Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 23 de Octubre de 2023
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

 

Lunes

Hended el éter y apiñadas nubes…

Hended el éter y apiñadas nubes,
penígeros querubes
que revolais en torno del Eterno;
y de amor inflamados.
fugad a los osados
íncolas torvos del flagrante Averno!
         Y desterrad de valles y colinas
las húmidas neblinas
y el escuadrón de sombras indecoro;
y encended anhelantes
las hachas crepitantes,
y remeced los incensarios de oro.
        La blanca veste el agobiado monte
deponga; el horizonte
en áurea luz corónese y en grana;
y en alas de la brisa,
del cielo á la sonrisa,
su aljófar venga a prodigar Diana.
         Surja dejando sonrosada huella
la matinal estrella
sobre los hielos del volcán vecino,
y al zafir se levante
vaporosa y tremante
cual lámpara en fanal alabastrino.
          Radiante el sol brotando de las ondas
vierta sobre las frondas
de hilos de oro fúlgida cascada,
e irise del bravío
y despeñado río
que fluye plañidor, la sien crespada.
         Ciérnase leda matizada el ave,
y exhale trino suave,
encima los purpúreos ciclamores;
y al labio de las fuentes
los árboles olientes
desparzan hojas y nectáreas flores.
          Y tú, oh Padre, libre de quebranto,
y de júbilo santo
henchido el corazón, con alto ejemplo,
en la esfera tranquila
clavando la pupila,
ven del Señor el ataviado templo.
          De brocado la mitra reluciente
ciña tu noble frente;
cruce tu pecho zafirina estola;
y de púrpura idalia
con sérica sandalia
al ara sube y el Cordero inmola.
          Y pulsa, pulsa con ungida mano
el cielo soberano;
al levantar al aura la hostia pura
ofrece nuestros dones;
y santas bendiciones
danos en prenda de eternal ventura.
           Fija en tu grey la vívida mirada
de ti en torno agrupada;
magnates y sencillos labradores,
que con afán creciente
y lengua balbuciente
en pregonar se esfuerzan tus loores.
          Tú, por valles, colinas y montañas
buscaste las cabañas
de los pobres, y fuiste su consuelo;
sin que el invierno frío
ni el quemador estío
templar lograran tu ardoroso celo.
          Ya en ermita sombrosa,
ya a la margen de fuente cristalina,
como su linfa, pura, con paternal dulzura
anunciaste de Cristo la doctrina.
Al descreído pertinaz y al rudo,
luz y enseñanza; al nudo
          mendicante infeliz, veste y sustento
próvido siempre diste;
y del enfermo triste
llegó a tu oído el mísero lamento.
Y de tu anhelo y férvido cariño
es dulce objeto el niño
          huérfano y débil; curas su dolencia
y le enjugas el llanto,
y envuelto con tu manto
le defiendes y escudas su inocencia.
          ¿Qué mucho que hoy, yermados monte y soto,
con rama, hiedra y loto
templos y hogares truequen en pensiles,
y que atruenen tu oído
tu nombre bendecido
al resonar cien coros infantiles?
          ¿Los oyes? Claman, desparciendo oli
y pino: ¡Viva, viva!
Y al cielo encumbran tu piedad notoria;
y dan al aire vago
en amoroso halago
los himnos que entonamos a tu gloria.
          ¡Recibas nuestro amor!
Aquestas rosas
purpúreas y olorosas
que ofrecemos, no han sido, no, cortadas
de los frescos arbustos
que yérguense robustos
de Chipre en las florestas celebradas;
           ni estas aromas, tórtolas y mieles,
tomillos y laureles
ha conducido sobre el mar inquieto
resbalando süave
ebúrnea y griega nave
del Asia, Epiro, de Hiblas o de Himeto.
          Del Tepeyac la rocallosa cuesta
donde tu amor apresta
mansión digna a la Virgen Mexicana,
campesinas palomas,
lauros, mieles y gomas
te brinda y rosas de esplendente grana.

Joaquín Arcadio Pagaza (1839-1914)
Murmurios de la selva
Ensayos poéticos
Prólogo de Rafael Ángel de la Peña
Imprenta de Francisco Díaz de León, México, 1887.

