Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
NO CABE DUDA de que el léxico en las lenguas naturales es el nivel más móvil y cambiante, frente a la fonología y la gramática, que suelen modificarse muy paulatinamente. Es en el terreno del vocabulario donde se producen con más facilidad los préstamos de unas lenguas a otras y donde el inventario nunca puede concebirse como completo, debido tanto a la irrupción de neologismos cuanto a la muerte de muchas voces.
        Las lenguas indígenas de América, como las de otras muchas culturas, contribuyeron al enriquecimiento del acervo léxico español, particularmente el arahuaco y el náhuatl, con la aportación de múltiples vocablos (maíz, tabaco, canoa, patata, chocolate, hule, tomate...) ahora incorporados por completo al español general.
        Naturalmente en el español mexicano se conserva un buen número de nahuatlismos, desconocidos en otras áreas del mundo hispánico. Algunos de esos vocablos compiten aquí con voces españolas, en desigual batalla, y van poco a poco cediendo terreno: colote frente a cesto, aguate frente a espina, mecapalero ante cargador o estibador, totopo ante tostada, pepenar frente a recoger, etc., aunque no faltan casos en que se produce el fenómeno contrario, y es la voz indígena la que predomina: jacal y choza, zacate y hierba, tecolote y lechuza...
        Lo que resulta en verdad excepcional es el hecho de que un nahuatlismo desaparezca prácticamente en el principal ámbito de influencia del náhuatl (México) y tenga plena vitalidad en otras regiones hispanohablantes. Es éste el caso de la voz tiza, procedente del náhuatl tizatl, que en España es más usual que el helenismo gis (procedente del latín gypsum) y el galicismo clarión. En México, por lo contrario, nos hemos desprendido casi totalmente de la palabra tiza a la que sustituye siempre gis, con el sentido de 'pasta hecha de yeso, mate y greda [...] para escribir en los encerados de las escuelas', y a tiza le reservamos, si acaso, el restringido significado de 'compuesto de yeso y greda que se usa en el juego de billar para frotar la suela de los tacos...'
        No es por tanto de extrañar que se interprete, por muchos hablantes mexicanos, como vocablo español (en el sentido de peninsular) la palabra tiza, cuando se trata precisamente de un indigenismo mexicano, usual en otras latitudes y aquí ahora casi desconocido o, al menos, poco usado.

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