Frase gnómica que expresa cuánto uno tiende a justificarse a sí mismo en las mismas cosas que censura a los demás. Su sentido paremiológico es, por tanto, el mismo del dicho evangélico "ves la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en el tuyo" (Mt 7,3). Se emplea en situaciones de censura a las mismas cosas que uno pasa por alto.