Martes

Milagro V
El pobre caritativo

132 Érase un hombre pobre / --de limosnas vivía--
que de toda infurción / y renta carecía
fuera de su trabajo, / la vez que lo tenía,
y en bien pocos pepiones / su hacienda consistía.
133 Por ganar la Gloriosa /a la que mucho amaba,
partía con los pobres / todo cuanto ganaba;
en esto contendía / y en esto se esforzaba:
para obtener su gracia / su pobreza olvidaba.
134 Cuando hubo este pobre / de este mundo a pasar
la madre muy gloriosa / lo vino a convidar;
hablole muy sabroso, / queríalo halagar,
oyeron su palabra / todos los del lugar:
135 “Tú mucho codiciaste / la nuestra compañía,
para ganarla empleaste / bien buena maestría:
partías tus limosnas, / decías “Ave María”;
por qué lo hacías todo / yo muy bien lo entendía.
136 Sábete que tu cosa / está bien recabada,
que es ésta en la que estamos / la postrera jornada.
El Ite missa est / cuenta que es cantada,
y ha llegado la hora / de cobrar tu soldada.
137 Hasta aquí me he venido / por llevarte conmigo
al reino de mi Hijo / --el que te es buen amigo--
do se ceban los ángeles / con el buen candeal trigo,
que las santas virtudes / se placerán contigo”.
138 Cuando hubo la Gloriosa / el sermón acabado
desamparó el alma / su cuerpo venturado;
la tomaron los ángeles, / convento tan honrado,
la llevaron al cielo, / el Señor sea loado.
139 Y todos los que habían / la voz antes oido
todos vieron entonces / cumplir lo prometido;
y a la Madre gloriosa, / por haberlo cumplido
cada cual por su lado / las gracias le ha rendido.
140 El que tal cosa oyese / sería mal venturado
si de Santa María / no fuese más pagado;
si no la honrase más / sería desmesurado:
el que de Ella se aparta / va muy mal engañado.
141 Aún más adelante / queremos aguijar:
una razón como ésta / no es para abandonar,
porque éstos son los árboles / do debemos holgar,
en cuya sombra suelen las aves organar.

Gonzalo de Berceo (c. 1196 - c. 1264)
Milagros de Nuestra Señora
Texto íntegro en versión de
Daniel Devoto
Editorial Castalia, Madrid, 1998.

Miércoles

La memoria de los espejos

En este espejo que cuelga
en el baño de mi dormitorio
ella se peinó una noche
y después se fue para siempre
           Ahora me pregunto si su imagen
no habrá quedado presa en el espejo
como la joven que se peina
en el cuadro de Renoir
          Día a día la busco
por los rincones del azogue
pero lo único que encuentro
es el reflejo de la cama vacía
          De esa noche sólo me quedan
dos cabellos suyos
enredados en mi cepillo
y la triste certeza
de que los espejos no tienen memoria.

 

El intruso

Alguien va a entrar
una noche en tu habitación
Alguien va a entrar
sin llamar a la puerta
Y por más
que le pongas llave por dentro
por más
que asegures la ventana
con clavos
aquello que tanto temes
va a entrar en tu habitación
Y lo escucharás avanzar
paso a paso hacia ti
y sentirás su aliento
cada vez más frío
cada vez más cerca
y será el jadeo
de tu propia respiración.

 

Paseo nocturno

Este es el cuerpo
con el que voy a salir
a la calle
          El otro
lo dejé descansando en mi cama
          Camino por el Paseo Ahumada
entro en el Café Haití y pido un cortado
cosa rara porque yo no tomo café
Doy una vuelta por la Plaza de Armas
y escucho a unos músicos
que tocan "El submarino amarillo"
con instrumentos medievales
           Yellow submarine
           yellow submarine
           En la esquina hay un hombre
vendiendo algodones de azúcar
Sopla un viento muy fuerte
Los algodones salen volando
y se pegan en la cara de los muertos
          Las ramas de los árboles
empiezan a llenarse de palomas negras
          Me dan miedo
Tomo el Metro
y regreso a mi departamento
         Abro la puerta
y camino hacia mi dormitorio
Ahí en la cama está mi otro cuerpo
descansando.

 

Movimiento sísmico

Tuve una vez un gran amor
que derribó mi casa
agrietó mis puentes
y me hizo perder el equiibrio
Después vinieron las réplicas
amoríos de baja intensidad
que ni siquiera
me hicieron temblar
En cuanto al gran amor
ay mísero de mí
todavía respira
debajo de las ruinas

Óscar Hahn
El pasajero de la lluvia
Laberinto, México, 2012.

Jueves

Espejito, espejito
a quién le estás copiando.
Haz emerger la imagen tuya,
la de sin nadie enfrente,
tu propia cara espejo,
tu más barata cara transparente.
Dinos cómo eres sin especulaciones.
Entrégate de plano,
sin alerta, sin enmedio ni enfrente,
sin respaldo, sin reflujos de nadie.
No se debe copiar en un examen.
Nadie debe quedarse
sin una copia de tu original
para saber quién es
allá en el fondo.

