Refrán popular de origen tabasqueño que explica por qué no hay que temer las amenazas de los miserables. Porque, finalmente, como dice un refrán español de idéntico sentido paremiológico: "palo amagado no hace daño". Se atiene al tópico de que las amenazas del débil son débiles amenazas. Tiene forma sentenciosa. Variante: "maldiciones de perro cojo, no alcanzan" (F. 37).