Refrán popular que en forma sentenciosa aconseja no oír las cosas sinsentido según el tópico que subyace al refrán "a palabras necias, orejas sordas". Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán "a boca de borracho, oídos de cantinero". La contraposición, en este caso, es entre las palabras "chillidos" y "oídos" entre las cuales hay una rima consonante que aporta sentencialidad al dicho. Pertenece a los refranes receta que se atienen al esquema mal remedio. Variante: "a chillidos de puerco, oídos de matancero" (F. 66, 70, 90 y 116).