Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Domingo, 07 de Octubre de 2018
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

1968

Éramos como estrellas iracundas.
Efraín Huerta, “Borrador para un testamento”

Hay fechas que vuelven
como iluminación o niebla repentina.
Tú no sabías entonces que esa fecha
sería como cuña de plata en pleno oro.
Como una canción que niega hasta las lágrimas,
como una emoción que niega hasta las lágrimas.
Te vuelven –se graban– dos imágenes:
Cuando entras al atardecer por 5 de Mayo
frente a Bellas Artes, y la sensación
de la multitud en la plaza del Zócalo,
picoteada la plaza por miles de puntas
de alfileres en luz.
Eso que no sabían definir los diecinueve años,
lo entiendes ahora en dos palabras:
Libertad y Sueño.
Pero la historia son momentos, dices,
y aquel adolescente no sabía, ¿cómo lo iba
a saber?, que México, en vez de engrandecerse,
se precipitaría en un pozo ciego:
guerrillas, crímenes, desempleo,
una sociedad en grito, la esperanza,
la furia en la calle, la amarga decepción
por los traidores y los claudicantes,
repentinas luces, sueños que se volvieron
como trigo emponzoñado, el río revuelto
donde todo era la pérdida.
La historia echó a andar por las calles,
Y muchos creyeron, viéndola tan cerca,
que podía cortejársela. Pero la historia no se hace
con buenas intenciones ni con halagos falsos,
menos con las manos sucias o llenas de sangre.
Pero te quedan de entonces dos imágenes
como rítmica plata en doble olivo,
como alondra cortada por la luna.

Marco Antonio Campos (1949)
En La patria en verso. Un paseo por la poesía
cívica en México. Felipe Garrido, selección y
comentarios
Conaculta, INBA, UANL, Jus, México, 2011

Martes

Escrito en 1968

A Manuel Rodríguez Lapuente

1
Apunto estas cosas una tarde de 1968.
El año en que los ángeles terribles
dejaron sus alas en las bodegas del cielo.

2
No queda mucho por decir
después de tanto discurso.
Los poetas tendrían que hablar
con acciones silenciosas.

3
Aquí no viven los hombres.
Están tendidos en su casa,
deambulando del baño a la televisión,
comprando cosas en el supermercado,
escuchando llamadas en los aeropuertos.

4
Sin que el amor lo sepa,
sin que lo diga la historia
los pasos siguen
por los subterráneos de todas las ciudades.
Será sorprendido el amor
cuando, urgido por los pasos,
nazca el día.

5
A G. Orwell
Los poetas, los ángeles sin alas,
cómo escribir para decir las cosas
este fin del año de 1968.
Qué pasará con las palabras,
cómo levantarlas muchachos
para detener a 1984.

6
X mas 38gzuir 184 --- 131 68 x m u
Los signos,
los nuevos signos para que el mono lo sepa.
Ahora resulta
283% --- 8 # 7 xum xum
y la mano de acero
y la palanca
zzzzzzzz rrrrr zzzzzzz
El mono futuro
descifrará esta llamada trivial.

7
Yo qué sé

Los que pasamos por el verano de 1968
Tenemos muchas recetas,
muchas claves para interpretar
las voces de los muchachos,
los garrotes policíacos,
los retratos de Mao,
la cabellera ardiendo de Rosa Luxemburgo.
Yo qué sé,
ahí están los esquemas, los tratados,
los comentarios de la BBC,
tantas cosas profundas, acuciosas,
elaboraciones, estadísticas,
discursos de congreso de escritores,
enigmas de la IBM,
muchas cosas que no dicen nada
este día de junio de 1968.

Nota. El autor, a pesar de todo lo que ha dicho y en un acto de aceptación del mundo y de adecuación a la realidad, publica este poema nacido un día de junio de 1968 a las 5 p.m. y muerto el mismo día a las 5:01.

8
Finale

Il poeta chiude il becco.
Debería callarme el hocico
y evitar las calles adyacentes.
Voy exhibiendo la cabeza rota,
los agujeros de los pantalones,
el corazón que por barroca vanidad
espero que algún día sea trasplantado
a un negro de Sudáfrica.
Debería callarme el hocico
y escribir solamente en los retretes
alumbrado por fósforos,
hacer grandes grafitti con carbón
y terminarlos con la punta de la nariz.
Yo nací en un mundo tan solemne,
tan lleno de conmemoraciones cívicas,
estatuas,
vidas de héroes y santos,
poetas de altísimas metáforas
y oradores locales; en la ciudad que tiene siempre puesta
la máscara de jade y de turquesa,
y como ahí nací
debería callarme el hocico
y pintar solamente en los retretes.

9
Nuevo finale

A Alfonso Arriola

Habrá otros caminos, sangre agitada.
Lo que ahora piensas correrá después.
Hoy cuelga de la ventana
una esperanza nonata.
Salgo a la calle y camino.
A mi lado van las palabras
que han regresado por la ventana abierta.
Regresan vestidas de payasos de feria,
de muertes de carnaval,
de reyes de burlas.
Habrá otros caminos, sangre agitada.
Otras palabras, corazón de la tierra.

10
Post data

A Rafael Kuri

Iremos todos caminando por el aire.
Los sentados en el suelo,
los del pasillo de los manicomios,
los de la puerta del quirófano,
los que seguimos las carrozas fúnebres,
los que cerramos los ojos de las amadas gentes,
los que amamos a la orilla del mar,
en el mercado,
en los burdeles,
en los hospitales.

Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015)
Peregrinaciones. Poesía reunida (1965-1999)
UNAM, México, 1999

Miércoles

Tlatelolco 68

1
Nadie sabe el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)
Tlatelolco será mencionado en todos los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo:
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y la Justicia Social.
A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.