 

El amor

El muy famoso amor es una escalera.
Piensa
qué pasa en las escaleras.
Piensa
qué bien sirven para subir
pero
cómo se cansan los que suben
pero
cómo se alegran cuando llegan.
Piensa
en la jerarquía entre cada peldaño.
Piensa
en los distintos tipos de escalera.
Piensa
en las que no tienen barandales.
Piensa
en las que tienen peldaños separados.
Piensa
en las de emergencia que no existen.
Piensa
en las que no tienen descanso.
Piensa
en las humedecidas.
Piensa
cuántas personas caben en un solo peldaño.
Piensa
en los escalones donde tu pie no cabe.
Piensa
en el pánico lento de ir bajando de frente.
Piensa
en las que rompen a los que van cayendo.
Piensa en lo sencillo que es vivir en la escalera.

 

Poesía no eres yo

Durante muchos años
he intentado explicar
para qué sirve la poesía.
           Es una pregunta
que me heredó Oscar Oliva,
mi maestro.
           Ya de sexagenaria
la pregunta se cansa,
se detiene y me encara,
preguntando:
¿para qué le sirves tú a la poesía?,
¿le sirves bien?, ¿le añades algo?
           Posiblemente sí.
Posiblemente la pregunta
que este mismo poema
me pregunta.
           Se le puede servir a la poesia
detallando un poema tras otro,
hasta encontrarse con la pequena pieza
que nos de la impresión de que faltaba.

 

Seguir girando

Cuando mi voz envejezca y disque,
y haga como que dizque suena
en los surcos sopranos y delgados
en los que fuera impresa.
Cuando la aguja se haya
vuelto roma y ya no pueda
aspirar a sacar
la melodía continua
de los surcos nocturnos
de la noche del disco,
hay que apagar las cosas
y apegarse
a sus desconexiones
sin reprocharles nada.
Hay que bajar la vista y concentrarse
en lo que ya no se oye.

 

Vente

Vente viniendo, muerte,
y déjame aquejarme y quebrantarme.
Y déjame sentarme en la banca vacía
de cualquier compañía, pensándome
los ojos con las manos.
          Vente viniendo, muerte,
y sube por las ramas de los ramos
que el tiempo va abrasando
hasta que abraza todo.
          Vente viniendo, muerte,
desde la médula esposa de los huesos
hasta que logres abandonar la geometría
que deja ruinas que no pueden moverse
y se comportan, obedeciéndote.
          Déjame que me caiga de la banca
y nunca más me ayudes a volverme ventana.

Eduardo Casar (1952)
El amor es una escalera
Diseño: Lola G. Zapico
Cataria Ediciones, México, 2022.

Viernes

Canción para empezar de nuevo

El amor te hace linda, bajo el vuelo
de aquellas gaviotas cuyas plumas azules
no pertenecen al círculo de este mundo,
y hoy quisiera, mi amor de labios
aún tan celestes y sutiles, que empecemos de nuevo.
Sólo a veces habitan en mí las palabras
que se deslizan como el espíritu de los dioses,
desde lo sombrío hacia la transparencia:
las palabras justas donde anida el amor,
este amor de labios adentro, no de espadas, quién sabe,
tal vez de espadas como labios, este amor tan antiguo
y tan nuevo, que intenta decirte algo, todo,
aunque el todo ya no exista,
este amor que ha descubierto en la hondura de tus ojos
esa humedad aún más feliz y más húmeda
que la de tus labios que todavía parecen venir de muy lejos:
todo lo llenas tú, diurna y nocturna,
como aquel Dios de ojos impasibles, transfigurado por tanta luz,
aquel Dios tierno, ambiguo, indomable, que tal vez nunca
sabrá quién es Dios, todo lo llenas tú, bendita
sea la gracia que te envuelve como la belleza
del círculo imantado al anillo de luz,
todo ha vuelto a ser luz en este mundo, anillo, todo
lo llenas tú, vámonos de anillo
en anillo, anillados de amor como en el principio, todo lo llenas.
Nicola di Bari lo dijo alguna vez desde San Remo,
con más eficacia que Pablo Neruda o Jaime Sabines:
--El amor te hace linda, aún más linda
que nunca jamás, bajo el desliz embrujante
de aquellas gaviotas cuyas plumas azules
pertenecieron y ya no pertenecen al círculo de este mundo,
aunque hoy quisiera, mi amor de labios
tan húmedos y sublimes, que graciosamente empecemos de nuevo.

 

¿Alguien ha visto a Dios?

