Refrán exclamativo que declara que, pese a la coincidencia fundamental en la condición humana, hay grandes diferencias entre los diferentes tipos de individuos debida a su distinta extracción social: dependiendo de su pertenencia a un grupo social u otro son gente de distinta categoría. Se emplea ya cuando se quiere remarcar las diferencias de clase a una persona que parece olvidarlas, ya cuando se quiere prevenir contra la tendencia a no apreciar la calidad en las cosas. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán: "aunque todos somos del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro".