El amor producto de la reconciliación es siempre inferior al amor que no ha tenido de ella, como el pastel recalentado con respecto al pastel recién horneado. Se aplica a situaciones de amores reconciliados. El refrán se sustenta en un tópico de la tradición paremiológica hispánica que asienta "ni amigo reconcialiao, ni pastel recalentao". El primero pierde su sabor, los segundos, la confianza: dice Sbarbi, a propósito del refrán español "ni guiso recalentado ni amores reconciliados". El refrán mexicano recurre a la forma y funciones discursivas de un ejemplo y ha perdido el ritmo y la rima propios de un universo de oralidad pura como sus ancestros españoles.