Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
EL DRAE DA CUENTA de más de 40 acepciones del verbo hacer y de cerca de medio centenar de expresiones particulares construidas con esta voz como elemento nuclear. Puede por tanto hablarse de más de 100 sentidos diferentes de este verbo: 'producir, fabricar, ejecutar, caber, ocasionar, convocar, reducir, componer'... Cuando el verbo se construye con pronombre reflexivo adquiere también múltiples matices significativos: hacerse el tonto, hacerse vinagre el vino, hacerse a un lado, hacerse del rogar, hacerse tarde, hacerse viejo, etcétera.
        Quiero aludir aquí a una de tantas construcciones con hacerse que suele considerarse, por una parte, como arcaísmo, es decir como expresión que, registrada en los clásicos, es hoy inusual en buena parte del dominio hispánico o, al menos, en Castilla, y por otra, como americanismo, esto es, como locución vigente en amplias regiones de este continente. El DRAE ejemplifica este valor con un texto de Cervantes: "las manadas que a don Quijote se le hicieron ejércitos", en que se observa que se le hicieron equivale a 'se le figuraron, le parecieron'. Puede verse el mismo empleo de hacerse en el siguiente texto del Lazarillo: "no se les hizo vergüenza pedirle de almorzar" ('no lo tuvieron por vergüenza, no les pareció vergonzoso').
        Según algunos autores, la locución se me hace todavía se oye en Andalucía; pero aun allí parece rara, pues por ejemplo Rodríguez Marín, al transcribir ciertos versos de esa región ("se me hace que no hay hombre como tú ninguno"), creyó necesario explicar: "hacérsele a uno una cosa, figurársele, representárselo, parecerle". Por lo contrario, es evidente que tal expresión pertenece al español común de extensas zonas americanas. Charles Kany (Sintaxis hispanoamericana) proporciona ejemplos de la Argentina: "se me hace que esta noche se pueden ganar algunos pesos" (Lynch); de Uruguay: "se me hace que te llevo en el cuerpo" (Reyles).
        En México, me parece, goza de plena vitalidad el verbo hacerse con el sentido que vengo explicando. Abundan los ejemplos literarios. Transcribo algunos tomados de Kany: "¡qué se me hace que usté está enamorado, curro!" (Azuela); "a mí se me hace que ya no es la misma" (González Carrasco); "como si no pudiera haber juntado él algo de su maíz, ¿no se le hace?" (García Roel). Peter Boyd-Bowman, en su estudio sobre El habla de Guanajuato, lo registra como normal en el español de ese estado mexicano ("se me hace que va a llover"). Creo, por mi parte, que pertenece a la lengua hablada de todo el país. Además, en México puede tener también un sentido adicional que ha sido señalado para el español de Guatemala: "hacérsele a uno una cosa" equivale a 'satisfacer uno un deseo', como en "se me hizo conocer el mar" ('se me cumplió ese deseo').

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