Agustín Escobar Ledesma inicia las conversaciones con escritores de nuestras lenguas nacionales con una enriquecedora entrevista con dos personajes que han sido muy importantes para la preservación y el incremento de la cultura de la nación hñahñu: Severiano Andrés de Jesús, originario de Santiago Mexquititlán y lingüísta notable, y Ewald Hekking, nacido en Holanda y que ha dedicado gran parte de su vida y de su trabajo al estudio de una de nuestras lenguas nacionales. Y hablo de lenguas nacionales por la sencilla razón de que el castellano es nuestra lengua oficial, pero en nuestro país viven precariamente y son cada vez más amenazadas las lenguas de nuestras etnias originarias como el hñahñu. Tanto Severiano como Ewald son autores de múltiples publicaciones y coautores de seis, entre las que sobresalen la grámatica, el diccionario y los libros de cuentos de la nación hñahñu.
Agustín profundiza en la obra del holandes Hekking, hombre que sin duda merece el homenaje de Querétaro su (nuestra) universidad y nuestro país, y en otra entrevista abunda sobre el tema del Diccionario Español Otomí, de Santiago Mexquititlán elaborado por nuestro paisano Ewald y por otro paisano, Severiano. En la entrevista, Ewald habla de su infancia holandesa, de su interés por la etnografía y por la lingüística y de sus obsesiones mexicanas y, especialmente, otomíes. Hekking se enfrentó en varias ocasiones a un estrambótico racismo queretano y sufrió una serie de intrigas que crecieron en el seno de la universidad. Afortunadamente el apoyo de un grupo importante de intelectuales hizo que se mantuviera viva la obra extraordinaria del maestro holandés.
Es muy hermoso el texto titulado Estrellas de Xamge. En él algunos ilustres queretanos hicieron de la música un instrumento de catequización y, sobre todo, lograron la consolidación de una cultura mestiza. Este texto es particularmente emocionante, ya que recuerda el proceso evangelizador que los jesuitas realizaron en Paraguay a través de la música. Mis lectores recordarán la hermosa película Misión en la que se habla de conquistas, de culturizaciones y, sobre todo, del poder de la música. De los coros y los pequeños conjuntos instrumentales nacieron los poblados, las pequeñas comunidades y la formidable utopía que, como muchos de los pensamientos milenaristas, tenía una buena dosis de autoritarismo, pero, al margen de este aspecto que habría que analizar a fondo, el espíritu comunitario, la abolición de la propiedad privada, el trabajo en común y el amor a la música y al arte en general, hicieron de las Reducciones uno de los momentos fundamentales del pensamiento utópico. Por eso el texto de Agustín sobre la música en el Querétaro colonial tiene una especial importancia y es un verdadero hallazgo para la historia de la llamada “conquista espiritual” que tantos bienes y tan numerosos daños causó a nuestra etnias originales. San Miguel Tolimán es el escenario de estas aventuras del espíritu y de la música. Cada vez que escuchamos una banda de pueblo pequeño recordamos el papel que el arte musical jugó en el mundo conquistado.
El libro de Agustín abarca temas muy variados, pero gira en torno a nuestras culturas originarias y a su situación en el México actual. Los maestros, los trabajadores sociales, las enfermeras y los escritores en las lenguas nacionales, particularmente el hñahñu, son los personajes fundamentales de estas entrevistas que, en mi opinión, vienen a enriquecer los estudios sobre las culturas originarias de un país cuyos indígenas son, como diría Agustín, “extranjeros en su tierra”.
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