Refrán popular que significa lo que dice en forma de una queja: el reloj, el coche y la mujer se descomponen frecuentemente. Como se ve, este refrán es una transformación del anterior que responde a los cambios culturales: substituye el caballo por el coche, dejando los otros dos. Sin embargo, no se adapta mucho a la nueva situación y reniega del hecho de que el coche se descompone más que el caballo. Es, pues, un refrán de un ranchero inadaptado. En cierta medida coincide con el sentido paremiológico del anterior: para que no se descompongan deben ser buenos o mejor no tenerlos.