Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 20 de Septiembre de 2021
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Instantes

No somos más 
que el tiempo que nos queda 
caminando hacia el olvido 
que seremos. 
         Es duro, pero es así. 
         El resto, literatura. 
         Lo mejor
es no pensarlo mucho:
seguir andando,
tomar cafés, enamorarse,
ver la lluvia...

Karmelo C. Iribarren (1959)
Poesía completa (1993-2019).
Prólogo de Pedro Simón.
Visor, Madrid, 2020.

Aquí. Hoy

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.
        Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte, y las endechas.
       No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre
       que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

Jorge Luis Borges (1899-1986)
Poesía completa.
Emecé, Buenos Aires, 1984.

Martes

Trescientos domingos…

Trescientos domingos de mañana
era siempre: Mozart,
encore, encore…
No sé, no sé…
Entonces tú eras un fantasma todavía.
Los dos fantasmas.
Llevabas los ojos en la mano,
a punto de descubrirnos ya.
No lo sabíamos.
Los dos: islas que se miran
y se temen.
Tal como ahora,
como siempre.

Josefina A. Pujals (¿-2011)


Dejas pasar…

Dejas pasar el móvil;
las sirenas;
el accidente provocado;
el otoño enervante;
distancias insalvables;
las falsas primaveras…
         ¡No temas!
Somos inofensivos después de todo
–en lo que a ti respecta–.
No tienes nada que temer.
         Dejas pasar las páginas,
la vida, los rastros,
las piernas, y los días.
Ruedas,
nada importante te altera.
        Con una lupa grande miras profundamente
las cosas pequeñitas que te afectan.
Te recuerdo 
como un vago encogerse de hombros.
Todo lo que de ti me queda
leves tardes insulsas, palabras.
       Es natural. Te morirás el día que lo quieras,
el desapego volándote el cabello.
       Yo te saludo entretanto, y te envidio,
malherida, desde este ruedo, 
nuestro lecho de muerte.

Josefina A. Pujals (¿-2011)
Que color del otoño.
Oasis, México, 1982.

Miércoles

Notas falsas

1. Hay pecados capitales y pecados municipales.
2. Mozart es la música sin adjetivos.
3. Es fácil admirar lo que no se conoce.
4. Sólo en la música existe la pureza.
5. La música es realidad objetiva sólo en el momento en que acontece.
6. Bienaventurados los mansos: los regresan al corral.
7. Quisiera rehabitar mi juventud: volver a creer que creo.
8. Si no crees en nada, ¿crees que no crees en nada?
9. La nostalgia no es un mal de viejos; es mal de nostálgicos.
10. Si Dios hubiese hecho al hombre, habría probado la fabilidad de Dios.

Luis Herrera de la Fuente (1916-2014)
Notas falsas,
Breve Fondo Editorial, México, 2000.

Jueves

Diana hermosa, arquera virgen, apasionada de la caza, protectora de la naturaleza, diosa de la Luna. Una tarde se bañaba en un estanque, en un robledal, rodeada por un grupo de ninfas, cuando sintió sobre la desnudez de su cuerpo el peso de una mirada. Entre los árboles, Acteón, el cazador, la acechaba. Se sintió ultrajada. Lo transformó en un ciervo; azuzó en su contra los perros que lo acompañaban. Le dijo: “Anda, ve y cuenta, si puedes, que me viste desnuda”. Lo hicieron pedazos, lo devoraron. Casta Diana, cazadora de estrellas, invicta arquera, dueña de tu cuerpo, muy buenos días tengas hoy. FG

Buenos días a Diana Cazadora

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio. 
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla, 
Y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño. 
Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta, 
Serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos 
Que se hubiesen caído, mansamente, de la espléndida rosa de toda adolescencia.
         Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa. 
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días, amiga, 
Para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia. 
        ¡Buenos días, cazadora, flechadora del alba, diosa de los crepúsculos! 
Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas, 
Abandono las alas rotas de este poema.

Efraín Huerta (1914-1982)
Poesía completa 
Fondo de Cultura Económica,
México, 1988.

Viernes

III
Como no somos jóvenes, las semanas tienen que servirnos
de años para extrañarnos una a la otra. Pero este extraño doblez
del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Alguna vez caminé por las calles del amanecer a los veinte
con los miembros estremecidos por una alegría más pura?,
¿me asomé de alguna ventana sobre la ciudad
queriendo escuchar el futuro
como ahora escucho con los nervios afinados para tu llamada?
Y vos, vos te me acercás con el mismo tempo. 
Tus ojos son eternos, la chispa verde
del pasto de ojos azules a comienzos de verano,
las salvajes plantas verde-azules lavadas por la fuente.
Sí, a los veinte creíamos que viviríamos para siempre.
A los cuarenta y cinco quiero conocer aunque sea nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos mañana
y que de algún modo, cada una va a ayudar a la otra a vivir
y que en algún lado, cada una deberá ayudar a la otra a morir.