2
El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.
El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
Alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.

3
Habría que lavar no sólo el piso; la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos.
Que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.
Las bocas de los muertos nos escupen
Una perpetua sangre quieta.

4
Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.
Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos
los colegios particulares,
las personas respetables.
Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder;
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.
Tenemos secretarios de Estado capaces
de transformar la mierda en esencias aromáticas,
diputados y senadores alquimistas.
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.
Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino.

5
En la plancha de la Delegación están los cadáveres.
Semidesnudos, fríos, agujereados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
espera no encontrar el suyo:
“Vaya usted a buscar a otra parte.”

6
La juventud es el tema
dentro de la Revolución.
El Gobierno apadrina a los héroes.
El peso mexicano está firme
y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
Hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles
(“¡Qué Olimpiada maravillosa!”),
y ahora vamos a seguir con el Metro
porque el progreso no puede detenerse.
Las mujeres, de rosa,
los hombres de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que construye la patria de nuestros sueños.

Jaime Sabines (1926-1999)
En La patria en verso. Un paseo por la poesía
cívica en México. Felipe Garrido, selección y
comentarios.
Conaculta, INBA, UANL, Jus, México, 2011

Jueves

Marzo para siempre

a Teresa, veintitantos años después

El mundo era otro mundo.
Se hablaba de países, de palabras, de himnos
que ya no quieren decir nada.
Incluso los mendigos y los bancos,
que siempre son iguales,
eran otros.
Otro era el mundo
y, por lo visto, no era para siempre.
Nos preocupaba la cursilería.
Nos preocupaba decir más
o menos de lo necesario.
Las canciones nos daban la palabra
y en algunas,
aunque nadie pudiera explicar cómo,
marzo era marzo para siempre.
Yo te miré de cerca,
tú me viste mirarte
y era normal que preguntáramos
¿qué tal si marzo fuera para siempre?
Que todo se perdiera
qué importaba:
la vida o el amor o Amado Nervo.
La canción importaba
contigo viéndome de cerca,
yo viéndote mirarme
y marzo siendo marzo para siempre.

Luis Vicente de Aguinaga (1981)
Qué fue de mí
Mantis Editores,
Luis Armenta Malpica,
Guadalajara, 2017

Viernes

De “Elementos para un poema”

XIX
De la palabra espejo huyo insistente. Sin embargo, aparece de pronto en el centro de un texto, se introduce subrepticia y sigilosa, dueña de una transparencia que le roba al cristal y al azogue. El problema del vocablo espejo es que funciona como un eficaz disparador de lugares comunes. Es un término esencialmente tramposo porque construye una realidad inexistente; es el signo de lo imaginario, la memoria y lo indecible. Aristóteles propone al espejo como símbolo de una poética, por cuanto es capaz de recrear con precisión lo que la luz define. Sin embargo, L. Carroll descubre la trampa, al enseñarnos que el mundo reflejado responde a leyes propias y distintos misterios. El espejo es hermano del poema, oculta mucho más de lo que dice. Así, el espejo metido en la metáfora fractura el universo, libera el terror. Por eso es frecuentemente utilizado por la magia. Entero, juega con la luz para engañar a la realidad con ella misma; roto, se transforma en calidoscopio, en mandala, en la imagen misma del caos o del desastre. Un espejo es fiel testigo de la marcha del tiempo y el abominable encuentro con el doble. Si lo miras con fijeza sobrevendrá una sensación de vértigo. Es también una puerta, un ojo, el espía, el borde que limita la locura; el vórtice donde se mezcla lo real con lo ficticio. Se dice que las horas más negras de la noche, el tigre y los demonios, nacen del espejo cuando lo toca un rayo de luz que oculta un reflejo de Venus en sus pliegues.

Norberto de la Torre (1947)
Tiempo es una metáfora que duele
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Editorial Universitaria (UMSNH), 2002

Sábado

Pinceladas

Entre sus dedos la gentil María,
tal vez por distracción,
con maldad inconsciente fue estrujando
las hojas de una flor.
Y cual la noble víctima que cae
otorgando al verdugo su perdón,
la flor entre sus dedos fue dejando
aroma embriagador.
Después, el viento, de la pobre rosa
las hojas dispersó,
y en el viento también quedó impregnada
la esencia de la flor.
Yo conozco en el mundo muchas almas,
que como aquella flor,
encuentran una mano despiadada
que mata su ilusión.
Y dejan en la mano que las hiere
la esencia de su amor.
Después, el mundo, que del alma herida
no tiene compasión,
con sangrientos sarcasmos escarnece
y aumenta su dolor;
y al rodar esparcida por la tierra
la flor de su ilusión,
va esparciendo en el mundo que la ultraja
la esencia de su amor.

Dolores Correa Zapata (1858-1924)
En Aurora Marya Saavedra,
Las divinas mutantes. Carta de relación del
itinerario de la poesía femenina en México
UNAM, Praxis, IMC, Sogem, IPN, México, 1996

Domingo

Mitla

A Myriam Moscona

Las mujeres
caminan con el corazón descalzo.
Algunas traen sobre la cabeza
un canasto repleto de miradas
que venden a los paseantes.
¿Cuántas espinas hay bajo sus ojos?
¿Qué hablarán en su lengua
perceptible sólo a los cactos, las flores y el barro?
Crían a sus hijos como larvas.
¿Serán mariposas de jade un día?
Sus lágrimas de obsidiana engarzan
collares y pulseras de dolor.
Las más viejas tejen
con grecas de su piel
los telares del silencio.
¿En qué deidad sostienen su ánimo?
Todas a diario se tragan la noche.

Gabriela Balderas (1963)
Poetry Inside Out: The Best of 2003,
Center for Art in Translation,
San Francisco, 2003


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