Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
Lunes
Suite del insomnio
Eco
La noche juega con los ruidos
copiándolos en sus espejos
de sonidos.
Silbatos
Lejanos, largos
–¿de qué trenes sonámbulos?–,
se persiguen como serpientes
ondulando.
Tranvías
Casas que corren locas
de incendio, huyendo
de sí mismas,
entre los esqueletos de las otras
inmóviles, quemadas ya.
Espejo
Ya nos dará la luz,
mañana, como siempre,
un rincón que copiar
exacto, eterno.
Cuadro
Qué temor, qué dolor
de envidia
hacer luz y encontrarte
–mujer despierta siempre–,
ahora que crees que no te veo,
dormida.
Reloj
¿Qué corazón avaro
cuenta el metal
de los instantes?
Agua
Tengo sed.
¿De qué agua?
¿Agua de sueño? No,
de amanecer.
Alba
Lenta y morada
pone ojeras en los cristales
y en la mirada.
Xavier Villaurrutia (1903-1950)
Poesía y teatro completos
FCE, México, 1953
Martes
De otro fue la palabra
–antes que mía
De otro fue la palabra –antes que mía–
que es el espejo de esta sombra, y siente
su ruido, en este silencio, transparente,
su realidad, a esta fantasía.
En mi boca se substancia, fría,
dura, distante de la voz y ausente,
habitada por otra diferente,
la forma de una sensación vacía.
Al fin es la que hoy, obscura y vaga
otra prolonga en mí, que no se apaga,
sino igual a sí misma oye su sombra
al hallarla en el ruido que la nombra
y en el oído hace crecer su hueco
más profundo cavándose en el eco.
Jorge Cuesta (1904-1942)
Material de lectura. Poesía moderna.
Selección y presentación de
Adolfo Castañón
UNAM, México, 1986
Miércoles
La sangre
Yo me siento la sangre. ¿No la sentís vosotros?
Sangre de la mujer, cáliz abierto.
Yo me siento la sangre. Ella me nutre.
Me llena, me dibuja, me sostiene.
Callada sinfonía de mis pulsos.
Verso rimado en rojo por mis venas.
Vuelo encerrado en íntimas volutas.
Río escondido de infinitas ramas
fertilizando mi sensible barro.
Yo la siento correr. Flujo y reflujo
bate las hondas playas de mi pecho,
sube por mi garganta estremecida,
moja mis labios con sabor espeso
de miel caliente. Grita
y enciende la codicia de mis ojos.
Mi sangre, zumo denso circulando
por todos mis poemas. Limpia savia
irguiéndose en la regia primavera
del hijo conseguido.
Amo mi sangre. Cuando yo me muera
no la dejéis cuajarse como hielo
hecho con agua sucia.
No la dejéis secarse en polvo oscuro.
Descomponerse en jugos malolientes.
Cuando yo muera, abridme, desatadme
las frágiles esclusas de las venas.
Verted mi sangre toda. Derramadla.
Absórbala la tierra como suya
y el agua deslizante de algún río
unte con ella el lomo de sus peces.
Jueves
Contradicciones ideológicas al lavar un plato
Entre el Yin y el Yang
¿cuántos eones?
Julio Cortázar
Contradicciones ideológicas al lavar un plato. ¿No?
Y también quisiera explicar
por qué me maquillo y por qué uso perfume.
Por qué quiero cantar la belleza del cuerpo masculino.
Quiero aclararme bien ese racismo que existe
entre los hombres y las mujeres.
Aclararme por qué cuando lavo un plato
o coso un botón
él no ha de estar haciendo lo mismo.
Me pinto el ojo
no por automatismo imbécil
sino porque es el único instante en el día
en que regreso a tiempos ajenos y
mi mano se vuelve egipcia y
el rasgo del ojo, se me queda en la Historia.
La sombra en el párpado me embalsama eternamente
como mujer.
En el rito ancestral del payaso:
mejillas rojas y boca de color.
Me pinto porque así me dignifico como bufón.
Estoy repitiendo/continuando un acto primitivo.
Es como pintar búfalos en la roca.
Y ya no hay cuevas ni búfalos,
pero tengo un cuerpo para texturizarlo a mi gusto.
Uso perfume no porque lo anuncie
Catherine Deneuve o lo use la Bardot
sino porque padezco la enfermedad
del siglo XX, la compulsión de la posesión.
Creer que en una botella puede reposar
toda la magia del cosmos,
que me voy a quitar de encima
el olor de la herencia,
la gravedad de la crisis capitalista,
porque a pesar de todo/hembra.
Se dice que las mujeres débiles/que los hombres fuertes.
Sí y nuestras razas tan distintas.
Nuestros sexos tan diversamente complementarios.
Yin & Yang.
La otra parte es el misterio que nunca desnudaremos.
Nunca podré saber –y lo quisiera– qué se siente estar enfundada en un cuerpo masculino
y ellos no sabrán lo que es olerse a mujer.
Tener cólicos y jaquecas y
todas esas prendas que solemos usar.
Dos universos físicos en dialéctica constante
con la nostalgia de una unión duradera
donde la fusión de los dos desconocidos
llegue a la profundidad del entendimiento.
