Refrán que dice lo que enuncia. Se usa en situaciones de impertinencia para con algún amigo para indicar que no hay que abusar de quienes nos son cercanos por amistad. El refrán tiene la forma de un consejo del tipo "no hay que" cuyos extremos "caballo" y "cansar" se corresponden y constituyen una estructura argumentativa que sustenta el postulado central del consejo: no hay que cansar al amigo. El argumento del refrán, por tanto, dice que no hay que cansar al amigo de la misma manera que no hay que cansar al caballo. La razón es que un caballo cansado no sirve.