Refrán ranchero que significa, según Rubio, "que el caballo que tiene mala boca; que no obedece bien la rienda, no debe admitirse ni aún cuando sea regalado, por ser muy peligroso". El refrán registra una acepción de "arrendar" documentada, por lo demás, en la novelística hispánica contemporánea tanto en el sentido de atar por las riendas un caballo para dirigirlo, como en el sentido de enseñar al caballo a que obedezca a la rienda. Un caballo mal arrendado es, pues, un caballo mal acostumbrado a obedecer la rienda. Sentencia casuística cuyos hemistiquios riman con rima consonante.