"Ana García Bergua", por Elmer Mendoza en El universal

Jueves, 18 de Octubre de 2012
"Ana García Bergua", por Elmer Mendoza en El universal
Foto: Academia Mexicana de la Lengua

Una poderosa cámara de 36 milímetros es la que enfoca cada una de las acciones de La bomba de san José, la reciente novela de Ana García Bergua, publicada por Ediciones Era y la UNAM, en 2012, donde uno de los asuntos es el comportamiento de la gente de cine, tan llena de plaquetazos, maquillaje y ligereza. La historia transcurre en los 80, en el DF, y aparte de los personajes camuflados, hay menciones a emblemas de la tele o el cine como el Loco Valdés o Demetrio Balbitúa. ¿Se acuerda del baile a go go? Pues aquí aparece.

La bomba de san José es una novela de grandes merecimientos. Es divertida y está escrita para compartir un humor suave, absurdo a veces, pero impresionantemente posible. Así mismo, es una historia del tejido amoroso de la clase media de esa época, que enriqueció sus costumbres con la ruptura de la antigua imposición de soportar lo que el marido hiciera, fuera lo que fuera. Maite, la personaje principal y narradora de una de las líneas narrativas, se descubre diferente el día que se atreve a ciertas cosas, aunque después ocurren dos momentos que pudieran afectarle. De cualquier manera, es una visión de la transición de las mexicanas frente al sexo, el divorcio, la maternidad, el ejercicio de un empleo y las relaciones sociales libres, tan común en nuestro tiempo.

Hugo, el esposo de Maite, es el macho que se dobla ante un cuerpo hermoso; con aires de moderno y lejos de asumir la madurez de sus treinta y tantos años, sucumbe a la primera. Sus amigos, la Rana y Néstor, de la misma edad, funcionan como polos opuestos dentro de la historia, con detalles que un lector avezado no dejará de considerar, proyectan una atmósfera efectiva de lo que son los humanos. Parte del dinamismo del discurso de García Bergua se debe a la clara diferencia entre los personajes, algunos, como Matilde, verdaderamente sorprendentes, o la misma Selma, de conducta misteriosa. Los antagonistas más notables son políticos típicos con guaruras, interesados en hacer cine.

Ana García Bergua, nacida en la ciudad de México en 1960, es una narradora de gran fineza y se percibe el cuidado que pone en cada uno de sus personajes y atmósferas. Conoce el mundo del cine, el lenguaje y la cantidad de sueños perdidos; “el cine es magia”, instruye el Yaqui a Hugo, que nada sabe de la mesa de montaje. Hugo es vago e irreverente, un día llega a casa con Selma Bordiú, una actriz vedette, de belleza apabullante, a perturbar una vida tranquila, de horarios fijos y ambiente agradable, con Maite de esposa, Lorenzo su hijo de ocho años y Juana, la asistente. Selma conseguirá sacudir ese falso paraíso y desatará los demonios de cada quien. La casa se convierte en un punto de reunión donde siempre hay fiesta en la que Maite termina participando algo sorprendida consigo misma, ante invitados que no conoce.

García Bergua desarrolla un misterio suave, que transcurre sin cortes violentos; no agrede y no da lugar a compararlo o ubicarlo dentro de corrientes establecidas como el suspense o lo policiaco. No conmociona, el lector querrá saber, porque es su naturaleza épica y porque está atrapado en una historia que forma parte de sus sueños; ¿en qué termina este sismo familiar? La bomba de san José avanza a su ritmo, que es implacable pero cómodo. Está contada en tres voces: Maite, Hugo, y una voz, quizá de la radio, que da consejos, ligada con la lista del abarrote. En los 80 no había súpers en cada cuadra. Maite y Hugo cuentan según su visión de los hechos. A la primera le toca enterarnos de las transformaciones íntimas de sí misma y de otros personajes. Hugo es la parte épica, el sabor de la aventura.

Esta Bomba es una novela deliciosa. Atrapa y entusiasma. Su ritmo narrativo no se consigue sin paciencia y maestría. Cada punto del discurso es un avance directo y se nota que la autora disfrutó en muchas de sus partes. Escribir narrativa también es entregarse, es difícil compartir una pieza en la que no se ha trabajado con el máximo esfuerzo. Definitivamente es la base para que una novelista aspire a ser una profesional respetada, como Ana García Bergua, que es una escritora comprometida, lo que significa que es observadora, estudiosa, con estupendo oído y con una paciencia emocional de primero orden. Desde luego, La bomba de san José es una novela para recordar, pasarla bien y brindar porque estamos vivos. Para ejercer el soberano placer de leer y regodearse en una historia probable del cine mexicano, y para tener claro que, “Los hombres se pueden tomar una serie de libertades, pero si esas libertades entran a la casa, la vida familiar se desmorona.” Ni más, ni menos.

Para leer la nota original, visite:

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