Como fue escrito desde mucho antes
que existiera la Escritura,
"Los últimos
serán eternamente los últimos,
agobiados por el tiempo
de la infernal o santísima crueldad,
o tal vez por la belleza
que aún existe en el aire de tanta belleza"
¿Qué se hizo Dios? ¿Alguien ha visto
a Dios en aquella inocencia tan suya,
el entusiasmo de algunos niños,
o la gracia de su impulso
tan suya desde siempre?
¿Dónde estará todavía, sutil o piadosa
y obstinadamente, si existe incluso aquel todavía
desde donde quién sabe si estuvo alguna vez
o nunca, o nadie, quién sabe si tal vez nunca estuvo, todo
es tal vez, aunque ese tal vez tan suyo y tan nuestro
podría ser nunca o resucitar de haber nacido
o dejar acaso de ser o no ser nunca, Dios de nada y de todo?
¿Qué se hizo aquel Dios? ¿Alguien lo ha visto
bajo esa lluvia del otoño, iluminado
y enceguecido por la luz intermitente
de su antigua y nueva misericordia?
Como fue escrito desde mucho antes
que existiera la sagrada y ecuménica Escritura,
"Los últimos
serán blasfematoriamente los últimos,
tanto como los primeros, y todos habrán de sobrevivir, abrumados
por el tiempo, a la infernal o santísima barbarie,
y en todos aparecerá el alumbramiento de la belleza
que aún existe en el aire de tanta belleza".

 

Que la vida, al fin, te vista de suerte
(Con música de José Alfredo)

Seré más o menos breve, sentimental y ceremonioso
aunque ustedes no lo crean,
como si todavía existiéramos
en algún rincón del Antiguo Testamento:
--Ay, muñeca brava de ojos aún más enigmáticos
que la última visión de Jesucristo en la cruz:
te adoré, te perdí a lo bruto, ya ni modo.
¿Será cierto que la felicidad
está donde tú vayas, como creía Voltaire?
Que la vida, al fin, te vista de suerte, ragazza,
minina, ninfálida que vas nadando en el aire
de la estrella que aún llamamos nuestro mundo,
micifuz de párpados azules que podrían esfumarse como aquel oxígeno
desde las cuatro esquinas del Antiguo Testamento,
amore mio, meraviglia
entre las maravillas que en el mundo han sido,
meraviglia una vez más, ora mordo
come un bambino la mammella, lo spazio,
ora sono ubriaco d'universo,
fucsia mía, muñeca del Santo Espíritu.
¿Ser o no ser, ahora o nunca, amore mio en el aire
del principio y del fin, como la respiración
de aquel Hamlet en los días del Antiguo Testamento?
That is the question, ahora y siempre,
muñeca brava de ojos aún más enigmáticos
que las últimas visiones de Jesucristo en la cruz:
te adoré, te perdí, pelirroja, cenicienta, odalisca, minina
de Dios y cenicienta no sólo en los latidos a la altura
del corazón, te perdí a lo bruto, ya ni sé lo que dicen
mis palabras, te adoré, te perdí, nos perdimos sin saberlo, ya ni modo.
Oue el misterio de la vida, al fin, te vista de suerte
sin prcipitación, en un acorde
lentísimo, casi fuera del tiempo.

 

Alabanza del amor

Que nunca se nos vaya el destello, la juventud del amor, amor de nunca y de siempre, tutto il giorno, amore per sempre, amor casi fuera del mundo, lejos ya del amor. Que no se nos vaya en silencio como se va la luz en su luz, más allá del soplo de la luz, allí donde toda luz en su amor es lejanía.
Amemos al amor, amémonos en su luz como en aquel desliz del primer día del mundo. Que nunca se nos vaya la respiración en su destello, aquella juventud del amor que se desliza amándose a sí mismo y nos encierra dentro de un círculo para amarnos como tal vez nunca: amor de siempre y de nunca, amor de siempre jamás como en el amanecer del mundo.
Amémonos en los latidos del joven y viejo amor casi fuera del tiempo y de aquel espacio donde el amor aún respira. ¿Te recuerdo, me recuerdas un poco antes de toda memoria, nos recordaremos al fin como en el primer día del mundo?
Que nunca se nos vaya, amor mío en ti, amor de nadie, nada, nunca iamás, amor tuyo en mí, que la juventud del amor siga siendo el manantial donde aparecemos y desaparecemos como los latidos de aquella luz que siempre nos alumbra.
Amémonos en el ojo solitario de aquel Dios que no dejará de sonreír como si tal vez no hubiera nacido todavía. Amor una vez más en el amor. Amor en la secreta casa del día y de la noche. Amor por nunca y por siempre en aquel País de Nunca Jamás.
Amemos al amor en su destello. Amémonos en su luz como nos aman los ángeles del primer día. Que no desaparezca el humor juvenil del amor de nunca y de siempre. Que no se nos vaya en su destello: bellísimo amor lejos del mundo, casi fuera del espacion de aquel tiempo que parece volar lejos de sí, ausente una vez más lejos de nuestra sombra, sin haber volado nunca.

Hernán Lavín Cerda (1939)
La sonrisa de Dios
Ediciones Eón, México, 2007.

Sábado

Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
        y también de la alegría.

Mario Benedetti (1929-2009)
Antología poética
Alfaguara, Madrid, 2020.


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