los perros quieren oírlos.

El dinero de las becas va muy bien en gimnasios para el país con el récord Guinness de panzones (y panzonas), canchas de básquet en Tepito, apoyo al deporte escolar, seguimiento de atletas desde el final de su infancia: natación, clavados, futbol, jabalina, disco, salto... Uno de los espectáculos más deprimentes sobre el planeta es entrar a un vapor público en el DF y encontrarlo lleno de sapitos panzones de patitas flacas y sin cuello.

RONALDO GONZÁLEZ

El asunto de las becas para los creadores artísticos en países como México tiene que ver con un subdesarrollo superpuesto en otro: al subdesarrollo social se le suma el que hay en políticas culturales. Esto resulta paradójico en un lugar en el que han florecido las más diversas manifestaciones artísticas de manera abundante, singular y original.

En México los creadores no viven de su trabajo como artistas. De ahí la iniciativa de la gestión de Consuelo Sáizar: dar un carácter casi permanente a las becas de los miembros del SNCA. El problema es que con recursos escasos (y en cultura son muy, pero muy escasos) la rueda de las asignaciones becarias queda trabada en un punto: entraron los que entraron, mismos que están renovando sus becas del SNCA, así que, ni modo, hay que esperar a que se retiren los que ya las tienen para que el molino se mueva un poquito y vuelva a jalar agua.

La propuesta de la nueva titular del Fonca, Irma Caire, es comprensible: vamos renovando las becas periódicamente, que no haya renovación continua y consecutiva. Con ello daremos oportunidad a nuevos creadores, mientras que los que ya las tenían tendrían que esperar por lo menos un año para poder gozar del apoyo nuevamente.

Dos lógicas distintas y un solo problema verdadero: cómo hacer para otorgar becas a todos los creadores que las merecen. No es, en el fondo, una cuestión de lineamientos o de bases: es un problema de presupuesto, de prioridades públicas. Y la cultura toda, no solo los apoyos para los artistas y creadores, no es prioridad para los hacedores y ejecutores de las políticas públicas en México.

ALBERTO RUY SÁNCHEZ

Desde mi punto de vista hay que remontar la perspectiva y reconocer que el problema es que el gobierno federal no da ahora al Fonca el presupuesto suficiente para funcionar como se propuso. Creo que nuestra reivindicación debe ir hacia esa reducción de presupuestos para el incentivo a la creación. La no continuidad y la reducción de becas de 200 a 100 son maneras del Fonca para ajustarse a esos presupuestos.

El Fonca y el SNCA son excelentes programas (siempre mejorables y expandibles, con una muy fructífera experiencia) de una política cultural que reconoce en la creación algo de lo mejor de México.

HORACIO FRANCO

El planteamiento de las becas del Fonca es uno de los más nobles que hay para las artes a nivel mundial; en pocos países se tiene cubierto tal rango de artistas, y si tienen un plan parecido, lo conducen a través de la iniciativa privada.

Frente a los cambios aplicaría una revisión de cada caso, porque finalmente nunca se puede juzgar a un artista con la misma lupa que a otro: no puede ser que muchos artistas que puede que se lo merezcan y aquellos que no se lo merezcan tanto tengan el mismo tipo de beca, el mismo monto. Hay mucha gente que sí la necesita; otras personas, aunque no la necesiten, por sus propios méritos la deben tener, lo que también es cuestionable, porque son artistas que tienen grandes méritos y mucho dinero.

Es un asunto complicado saber quién merece o está trabajando realmente por la beca. En ese sentido, por las becas que se dan a creadores con trayectoria o como la que tengo, que es a jóvenes creadores, debemos enviar informes; estamos bajo la lupa y siempre fiscalizan nuestro trabajo. A mí, que soy jurado, me mandan cada cambio en el proyecto que hace algún becario, por lo que es un sistema bastante transparente.

Se critica que el Fonca beneficia a amigos de los jurados, lo cual no es cierto, porque no te dejan ser jurado de alguien a quien conozcas o que tenga un vínculo de parentesco o de relación laboral; si mientes, te vetan.

No se trata de satanizar las modificaciones que se quieren hacer, si y solo si se plantea bien el analizar cada caso como asunto diferenciado y bien sustentado.

Lo que puedo decir como jurado del Programa de Creadores Escénicos es que si no cumples con el proyecto al pie de la letra, te pueden suspender la beca.

DEMIÁN FLORES

Las becas son un modelo único en el mundo, fundamental para los desarrollos creativos; más en países como el nuestro, carentes de políticas culturales sólidas, las becas son de los pocos destinos presupuestarios que han logrado continuar ante las embestidas de recortes sexenales.

Las becas han causado polémicas distintas, sobre todo porque pareciera que no existe una real retribución social por parte de los artistas, los cuales se estima que están cooptados y sus acciones artísticas disminuidas ante la comodidad y la complacencia de una élite de cuerpo colegiado que decide y define candidatos. Lo anterior es una visión que no refrenda la vitalidad cultural de un país como México, en el que muchos de sus actores han sido impulsados con dicho apoyo.

Más que cambios habría que ampliar las becas y, en el caso de las artes visuales, crear un mecanismo que pudiera hacer visibles los proyectos realizados. Estimular acciones de retribución, o mejor dicho, contribución social más vitales que pudieran ampliarse a esferas no solo institucionales, sino también de trabajo y apoyo en comunidades, escuelas, etcétera.

La renovación tendría que estar sometida a un escrutinio riguroso de lo creado con el apoyo anterior, así como darle seguimiento a las obras creadas: ¿dónde se expusieron, dónde se encuentran? Asimismo, darle seguimiento a la vida cultural del creador, sus talleres impartidos, conferencias, textos y otras actividades.

Desconozco si existen artistas que, habiendo solicitado una beca, no la necesitan por alguna circunstancia. De ser así, habría que preguntarse ¿por qué la solicitan?

ERNESTO LUMBRERAS

El problema es que solo se hace notar la parte del mecenazgo, la idea de la cooptación de los creadores por el Estado. Pero el proyecto de las becas tiene antecedentes que han permitido la creación de obras relevantes.

Un punto a discutir es por qué si la administración pasada estableció que era viable un modelo de continuidad, ahora pareciera que hubo un incumplimiento en su responsabilidad para algo para lo que no había sustento, según la acusación de la actual administración.

Las modificaciones a las tres categorías y en el tema de esperar un año para la renovación se hicieron sin una mínima consulta, sin establecer un diagnóstico de qué implicaciones habría para las tres generaciones con el formato Sáizar, y si era necesario hacer cambios tan radicales como regresar a las reglas de 100 becarios por convocatoria y en una sola categoría.

Nunca se había discutido sobre el SNCA y el Fonca. Si vemos la parte positiva del malestar, puede generarse la oportunidad histórica de replantear el sistema; a las autoridades culturales les daría cierto prestigio aceptar este reto y sentarse con la comunidad artística para pensar en el SNCA.

Para leer la nota original, visite:

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