Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Domingo, 21 de Octubre de 2018
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Sensemayá

Canto para matar una culebra

¡Mayombe–bombe–mayombé!
¡Mayombe–bombe–mayombé!
¡Mayombe–bombe–mayombé!
La culebra tiene los ojos de vidrio;
la culebra viene y se enreda en un palo;
con sus ojos de vidrio, en un palo.
La culebra camina sin patas;
la culebra se esconde en la yerba;
caminando se esconde en la yerba,
caminando sin patas.
¡Mayombé-bombé-mayombé!
¡Mayombé-bombé-mayombé!
¡Mayombé-bombé-mayombé!
Tú le das con el hacha y se muere:
¡dale ya!
¡No le des con el pie que te muerde,
no le des con el pie, que se va!
Sensemayá, la culebra,
sensemayá.
Sensemayá, con sus ojos,
sensemayá.
Sensemayá, con su lengua,
sensemayá.
Sensemayá, con su boca,
sensemayá.
La culebra muerta no puede comer;
la culebra muerta no puede silbar;
no puede caminar,
no puede correr.
La culebra muerta no puede mirar;
la culebra muerta no puede beber;
no puede respirar,
¡no puede morder!
¡Mayombé-bombe-mayombé!
Sensemayá, la culebra…
¡Mayombé-bombe-mayombé!
Sensemayá, no se mueve…
¡Mayombé-bombe-mayombé!
Sensemayá, la culebra…
¡Mayombé-bombe-mayombé!
¡Sensemayá, se murió!

Nicolás Guillén (1902 – 1989)
Sóngoro Cosongo
Losada, Buenos Aires, 1952

Martes

4
Subes de ti misma,
como un surtidor
de una fuente.
No
se sabe hasta dónde
llegará tu amor,
porque no se sabe
dónde está el venero
de tu corazón.
–Eres ignorada,
eres infinita,
como el mundo y yo.

Juan Ramón Jiménez (1881 – 1958)
Antolojía poética
Losada, Buenos Aires, 1944

Miércoles

Verde luna

Atardecer. Verde luna.
Verde luna y claro viento.
Ya el día, por los jardines,
Se va durmiendo, durmiendo…
Atardecer. En mi alma
yo no sé qué es lo que siento.
Debe de ser la amargura
de otro día que se ha muerto…
Escalas de luz y sombra
viene la luna tendiendo.
(Mi corazón tendió escalas
que me lo van desprendiendo…)
Atardecer. Verde luna.
Verde luna y claro viento.

Concha Méndez (1898 – 1987)
En Aurora Marya Saavedra,
Las divinas mutantes. Carta de relación del
itinerario de la poesía femenina en México
UNAM, Praxis, IMC, Sogem, IPN, México, 1996

Jueves

Atardecer cerca de un río que no se ve

De pronto se hizo el aire más liviano
y se sintió la vecindad del río,
más fresca la presencia del estío
y el azul de encendido meridiano.
Por trechos se aclaró el camino llano
de verde yerba y de trigal sombrío,
y la tierra, cubierta de rocío,
mostró flores al borde del pantano.
Un agitarse de pañuelos rojos
los pájaros dorados por la tarde
semejaban rompiéndose entre abrojos.
Desdibujar de cerros y de lomas
bajo el reflejo de la luz cobarde
que encendió las últimas palomas.

Juanita Soriano (1918 - ¿?)
De Difícil luz,
en Antología de la poesía nuevoleonesa,
de Eligio Coronado
La Biblioteca de Nuevo León,
Monterrey, 1993

Viernes

Como las esferas…

Muchachita que eras
brevedad, redondez y color,
como las esferas
que en las rinconeras
de una sala ortodoxa mitigan su esplendor…
Muchachita hemisférica y algo triste
que tus lágrimas púberes me diste,
que en el mes del rosario
a mis ojos fingías
amapola diciendo avemarías
y que dejabas en mi idilio proletario
y en mi corbata indigente,
cual un aroma dúplice, tu ternura naciente
y tu catolicismo milenario…
En un día de báquicos desenfrenos,
me dicen que preguntas por mí; te evoco
tan pequeña, que puedes bañar tus plenos
encantos dentro de un poco
de licor, porque cabe tu estatua pía
en la última copa de la cristalería;
y revives redonda, castiza y breve
como las esferas
que en las rinconeras
del siglo diecinueve,
amortiguan su gala
verde o azul o carmesí,
y copian en la curva que se parece a ti,
el inventario de la muerta sala.

