Refrán que, como se desprende de sus variantes, establece que todo lo social y público no ha de llevarse a cabo en la propia casa pues, como dice Rubio, "debemos conservarnos ajenos a todo aquello que cause molestias y dejar que sean otros los que las sufran". Tiene la forma de una interlocución lacónica, una pregunta-respuesta: el primer hemistiquio hace las veces de pregunta; el segundo, las de respuesta. Se trata de versos pentasílabos que están unidos por rima consonante. Variantes: "baile y cochino, el de mi vecino" (F. 90); "baile y cochino, en casa del vecino" (F. 37, 86 y 109); "baile y cochino, en la casa del vecino" (F. 116).