Hay una necesidad compulsiva
de dar razones para la escisión
para agudizar racismos con sonrisas.
Y las amigas y los amigos
ellos comprenderán.
Ellos entienden la distancia que te separa
del amigo/amado/enemigo/desconocido.
Que la reconciliación es un esfuerzo máximo.
La unión, la sublimación
de nuestros propios misterios.
Que el lavar un plato
significa a veces afirmar
las contradicciones de clase
entre el hombre y la mujer.
Kyra Galván (1956)
En Poetas de una generación 1950-1959
Selección y prólogo de Evodio Escalante
Premia / UNAM, México, 1988
Viernes
Demasiado tarde
1
El mar está revuelto
picado en la superficie
acosando en la pleamar a la madera
de las casas que levanta el sol
en mediodía
nos asomamos al balcón y descansamos
nos preocupa otra época gigante
de lluvias y deshielos
como aquella que tragó la tierra
y la primera calle
no sabemos por qué el mar quiso devorar
(estas historias)
y mandarlas hasta el vientre del Pacífico
cosas grandes que pasan y vuelan
como el verde zepelín de la Fuji
la franja de humo en el horizonte
que viene de Los Ángeles
que ennegrece poco a poco
la ciudad
2
Sentado en el restaurante Vista Mar
persigo a la culebrilla que se alza
de la taza de café
y el vientre peina las olas
de raya izquierda
llegan ecos, voces muy antiguas
las nubes de Rubens despiden a los barcos
mujeres de blanca tela
elevando sus pañuelos de durazno
llega Juana con un pollo gordo
aquellos barcos han partido
3
En el escenario
se deslizan los buques grises de la navy
sofocan el alumbrado
atardecer sobre la costa
los que esperábamos
a ver cómo salían las últimas bañistas
regresamos a las mesas
y toda una conspiración de guerra
seca la carne jugosa
llegan las noticias de la guerra del Pérsico
como oleadas que se arrastran en el mar espeso
“ayer en San Diego un obrero de la General Dynamics
mató al gerente”
4
Ninguna huella
Laura y Chuy atravesados por la flecha
el sol deja una cicatriz húmeda y brillante
entre el agua y la tierra
los labios vírgenes se pierden
en la lengua adolescente
como un diente flojo traigo a la ciudad
de nuestros padres, una mañana
con su lente expuesto
a toda luz
un cuerpo yace en la arena
del mar llega un rumor
como cuando alguien inocente se declara culpable
en el rostro un silencio primitivo
toma su último baño
boca arriba
el agua del Pacífico le invade los pulmones
su piel toma los colores violeta
que la tarde aspira del día
cuando llegan los muchachos
de la Cruz Roja
ya es demasiado tarde
como dijo el chamán navajo a los científicos
la espuma sale del cuerpo descompuesto
y se regresa al mar
como una serpiente que acaba de marcar
su mordedura
Gilberto Zúñiga (1955)
Fragmentos del Pacífico
IMAC / Hotel Ambos Mundos / Conaculta
México, 2006
Sábado
Sumidero
Ahí va otra vez la terca transa
a desdibujarle el sueño a nuestra matria
tan desvelada últimamente
por el titipuchal de sobresaltos trasnochados
que andan nada más dando bandazos
a todo lo que se mueva y traiga cola
que le pisen
como a toda manifestación
de la vida impúdica que recorre la columna
dorsal de este país con su alto escalofrío
y la incomodidad inevitable del chirriar de dientes
destemplados hacia loa cinco rumbos
de esta historia.
Y así se la pasan los obsesivos del poder
metiendo zancadillas a siniestra.
Revisando sus huestes incondicionales
para bañar de plomo las piezas que no embonan
en el diseño demencial
de un modelo que no encaja en ningún lado
fuera de sus molinos de viento
que soplan nada más hacia el vértigo
de un vacío incesante
pertinaz
pero eso sí
obseso en su delirio por una gloria inmortal
y en mármol estatuario.
José Manuel Pintado (1948)
Nostalgia de Marte
Conaculta, México, 2003
Domingo
Caminos
¡Oh dulce canto de viaje,
mi alegría y mi caudal,
más que en las velas el viento
más que el surco en el mar!
Por los senderillos negros
nubes cargadas de afán,
por los senderillos rojos
alardes de tempestad,
por las llanuras inmensas
soledad…,
pero una canción de viaje
me llena de oro el morral.
Cuán largo camino largo
desde esta noche a la aurora.
Mas un cantarcillo alegre
los labios sedientos moja:
“¡Qué amor y qué amores tengo
allá en fronteras remotas!
¿Qué camino será largo
siendo camino de bodas?”
La luna viaja de incógnito
tras las nubes borrascosas;
y galopa el duro viento
con el girón de su antorcha;
en la soledad vibrante
se adelgaza cada nota,
y siguiendo la carrera
de la senda voladora,
como una cinta de ónix
la noche se desenrolla.
Negro camino impaciente
cárcel que vuela hacia el mar;
hilillo de oro lo enfrena
la música de un cantar:
“¿Qué camino será triste
que a tus labios dulce va?”
Concha Urquiza (1910-1945)
Doscientos años de poesía mexicana
Grupo Editorial Éxodo, México, 2012
Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.
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