Ramón López Velarde (1888 – 1921)
Zozobra
Ediciones México Moderno, México, 1919

Sábado

Vives

en cada uno de mis dedos
y te quedas
en todo lo que toco
y sin embargo
no conozco tus días
ni las miradas en las que te pierdes
ningún punto tiene
tu dimensión
de fugitivo hallazgo
ninguna voz
esconde tu palabra
ninguna soledad
tiene la semejanza
de tu morir tan hondo
deja caer
en mí
tu palabra
que dibuja
transparentes silencios
saca la ausencia de tu mano
hiéreme desde lejos
y grita los caminos
adéntrate
en mi peregrinar
de sombra enmohecida
vuélvete brisa
para mis espigas de sueño
y deposítate
en mis años de miedo.

Concha Luna (¿?)
Poemas en el agua
Papel de Poesía / Ediciones del
Ayuntamiento de Torreón
Torreón, 1983

Domingo

Canciones del pozo sin agua

1
Tumba en el son tu risa,
túmbala, corazón,
tírala al sol, no hay prisa,
corazón.
Tumba tu muerte,
tu llanto,
corazón con suerte,
espanto del espanto.
En este son con ron
–alegría de la agonía–
bébete, corazón,
y túmbate de día.
Hace calor
(¿quién lo hace?)
hazte a ti mismo, tambor,
boca de abismo sonoro,
corazón, grano de oro,
hazte calor.
Tumba tu sangre caliente
Sobre mi frente.
Corazón, no digas nada
por no espantar la espantada
esperanza malquerida,
túmbate, corazón, sobre mi vida.
Y baila conmigo el son,
y cántalo que lo canto,
ven conmigo corazón,
mientras tanto.

2
Aguamarina, la ingrata
piedra que no mata,
aguaceleste, aguajazmín,
ha llegado muy tarde
pero ha llegado al fin.
Aguaceleste viene del este
y del otro. Es un polvorín.
Agua de la ribera,
agua del ojo sombrío,
aguafuerte de la muerte
corazón mío.
Aguazul verde amarilla,
agua de estrella estrellada,
he aquí junto a tu orilla
mi mirada.
(¡Qué sabroso usar palabras
para no decir nada!)

3
Cuando estés triste ponte a cantar.
Cuando estés alegre, a llorar.
Cuando estés vacío, de vardad vacío,
ponte a mirar.
¿Qué muralla que pueda resistir el canto?
Nada te puede separar
del terrón de tierra o de la nube
si te pones a cantar.
Para cantar hay que saber pocas palabras
y ponerse una en la boca y con ella jugar
como con una piedra o un caramelo
entre el diente y la lengua y el paladar.
Cuando vienes a ver se te derrite
el espanto y el malestar.
Ponte amor mío a cantar
(párala-párala-paralá)
yo te voy a mirar.

4
Como la sombra de los pájaros
pasan los días.
Tengo sueño de vivir.
Mi corazón es un hambre olvidada.
Igual que la arena entre mis dedos
se va la vida
y la tierra florece con flores y con niños.
Tengo sueño de amar,
quiero dormir cantando, como si fuera a nacer
o a morir,

5
Esta noche vamos a gozar.
La música que quieres,
el trago que te gusta
y la mujer que has de tomar.
Esta noche vamos a bailar.
El bendito deseo se estremece
igual que un gato en un morral,
y está en tu sangre esperando la hora
como el cazador en el matorral.
Esta noche nos vamos a emborrachar.
el dulce alcohol enciende tu cuerpo
con una llamita de inmortalidad,
y el higo y la uva y la miel de abeja
se mezclan a un tiempo con su metal.
Esta noche nos vamos a enamorar.
Dios la puso en el mundo
a la mujer mortal
–a la víbora víbora de la tierra y del mar–
y es lo mejor que ha hecho el viejo paternal.
¡Esta noche vamos a gozar!

Jaime Sabines (1926 – 1999)
Recuento de poemas 1950 / 1993
Joaquín Mortiz, México, 1997


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