Dicho de origen religioso que se atiene al principio de la "santa ignorancia", que tanto objetó Sor Juana, bajo la convicción de que un individuo ignorante es más dócil y, por tanto, es más fácil presa de las cadenas religiosas. El tópico al se suscribe este refrán es no sólo el de que quien obedece no se equivoca sino que la docilidad es mejor condición que el saber pensar y ser, en consecuencia, crítico. Este refrán se adscribe a los formal refranes "más vale", y pone frente a frente dos situaciones: un ignorante en el cielo y un sabio en el infierno y declara valer más lo primero que lo segundo. El refrán emplea, como se ve, las categorías del catolicismo "cielo e "infierno" y la identificación en el habla popular entre "burrito" y tonto