Refrán popular cuyo sentido paremiológico expresa que muerta o terminada la causa por la cual se aguanta una situación, ya no hay ninguna razón para tolerarla más. Tiene el mismo sentido que refranes como: "muerto el ahijado, se acabó el compadrazgo"; "muerto el arriero se sabe de quien son las mulas"; "muerto el perico ¿para qué quiero la jaula?"; "muerto el perro, se acabó la rabia".