Adrienne Rich (1929-2012)
Traducción de Sandra Toro (1968)


III
Since we’re not young, weeks have to do time 
for years of missing each other. Yet only this odd warp
in time tells me we’re not young. 
Did I ever walk the morning streets at twenty, 
my limbs streaming with a purer joy? 
did I lean from any window over the city
listening for the future
as I listen here with nerves tuned for your ring? 
And you, you move toward me with the same tempo. 
Your eyes are everlasting, the green spark
of the blue-eyed grass of early summer, 
the green-blue wild cress washed by the spring. 
At twenty, yes: we thought we’d live forever. 
At forty-five, I want to know even our limits. 
I touch you knowing we weren’t born tomorrow, 
and somehow, each of us will help the other life, 
and somewhere, each of us must help the other die.

Adrienne Rich (1929-2012)
Veintiún poemas de amor, 1974-1976.
Edición bilingüe.
Traducción de Sandra Toro.
Postales Japonesas Editora,
Buenos Aires, 1977.


Morder arena

Como si
escribo
cuando ya no
y qué
si en realidad
entonces no
ni tampoco después
ni nunca
nunca nada.
Y a qué
este abrir de boca 
como quien
en el desierto 
tendido
solo
mínimo
levanta la cabeza
hacia el verdugo
inamovible 
sol
e implora.

Sandra Toro (1968)

Sábado

El Arcipreste ve pasar a doña Endrina

653 ¡Ay Dios, e quán fermosa viene doña Endrina por la plaça!
¡Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garça!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, que buenandança!
Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.
         654 Pero tal lugar non era para fablar en amores,
a mí luego me vinieron muchos miedos e temblores,
los mis pies e las mis manos non eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.
        655 Unas palabras tenía pensadas por le dezir,
el miedo de las compañas me fasíen al departir,
apenas me conosçía nin sabía por dó ir,
con mi voluntat mis dichos non se podían seguir.
656 Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta,
a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta,
bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta,
adó es lugar seguro, es bien fablar cosa çierta.

653 ¡Ay Dios, cuán hermosa va doña Endrina por la plaza!
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandanza!
¡Con saetas de amor hiere cuando sus ojos alza!
         654 Pero ese sitio no es para hablar de amores.
En seguida me asaltaron miedos y temblores:
los mis pies y las mis manos non eran de sí, señores,
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.
        655 Unas palabras traía pensadas para decírselas, 
pero la gente me daba miedo y me hacía decir otras cosas;
apenas yo me reconocía, no sabía por dónde ir,
a mi voluntad, las palabras no la podían seguir.
656 Hablar con mujer en la plaza es cosa muy descubierta,
como un mal perro encerrado tras una mala puerta:
conviene decir alguna ocurrencia graciosa, alguna sutileza.
en un lugar seguro pueden decirse voces aventuradas.

Juan Ruiz, arcipreste de Hita (¿1283-1350?)
Edición y notas de Julio Cejador y Frauca.
Espasa Calpe, Madrid, 1963 (9ª ed.) 
Versión de Felipe Garrido.

Domingo

Booz canta su amor

Me he querido mentir que no te amo, 
roja alegría incauta, sol sin freno 
en la tarde que sólo tú detienes, 
luz demorada sobre mi deshielo. 
Por no apagar la brasa de tus labios 
con un amor que darte no merezco, 
por no echar sobre el alba de tus hombros 
las horas que le restan a mi duelo. 
Pero cómo negarte mis espigas 
si las alzabas con tan puro gesto; 
cómo temer tus años, si me dabas 
toda mi juventud en mi deseo. 
         Quédate, amor adolescente, quédate. 
Diez golondrinas saltan de tus dedos. 
París cumple en tu rostro quince años. 
Cómo brilla mi voz sobre tu pecho. 
Óyela hablarte de la luna, óyela 
cantando lánguida por los senderos: 
sus palabras más nimias tienen forma, 
no le avergüenza ya decir “te quiero”. 
Me has untado de fósforo los brazos: 
no los tienen más fuertes los mancebos. 
Flores palúdicas en los estanques 
de mis ojos. El trópico en mis huesos. 
Cien lugares comunes, amor cándido, 
amoroso y porfiado amor primero. 
        Vámonos por las rutas de tus venas 
y de mis venas. Vámonos fingiendo 
que es la primera vez que estoy viviéndote. 
Por la carne también se llega al cielo. 
Hay pájaros que sueñan que son pájaros 
y se despiertan ángeles. Hay sueños 
de los que dos fantasmas se despiertan 
a la virginidad de nuestros cuerpos. 
Vámonos como siempre: Dafnis, Cloe. 
Tiéndete bajo el pino más erecto, 
una brizna de yerba entre los dientes. 
No te muevas. Así. Fuera del tiempo. 
       Si cerrara los ojos, despertándome, 
me encontraría, como siempre, muerto.

Gilberto Owen (1904-1952).
Poesía y prosa.
Edición de Josefina Procopio.
UNAM, México, 1953.


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