Avatares de la política exterior mexicana (II de III)

Sábado, 28 de Febrero de 2015

Chilenos manifestándose en el exilio
Foto: La Jornada Semanal

Seguiré haciendo el recuento de los aciertos de nuestra política exterior e intentaré señalar algunos aspectos de los desaciertos que vinieron después:

7. Recibimos a un número importante de chilenos que huían de la barbarie pinochetista. La mayor parte de ellos empezó a trabajar de inmediato en universidades y en centros de educación y de investigación científica. Este bazarista conoció de cerca la tragedia chilena, pues en los días del golpe de Estado contra el ejemplar presidente Salvador Allende y contra la democracia entera, ocupaba el cargo de presidente del Comité Mexicano de ayuda a la Unidad Popular. Comprenderá el lector que las divisiones que se daban entre los grupos de la izquierda chilena y la balcanización de la izquierda mexicana hicieron muy difíciles los trabajos de nuestro pequeño comité. Justo es señalar que, por órdenes de Echeverría, los órganos oficiales nos prestaron apoyo y nos permitieron alojar a los exiliados y conseguirles trabajos a la mayor brevedad.

8. Como ejemplo de estos avatares, recuerdo a los grupos artísticos uruguayos El Galpón, valioso conjunto teatral, y la magnífica Camerata de Punta del Este. Ambos grupos vinieron a enriquecer nuestra vida artística.

Chilenos manifestándose en el exilio, 1985

El régimen de Salinas de Gortari inició el declive de nuestra tradición en materia diplomática. A pesar de los esfuerzos de su excelente canciller Fernando Solana, la sumisión al gobierno imperial hizo que muchas líneas de la política exterior fueran olvidadas o se modificaran negativamente. Este bazarista sirvió en nuestra embajada en Washington y nunca olvidó el comentario de un irónico funcionario imperial: “Cuando vea usted que el Departamento de Estado habla mal de un secretario de Relaciones mexicano, puede considerar que se trata de un buen secretario.” El último odiado por Washington fue Bernardo Sepúlveda, ejemplar funcionario que con el Grupo de Río y Contadora molestó a los señores del imperio. Zedillo siguió con la política sumisa y olvidó que la capacidad de negociación siempre fue nuestra única defensa ante la prepotencia imperial. Su secretario de Relaciones, el señor José Ángel Gurría, fue tan funesto y nefasto que se ganó el título que ahora acompaña sus trasiegos mercantiles: “el ángel de la dependencia”.

La debacle total vino con los gobiernos panistas. Uno de los mejores puntos de nuestra política exterior fue la constante defensa de la soberanía de Cuba. El “comes y te vas”, horrendo ejemplo de sumisión perruna, fue el momento más bajo de la política exterior del gobierno mexicano que, entre otras calamidades, cerró la embajada en un país petrolero como Noruega y canceló los pasaportes diplomáticos de los jubilados de la secretaria. Huelga decir que Relaciones paga las jubilaciones más bajas. El “ángel de la dependencia” gana solito, por concepto de pensión, lo que reciben diez embajadores jubilados. Con estas y otras atrocidades, los gobiernos de Fox y Calderón, agente de pompas fúnebres arrastraron nuestra política exterior por el lodo de la confusión y el olvido de una tradición notable. Todavía flotan polvos de estos últimos lodazales y aún no se ven las cosas lo suficientemente claras.

(Continuará)
Para leer la nota original, visite: http://www.jornada.unam.mx/2015/03/01/sem-bazar.html


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