Refrán popular que se usa para comentar los pretextos y las justificaciones inaceptables del inepto. Tiene, pues, el mismo sentido paremiológico que refranes como: "de que el arriero es malo, le echa la culpa al burro", "de que es malo el escribiente culpa a la pluma fuente" o "de que la parturienta es mala le echa la culpa al culo". Hay una carga ironizante en este tipo de refranes en que un experto tiene que recurrir a excusa torpes para justificar su estupidez.