Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
En el DRAE más reciente (2001) aparece una entrada referente al verbo desvelar,2 en la que esta voz se define en los siguientes términos: “descubrir, poner de manifiesto”. Antes, en el artículo desvelar1, se había explicado el conocido significado de ‘quitar, impedir el sueño’. Desvelar (‘descubrir’) aparece ya en el DRAE manual de 1950, aunque tachado de “galicismo por descubrir”. No se documenta en las ediciones de 1956 y de 1970. Ya sin el carácter de galicismo se incluye en el manual de 1983 y, desde 1984, en las sucesivas ediciones del Diccionario general.
        Aunque no de forma exclusiva, sí de manera predominante se emplea en España y, con este preciso significado, muy poco en América. Un ejemplo, tomado de la prensa de aquel país: “No quisieron desvelar su verdadera edad”. Según datos del Corpus de referencia del español actual ( CREA), desvelar con el significado de ‘descubrir’ es usado esporádicamente por algunos escritores mexicanos (como Aguirre Beltrán y Jorge Volpi, por ejemplo). Los mexicanos suelen emplear, para ese significado, los verbos revelar o develar, además, obviamente, de descubrir, voz común en todo el dominio hispánico. El verbo develar es prácticamente desconocido o, mejor, muy poco empleado en España, aunque está registrado (con el significado de “quitar o descorrer el velo que cubre algo”) desde 1983 en las ediciones del DRAE. Podría, por tanto, sugerirse que, en la próxima edición del DRAE, por una parte, se señalara como españolismo el uso de desvelar por ‘descubrir’; y, por otra, que, con ese mismo sentido, se marcara como americanismo (¿o mexicanismo?) el verbo develar.
        Aún más reciente parece el españolismo decantarse. En la vigésima segunda entrega del DRAE (2001) se explica, en el artículo decantarse,2 el significado que, como pronominal, adquiere este verbo: “Inclinarse, tomar partido, decidirse”. Este verbo, diferente de decantar1 (‘propalar, ponderar, engrandecer’), tiene además de ésta otras acepciones, que tienen que ver con la terminología de la química (por ejemplo ‘separar sustancias’). Con el significado de ‘inclinarse, tomar partido’, se explica apenas en la edición manual del DRAE correspondiente al año 1989. En el CREA se documenta, en España, a partir del año 1982.
        Decantarse, con el significado de ‘inclinarse, tomar partido’ es un indudable españolismo. Las pocas veces que aparece en el español americano es siempre, o bien con el sentido de ‘propalar, ponderar’ (“se habían empezado a decantar una serie de diferencias políticas” [ejemplo de un diario chileno]), o bien como tecnicismo de la química (“un avión de la Prefectura Nacional Argentina arrojaba líquidos dispersantes para penetrar la capa de petróleo y hacerla decantar hacia el fondo del mar” [ejemplo del diario argentino Clarín]). Por lo contrario, en el español europeo, decantarse (como pronominal) siempre significa ‘inclinarse, tomar partido, sobre todo en el lenguaje periodístico, tanto impreso cuanto de radio y televisión. De un periódico está tomado el siguiente ejemplo: “El partido, de cualquier forma, se pudo decantar para cualquiera de los dos equipos”.
        En el español de Argentina, por ejemplo, decantar se emplea en todos los casos con un sentido cercano al técnico de ‘separar sustancias’. De conformidad con el CREA y con el CORDE (Corpus diacrónico del español), en el español mexicano no se emplea ni el verbo decantar1 (‘propalar, ponderar’), ni decantar(se)2 (‘separar sustancias’, ‘inclinarse, tomar partido’). Parece claro que decantar, con la acepción de ‘inclinarse, tomar partido’, es un españolismo que, como tal, debería señalarse en el DRAE.
        El caso del sustantivo talante es diferente. En el DRAE, talante tiene cuatro acepciones: 1) Modo o manera de ejecutar algo; 2) semblante o disposición personal; 3) estado o calidad de algo; 4) voluntad, deseo, gusto. Puede considerarse españolismo en cuanto que es en el español de España donde tiene verdadera vitalidad el vocablo talante, en sus cuatro acepciones. Los registros españoles de talante en el CORDE son el 92 % del total y, en el CREA, el 87 %. Estrictamente no se trata de un españolismo reciente, pues viene empleándose desde el siglo XIV : “Si algo comieron serié poco e sin talante, por el peligro en que se vieron” (Enrique de Villena, 1427). Sin embargo es en los últimos años cuando la voz se ha extendido de manera más evidente, sobre todo en la prensa. Gracias a los voluminosos bancos de datos de que disponemos, se pueden establecer con bastante precisión las curvas de ascenso o descenso en el empleo de tal o cual término. Es claro que, en España, talante tuvo gran vitalidad en los siglos XIV y XV ; la fue perdiendo gradualmente a lo largo de los siglos XVI , XVII y, sobre todo, XVIII; vuelve a emplearse algo en el XIX y primera mitad del XX. Es sin embargo a partir de la segunda mitad del XX y, sobre todo, después de 1990, cuando su empleo llega a cotas más altas. En ese sentido podría verse como un españolismo “reciente” o, al menos, recientemente recuperado.
        El empleo de talante en los demás países hispanohablantes, comparado con el de España, puede calificarse de esporádico, aunque, evidentemente, no se trata de un vocablo ni raro ni desconocido, sino simplemente de poco empleo. Por lo contrario, cualquiera que consulte la prensa española actual encontrará talantes en casi todas las páginas. Vayan algunos pocos ejemplos, tomados de periódicos madrileños: “Gracias al talante lúdico que lo caracteriza”, “alegorías medievales con un talante ya renacentista”, “ha demostrado su esfuerzo y talante para conquistar lo que quiere”, “un gran diplomático por vocación y talante” (título de un artículo)…

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