Dicho de vendedores de billetes de lotería cuya gracia y valor paremiológico, de tipo exclamativo, está en el juego verbal: rima consonante al mezzo en el primer hemistiquio que, por lo demás, se une mediante la misma rima al segundo. Responde, como se ve, a una especie de cábala del vendedor o mejor un truco: para vender un número terminado en cero profesa el principio de que los números terminados en cero suelen ser premiados. Lo de las "albricias" que llaman al billetero, son el regalo de enhorabuena que el billetero espera recibir del ganador.