Bazar de asombros: "Avatares de la transición española", por Hugo Gutiérrez Vega (I de II)

Domingo, 14 de Junio de 2015
Transición
Foto: La Jornada

Me tocó vivir en Madrid algunos momentos de la llamada transición a la democracia. El entusiasmo por establecer nuevas reglas del juego en el diálogo sociopolítico marcó los primeros momentos del proceso. Recuerdo las elecciones ganadas por el Partido Socialista Obrero Español y por sus líderes Felipe González y Alfonso Guerra. Viví la noche del recuento electoral en el Hotel Palace, con Octavio Paz, Luis Rosales y Félix Grande. Guerra, con voz pausada, iba anunciando los triunfos socialistas en el Congreso, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. El resultado era apabullante y lo celebramos en las calles de Madrid cantando las viejas canciones de la Guerra civil y "La internacional". Todo estaba principiando; la alegría ocupaba calles y plazas y se mezclaba con la esperanza.

Se puede decir que los primeros años los socialistas gobernaron bien, a pesar de los escándalos internos provocados, en buena medida, por los deshonestos parientes de algunos de los líderes. Los espadones golpistas observaban, con detenimiento y furia, el desarrollo de la política peninsular. Su iracundia estalló en un intento de golpe encabezado, con violencia y estupidez, por un rudimentario guardia civil apellidado Tejero que, pistola en mano y al grito de "que se sienten, coño", asaltó el Palacio del Congreso y mantuvo en vilo a los españoles, hasta que el rey, después de hablar con los jefes de las zonas militares, se opuso al golpe y salvó al precario sistema democrático. Sin duda, Juan Carlos I recordó esa noche a su cuñado Constantino, el debilucho monarca griego que se dejó engañar por los coroneles, fue destronado y, con la cola entre las patas, se fue a refugiar a Inglaterra.

Los últimos años del gobierno socialista fueron lamentables. El señor Felipe González organizó grupos paramilitares para enfrentar la inquietud social, se olvidó de los principios socialistas de Pablo Iglesias y se alió, sin ningún pudor, con empresarios de toda laya y de malas mañas. Esta debacle de la izquierda hizo que la derecha recuperara el poder y que, con Aznar y Rajoy, la transición se fuera a la otra orilla y regresara, otra vez sin pudor alguno, el autoritarismo franquista con todas sus taras mentales y morales.

El Partido Comunista se fue borrando poco a poco y su último intento, Izquierda Unida, muestra una tendencia a desaparecer. Las otras formaciones de la izquierda se perdieron en su pequeñez y en su discolería. Por lo tanto, a la derecha le bastó un par de años para hacer que la transición se olvidara y para regresar al conservadurismo más elemental y rupestre.

Los intelectuales, ante la debacle socialista, se replegaron. Algunos se refugiaron en Izquierda Unida y otros se encerraron en la caverna de su descontento. El señor Felipe González, después de haber liquidado la utopía socialista, galopó alegremente por los campos empresariales y, a últimas fechas, anda salvando a la democracia venezolana. Su partido, mientras tanto, pierde setecientos mil votos y, junto con la derecha de Rajoy, ve cómo se deslíe el bipartidismo y cómo comienzan a ocupar el terreno de la política española las nuevas formaciones del centro-derecha y de la izquierda, representadas por Ciudadanos y Podemos.

Para leer la nota original, visite: http://www.jornada.unam.mx/2015/06/14/sem-bazar.html


Comparte esta noticia

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua